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viernes, 15 de septiembre de 2017
Y TODAVÍA HAY QUIEN DUDA SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO
En las últimas semanas, hemos sido testigos de un gran número de desastres naturales que han acarreado enormes daños materiales y han llenado de luto y dolor a muchísimas familias en nuestro país y en otros países de nuestra región.
Para nosotros en México, lo más doloroso ha sido, sin duda, el sismo ocurrido en el sureste en el que han perdido la vida un gran número de personas, la mayor parte de ellas, en la ciudad de Juchitán, en el estado de Oaxaca, y que además ha causado enormes daños materiales que ameritarán un gran esfuerzo de los tres órdenes de gobierno y de toda la sociedad en apoyo a quienes han resultado damnificados. Es cierto que, en el caso de los sismos, es imposible prever cuándo y de qué magnitud va a ser el siguiente, y que lo único que podemos hacer es avanzar en generar una cultura de prevención.
Pero algo muy distinto está ocurriendo con el tema de los huracanes: cada vez hay menos duda de la influencia que está teniendo el cambio climático en su formación, desarrollo y magnitud.
Lo que hemos visto recientemente no tiene precedente: todavía estábamos padeciendo las consecuencias y hablando de la desproporcionada fuerza y de los destrozos causados hace dos semanas por el huracán Harvey, principalmente en la ciudad de Houston, cuando ya otros dos huracanes: Irma y José, causaban pánico y ocasionaban destrucción en varias islas del Caribe; el primero de ellos terminaría castigando con toda su fuerza el sur de Estados Unidos.
Simultáneamente, otro huracán llamado Katia, hacía estragos en el Golfo de México, afectando principalmente al estado de Veracruz y dejando también enormes daños materiales. La magnitud de los fenómenos naturales que hemos estado viviendo en las últimas semanas, es algo nunca que nunca antes se había visto.
Cada vez hay menos duda de que la actividad humana está teniendo un impacto negativo en todos los ecosistemas a través del calentamiento global. El cambio climático es una realidad y, es indispensable que todos los países asumamos la parte de responsabilidad que nos corresponde a fin de enfrentar ese reto. Se trata, sin duda, del desafío ambiental más importante que haya experimentado la humanidad en su historia.
El próximo mes de noviembre, en la ciudad de Bonn, en Alemania, se va a desarrollar la vigésimo tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático 2017 (COP 23). Una vez más, se intentará llegar a acuerdos para mitigar los efectos del cambio climático. Es indispensable que esto suceda. Es muy claro lo que se necesita: gobiernos, empresas y sociedad debemos trabajar por una economía baja en carbono para proteger nuestro medio ambiente antes de que sea demasiado tarde. El reto es enorme y exige la suma de todos.
En las anteriores conferencias, se ha puesto de manifiesto la dificultad de implementar y financiar esos acuerdos en tiempos de crisis económicas. Es triste ver que para muchos países cuidar el medio ambiente es un lujo y no una necesidad. Muchos países han demostrado —los nórdicos, por ejemplo— que el crecimiento económico y el cuidado del medio ambiente no están reñidos. Estoy convencido de que, en materia de cambio climático, lo que a la larga saldrá más costoso será no hacer nada; si no actuamos ahora, los costos económicos serán mucho mayores.
Los problemas globales demandan soluciones globales. El cambio climático no conoce fronteras. En materia de lucha contra el cambio climático, el momento de actuar es ahora. Se requiere de una visión integral y de largo plazo. Visión integral, porque al proteger el capital natural de la Tierra debemos también atender los retos del crecimiento económico y la disminución de la pobreza y la desigualdad. Visión de largo plazo, porque estamos obligados a pensar en lo que legaremos a la próxima generación.
FUENTE: Vanguardia mx , 13 / 09 / 2017
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