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martes, 23 de junio de 2020

EL CUIDADO DE LOS SUELOS CONTRIBUYE A ALIVIAR EL CAMBIO CLIMÁTICO



Por: Ana María Mahecha Groot*
 
22 de junio 2020 , 11:12 a.m.

Hoy se celebra a nivel mundial el día del suelo y la tierra fértil. Vandana Shiva dice que “trabajar con y por el suelo vivo proporciona alternativas sostenibles a la triple crisis del clima, la energía y los alimentos [y ahora la crisis epidemiológica] […], sin suelo fértil, ¿qué es la vida?”.

La importancia de los suelos fértiles para sostener la vida en la Tierra se recoge de manera clara en las palabras de Shiva. Los suelos están en peligro y su vitalidad significa esperanza en medio de múltiples crisis ecológicas, y la actual pandemia.

Los suelos son mundos vivos, muchas veces invisibles a nuestros ojos, pero importantísimos para la sustentabilidad del planeta, lo cual nos obliga a trabajar juntos por su vida. Son más que un receptáculo para cultivos, son la fuente de vida que asegura la producción de alimentos. Este mundo oculto bajo nuestros pies es el alimento de las plantas, y es por eso que los pequeños agricultores que adoptan principios agroecológicos enfocan gran parte de su esfuerzo en cuidar el suelo.

Quiero dedicar estas líneas a las guardianas y guardianes de la fertilidad de los suelos que además de nutrirlos diariamente, alimentan y nutren a los habitantes urbanos. Para lograr este objetivo, campesinos y campesinas trabajan día a día preparando la tierra para la producción de alimentos. Esta relación con el suelo, llamado también tierra, está conectada con el territorio. En este sentido, cuando campesinos y campesinas cuidan la tierra desde un punto de vista productivo, cuidan también el territorio en su valor cultural, económico y político que les brinda unas condiciones no solo para sobrevivir, sino para tener una vida digna.

Los efectos adversos del cambio climático ya impactan de manera diferenciada y significativa al campesinado y los pequeños agricultores del Sur Global. A medida que los efectos del cambio climático se hacen sentir en todo el mundo, la agricultura, la soberanía alimentaria, y las comunidades campesinas y de pequeños productores corren un riesgo inminente por su estrecha relación con el mundo natural. Estos cambios ambientales globales, más que traer nuevas vulnerabilidades, exacerban los problemas que ya enfrentan los pequeños agricultores.


Algo similar a lo que estamos viviendo con la covid-19, que pone en evidencia cómo las crisis, ya sean ambientales o pandémicas, son una amenaza multidimensional que requiere respuestas adecuadas para proteger a los grupos más vulnerables y marginados, y también a esos otros seres no-humanos que sustentan la vida, como el suelo, y que muchas veces olvidamos, desconociendo nuestra interdependencia con ese otro mundo no-humano.

Cuando campesinos y campesinas cuidan la tierra desde un punto de vista productivo, cuidan también el territorio en su valor cultural, económico y político

A lo largo de las últimas semanas analistas y expertos han puesto sobre la mesa la preocupante situación que enfrentan los sistemas alimentarios a nivel global y local. Entre los problemas que se resaltan está la desarticulación de la cadena de suministro, los cambios en la demanda de productos, la insuficiente infraestructura de vías y de comunicación para la distribución de alimentos, la falta de reconocimiento del campesinado y de su aporte casi del 70% a la alimentación del mundo y de Colombia, la concentración de las centrales de abasto, y la salud de los campesinos, entre otros.

Esta profunda preocupación por una posible crisis alimentaria, acompañada de una crisis climática y sanitaria requiere transformarse en esperanza y acción, enfocarse en respuestas estructurales que permitan repensar nuestro sistema alimentario, y por tanto garantizar, a todos los actores humanos y no-humanos de este sistema, bienestar y una vida digna.

Necesitamos tomar en cuenta las lecciones que estamos aprendiendo, y en lugar de tratar de volver a poner las cosas como estaban antes de la pandemia debemos avanzar, fortaleciendo las experiencias de pequeños productores y campesinos que han decidido adoptar principios agroecológicos como solución inmediata a los problemas alimentarios, protegiendo el ambiente, la vida, el suelo y el territorio.

Entre varios ejemplos que tiene Colombia, quiero resaltar el papel de redes e iniciativas como la Red Nacional de Agricultura Familiar, Red Nacional de Abastecimiento Agroalimentario de Colombia, redes de huerteros y huerteras quienes reconocen el papel fundamental del campesinado en el abastecimiento alimentario de nuestro país.

En palabras de la FAO, “la agroecología ofrece soluciones locales y potencia las economías y los mercados locales manteniendo a los agricultores en el campo con mejores medios de vida y una mejor calidad de vida.”

Por esta razón es urgente adoptar políticas que tengan en cuenta la agroecología como parte de las estrategias para responder a la emergencia alimentaria que se avecina, resaltando sus principios ecológicos, solidarios, regeneradores de vida, impulsadores de tejido social; generando sistemas alimentarios locales, diversificados y solidarios que sean inofensivos para el ambiente y a su vez protejan la biodiversidad, la vida de los campesinos, la autonomía alimentaria territorial y comunitaria, y promueva economías solidarias.

Las crisis traen cambios. Muchas organizaciones y movimientos de base tratan de aprovechar el momento para proponer y poner en marcha alternativas. También se están dando nuevos impulsos a otras propuestas previas a la pandemia. La crisis resaltan la necesidad de pensar en la importancia del mundo que está bajo nuestros pies (el suelo) y de sus guardianes.

Nutrir de nuevo la tierra requiere de tiempo y paciencia, reconocer a los campesinos y las campesinas como guardianes y guardianas del suelo y del alimento que promueve vida es un primer paso para impulsar una recuperación justa y resiliente que permita pasar de un sistema agrícola y alimentario convencional destructivo a otro que aumente la resiliencia de la agricultura, reconstruya los ecosistemas, apoye sistemas alimentarios locales y justos, fortalezca las comunidades locales, y promueva circuitos de proximidad, acercando a productores y consumidores conscientes y responsables del cuidado del suelo.

FUENTE: El Tiempo, 22-06-2020

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