Vistas a la página totales

lunes, 8 de octubre de 2018

CONTRADICCIÓN NORUEGA:" EL COCHE ELÉCTRICO vs. LA ECONOMÍA PETROLERA"





Muchos años después, el mexicano Rodrigo Ballesteros había de recordar aquella tarde remota en que llevó a unos ejecutivos de Red Eléctrica Española a conocer el hielo.
Fue en la ciudad de Trondheim, cuando en 1997 el Real Madrid visitó por primera vez terreno noruego para enfrentarse al Rosenborg en la fase de grupos de la Champions League. Ballesteros, por azar pariente lejano del golfista, lleva dos décadas poniendo en contacto a españoles y noruegos para llevar oportunidades de negocio de un país a otro. En esta ocasión quería mostrar a los emisarios de REE la tecnología de contadores de lectura remota, que Noruega ya empleaba por entonces.
"Lo que más les llamó la atención aquel día", con -12°C en el termómetro, "fueron los asientos con calefacción", recuerda. Tampoco olvida la nevada que cayó el primer día que puso pie en el país, en octubre de 1992.
El río Akerselva a su paso por Oslo. (A.V.)
El río Akerselva a su paso por Oslo. (A.V.)
Todo esto viene a su mente porque este año estamos paseando a primeros de octubre por la orilla del río Akerselva en mangas de camisa. Hace sol y la temperatura es de unos 15°C, suficiente para que los osloítas broten en masa sobre bancos, escaleras y prados.
Ballesteros recuerda un viejo chascarrillo noruego: "El verano es el mejor día del año".
Saben que los días de frío volverán más pronto que tarde, pero algo ha cambiado en estos últimos veinte años. Este verano han tenido temperaturas superiores a los 33°C y el récord histórico de máximas se rompió en varios puntos del país. El anterior récord no estaba lejos, databa del verano de 2014.
Monica Egeberg, directora de un hotel en Grünerløkka (el barrio gentrificado de Oslo) dice no recordar más de tres días así de calurosos en toda su vida. No me atrevo a preguntar su edad, pero las previsiones apuntan a que no tendrá que esperar demasiado al número cuatro.
Noruega es uno de los países de Europa donde más se está notando el cambio climático. Pese a todo, sus efectos no serán particularmente perniciosos para el país, al menos a corto plazo. Los modelos auguran días más calurosos y las lluvias se han incrementado, la primavera llega cada vez antes y el otoño es más cálido: los agricultores y ganaderos están encantados. Y no sólo ellos.
Según varias encuestas, más del 95% de noruegos reconocen que el cambio climático 1) es real y 2) está provocado por el hombre, pero menos de la mitad creen que sea realmente un problema o al menos, que requiera de una acción inmediata por su parte. Este porcentaje, además, va descendiendo año tras año. Es algo predecible. El Notre Dame Gain Adaptation Index, que analiza qué países sobrevivirían mejor y peor a un cataclismo climático, lo tiene claro.
De los 195 países que hay en el mundo, el menos vulnerable es Noruega.

Encuentros en el aparcamiento

En apenas unos años, Oslo se ha convertido en la capital mundial del coche eléctrico. Este año, el 57% de los coches que se han vendido en la ciudad son eléctricos y ya suponen más de uno de cada diez. Por la calle, sin embargo, parecen muchos más porque otro de los planes del ayuntamiento es que los coches de gasolina, directamente, desaparezcan de la vista.
En el distrito de Vulkan, un enorme refugio antinuclear construido durante la Guerra Fría para dar cobijo a cientos de ciudadanos se utiliza ahora como depósito de coches. La idea no es sólo servir de aparcamiento disuasorio —para que los conductores que acceden al centro de Oslo aparquen ahí y tomen el transporte público— sino principalmente, sacar coches del espacio público. Para Sture Portvik, responsable de 'e-mobility' del Ayuntamiento de Oslo, los automóviles no solo contaminan con humo y con ruido, sino también visualmente, con su mera presencia.
"También estamos construyendo nuevos carriles-bici para, básicamente, eliminar el aparcamiento en la calle", apunta.
Portvik, en un aparcamiento para coches eléctricos en Oslo. (A.V.)
Portvik, en un aparcamiento para coches eléctricos en Oslo. (A.V.)
Para el próximo año, en que Oslo será la Capital Verde Europea, los planes son que en el centro de la ciudad no entre ni un solo coche. A partir de ahí todo se acelerará: en 2022 todos los taxis tendrán que ser vehículos de cero emisiones y en 2025 se prohibirá directamente la venta de coches diésel o gasolina.
Área de Oslo en la que estará prohibida la circulación de coches en 2019. (Oslo Kommune)
Área de Oslo en la que estará prohibida la circulación de coches en 2019. (Oslo Kommune)
La cita con Portvik tiene lugar en un entorno peculiar, un aparcamiento de tres plantas dedicado principalmente a recargar coches eléctricos durante la noche. Es decir, pertenece a una empresa privada y durante el día sirve de 'parking' convencional, pero de noche, cuando apenas tiene uso, el ayuntamiento lo alquila para que los dueños de estos vehículos puedan enchufarlos gratis. En una planta se cargan lentamente a 3,6 kW, en otra a 7,2 kW y en la última (de carga rápida) a 22 kW, en función del modelo de coche y las prisas del conductor. "Lo próximo será emplear inteligencia artificial de modo que, al enchufar el coche, proporcione automáticamente la potencia necesaria", explica.
En el pasado, los economistas hablaban de "la paradoja noruega" para expresar la dualidad entre un país con muy poca I+D pero un alto rendimiento económico. Ahora, la paradoja es otra: Noruega, un país que está entre los principales productores de petróleo del mundo es, al mismo tiempo, uno de los líderes mundiales en coches que no necesitan gasolina y otros baremos de eficiencia y sostenibilidad climática. Además, casi toda la energía necesaria para los nuevos vehículos procede de la hidroeléctrica.
"Acá tener un auto eléctrico tiene muchos beneficios", me explica Hernán Rocha, guía turístico argentino que lleva años en Oslo. "No pagan impuestos, no pagan peaje, no pagan el estacionamiento, puede ir por la vía preferencial de taxis y autobuses y la carga en la vía pública es totalmente gratuita".
Al mismo tiempo, sus intenciones son de seguir prolongando el negocio permitiendo las prospecciones petrolíferas en el Mar de Barents y el Árticopara paliar el desagradable hecho de que el fondo soberano parece haber tocado techo e irá reduciéndose irremisiblemente en las próximas décadas.
FUENTE: El Confidencial, 7 / 10 / 2018

No hay comentarios.:

Publicar un comentario