En julio del año 2005 el liderazgo político estadounidense republicano se negó a aprobar el protocolo de Kioto que obligaba a la reducción en la emisión de gases responsables del cambio climático, argumentando que ese acuerdo ambiental arruinaría la economía norteamericana porque impondría modificaciones importantes en su industria, en su producción de energía y en su transporte. Sin embargo, en octubre de 2012, ante la fuerte embestida del huracán Sandy, el cual destruyó parte importante de las franjas costeras de New York y New Jersey, inundó las estaciones de trenes del bajo Manhattan y provocó pérdidas económicas del orden de los 80,000 millones de dólares, el presidente demócrata Barack Obama debió admitir que el cambio climático es una realidad, y que Estados Unidos debía sumarse a los esfuerzos internacionales para la reducción de los gases de efecto invernadero. Es por esto que en diciembre de 2015 fue evidente que Barack Obama lideraba las reuniones de la COP 21, en París, logrando firmar acuerdos para disminuir los efectos del cambio climático, pero el 1ro de junio de este año 2017 el presidente Donald Trump anunció desde los jardines de la Casa Blanca que “para cumplir mi solemne deber de proteger a EE.UU., y sus ciudadanos, Estados Unidos se retirará del Acuerdo climático de París”, en una clara demostración de que cada presidente de Estados Unidos tiene su propia visión sobre el medio ambiente y aplica sus propias políticas ambientales.
Cuatro días después de ese anuncio de Donald Trump publicamos un artículo en elCaribe referente a esa decisión y en el cual decíamos que: “Aunque los republicanos de Estados Unidos no lo admitan de manera pública, lo cierto es que al hablar del cambio climático a lo interno de esa gran nación norteamericana el debate deja de ser científico para convertirse en un debate eminentemente político, ya que los republicanos siempre han entendido que el tema del cambio climático es un discurso ambiental propiedad exclusiva de los demócratas, y que cualquier presidente republicano que asuma el discurso del cambio climático le estaría dando apoyo promocional a los demócratas y estaría proyectando positivamente a los demócratas como defensores del medio ambiente, con lo cual se estaría presentando a los republicanos como seguidores secundarios de un discurso ambiental que en su enfoque primario es propiedad de sus competidores políticos, y que aunque la lucha contra el cambio climático tenga válidas razones ambientales eso no conviene a los objetivos políticos del Partido Republicano”.
Apenas han pasado tres meses del anuncio presidencial del retiro de Estados Unidos de los acuerdos sobre el cambio climático, y ya la naturaleza se ha encargado de demostrar que el cambio climático no es un invento de los demócratas ni de científicos alarmistas, sino que el cambio climático es una realidad, ya que el huracán Harvey, el cual pasó por la franja sur del mar Caribe como tormenta tropical que luego se degradó a simple depresión tropical, al llegar al golfo de México se fortaleció repentinamente y en cuestión de muy pocas horas pasó de tormenta a huracán categoría 3, y luego a 4, golpeando con fuertes vientos y muchas lluvias a la franja costera de Houston, Texas, descargando 1,270 milímetros de lluvias en apenas tres días. Lluvias récord que inundaron carreteras, avenidas, calles y ciudades, provocando muertes, damnificados y muchas pérdidas económicas al rico Estado productor de petróleo en Estados Unidos, y como en Houston anualmente caen 1,200 milímetros de lluvias por cada metro cuadrado, ahora hay que admitir que fruto del paso del huracán Harvey en apenas tres días cayó mayor cantidad de agua de la que normalmente cae en un año.
El presidente Donald Trump, que como republicano se niega a aceptar la realidad del cambio climático, acaba de visitar a Houston para inspeccionar de manera directa los graves daños provocados por Harvey, y de inmediato se marchó, pues es muy difícil tener que aceptar que apenas tres meses después de anunciar su retiro de los acuerdos sobre el cambio climático, un raro huracán, fruto del cambio climático, se ha encargado de producir daños que superarán los 100 mil millones de dólares que Estados Unidos se había comprometido a aportar a los acuerdos de París para ayudar a muchos países a reducir sus emisiones de efecto invernadero, es decir, el remedio ha sido peor que la enfermedad.
Pero mientras Harvey se degradaba en Estados Unidos, en el Atlántico se formaba Irma, y, al igual que Harvey, Irma pasó rápidamente de tormenta tropical a poderoso huracán categoría 3, lo cual no es común en los huracanes, estando claro que el rapidísimo fortalecimiento de estos dos huracanes, uno detrás del otro, es un claro indicativo de que el clima está cambiando aceleradamente y que por tal razón los huracanes se están fortaleciendo rápidamente.
FUENTE: El Caribe , Osiris de León ,
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