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martes, 15 de abril de 2014

INUNDACIONES EN INGLATERRA



En estos tiempos no es difícil imaginar Gran Bretaña como un punto de tierra inundado en medio del Mar del Norte, reducido a la categoría de resto por
MATT CARDY/GETTY IMAGESLa Agencia Medioambiental del primer ministro David Cameron ha sido blanco de críticas por su manejo de las inundaciones en el sudoeste de Inglaterra.
secesión de Escocia, aislado de Europa por su salida de la Unión Europea, gobernado por un grupo de egresados de Eton que discuten cómo dragar un río, lleno de funcionarios que emiten vertiginosos edictos sobre “salud
seguridad” y recorrido por un príncipe delirante que proclama que “no hay como un buen desastre para que la gente empiece a hacer algo.”
Tal vez hasta esa visión sea generosa. Estas islas, como dijo una vez el humorista satírico Peter Cook, podrían estar a punto de
hundirse en el mar a las risas”. El año 2014 no está muy avanzado, pero sí lo suficiente para que resulte casi imposible tomarse Gran Bretaña en serio. El centro financiero del mundo se está convirtiendo en el centro acuático del mundo, y su principal atracción es un barco de tontos.
Al mando se encuentra David Cameron, el primer ministro, que parece acabar de despertar de un largo sueño para descubrir que un amplio sector de Somerset lleva más de un mes bajo el agua; que la crecida del Támesis amenaza Londres, que su Agencia Medioambiental – que dirige un hombre despreciado hasta en el Partido Conservador- es un hazmerreír; que los escoceses contemplan la salida luego de 307 años como parte de la Unión; y que sigue lloviendo.
Durante semanas, la inundación de los niveles de Somerset, una llanura costera del sudoeste de Inglaterra, se desarrolló casi sin intervención del gobierno. Cuando los funcionarios por fin aparecieron, parecían más preocupados por las infracciones a las normas de salud y seguridad debido a cañerías que improvisaba la gente o al uso de botes que por el desastre en sí.
Resuenan aquí ecos de la debacle del huracán Katrina. Chris Smith, el presidente de la Agencia Medioambiental, se ha convertido en la versión británica de Michael Brown, el director estadounidense de respuesta al desastre sobre el cual el presidente George W. Bush hizo una observación famosa: “Brownie, haces un trabajo increíble.” Brown renunció poco después. El trabajo que había realizado ante la devastación en Nueva Orleáns era desastroso.
Es razonable suponer que también Smith tiene los días contados. Cameron se ha visto humillado. Smith dice que su personal sabe “cien veces más” que los políticos sobre manejo de inundaciones. Incluso si así es, sus conocimientos han sido inadecuados. Cada desastre necesita un chivo expiatorio: Smith es el primer candidato. Para hacerle justicia, hay que decir que dio muestras de un destello de ingenio cuando se le preguntó a quién responsabilizaba del caos: “Al tiempo”, replicó. Mientas tanto, se invoca desde el calentamiento global hasta la ira de Dios como causa de una de las estaciones más lluviosas desde que Escocia se convirtió en parte de Gran Bretaña en 1707.
Hablando de eso, a Alex Salmond, el líder del Partido Nacional Escocés y de la campaña por la independencia de Escocia, le encanta describir a Cameron como un “ricachón” arrogante muy alejado de la vida y las preocupaciones de la gente común. Su argumentación se vio reforzada por la respuesta incompetente del gobierno ante la inundación. Recientes encuestas sugieren un resultado parejo, dado que quienes quieren quedarse en la unión disminuyen con rapidez. La negativa de Cameron a debatir con Salmond no ha contribuido a la causa de la unión. “Queremos que se queden”, afirmó Cameron en un discurso reciente en el que dijo que Gran Bretaña se vería “muy disminuida” sin Escocia. Una disminución respecto de la situación actual del país es una perspectiva aterradora. Pero los escoceses miran a Cameron y dudan. Son favorables a la Unión Europea por abrumadora mayoría, un tema en relación con el cual el primer ministro ha dado muestras de una ambigüedad fatal y es posible que haya abierto la puerta a una salida de Gran Bretaña.
No hace falta decir que una Gran Bretaña en Europa, con su unión intacta, ofrece la mejor oportunidad de que el país tenga importancia y prosperidad en el siglo XXI. La alternativa, sugirió un amigo, es “el Gran Londres más los niveles de Somerset.”
La pequeña Inglaterra sería sin duda muy chica sin Escocia y divorciada de sus socios europeos. Cameron sería el responsable, pero podría gobernar eternamente porque las posibilidades de una victoria laborista, una vez ausente Escocia, serían mínimas. En ese punto, la única alternativa en la mota de hierba en el Mar del Norte sería mojarse, reír y prepararse para tragar agua.

FUENTE:  New York  Times, 15/ 02/ 2014

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