¿Se acuerda cuando en el colegio le decían que el agua era un recurso que nunca se acabaría, y que cada vez que usted abriera el grifo de su casa, ahí iba a estar, fresca y cristalina para su deleite? Pues la historia ha cambiado y ahora hay lugares como Ciudad del Cabo, São Paulo, El Cairo y Ciudad de México que adoptan medidas contra reloj para evitar el famoso ‘día cero’, el momento en que, y de manera indefinida, se tendrán que cerrar las válvulas de los acueductos. Pues bien, algo similar está ocurriendo con los árboles, solo que con menos protagonismo: pueden dar la sensación de ser infinitos pero no lo son. Y están acorralados.
La semana pasada, un informe especial del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas lanzó una advertencia: existe una relación estrecha entre frenar la deforestación y la posibilidad de mantener la temperatura global del planeta por debajo de 1,5 °C.
Gracias a la capacidad que tienen de absorber y almacenar carbono, los bosques pueden proporcionar “hasta el 30 por ciento de la solución climática” que se necesita para evitar escenarios “catastróficos” e “irreversibles”, dice el documento. Sin embargo, no es tarea fácil: tan solo el 2 por ciento de la financiación para asuntos relacionados con el clima se destina al sector forestal, mientras los científicos hacen un llamado a hacer transiciones “rápidas, de gran alcance y sin precedentes” en todos los sectores (energía, transporte, construcción, uso del suelo, industrias, etc.).
Y las cosas no andan bien para estos ecosistemas. En el 2017 el mundo perdió un área de árboles tropicales del tamaño de Bangladés: 15,8 millones de hectáreas; eso es como si casi 40 estadios de fútbol desaparecieran cada minuto durante doce meses.
Según los datos de la Universidad de Maryland, a través de imágenes satelitales de Global Forest Watch (GFW), se trata del segundo peor año para los bosques tropicales del mundo. La Amazonia de Colombia y Brasil son las zonas donde la tala avanza con más violencia, junto con el Congo.
La organización internacional WWF, en su informe ‘Bosques Vivos’, advierte, además, que más del 80 por ciento de la deforestación entre 2010 y 2030 tendrá lugar en apenas once lugares, los llamados ‘frentes de deforestación’. La lista de estas víctimas principales de la motosierra, la ilegalidad, las quemas indiscriminadas y la ausencia del Estado son: la Amazonia (otra vez), el bosque Atlántico del Gran Chaco, Borneo, el Cerrado brasileño, el Chocó-Darién, la Cuenca del Congo, África oriental, el este de Australia, Nueva Guinea, Gran Mekong y Sumatra.
“Si no se actúa para cambiar las tendencias actuales, en esos lugares podrían destruirse hasta 170 millones de hectáreas de bosque en la próxima década, lo que supone más del 80 por ciento del total de la pérdida forestal en el mundo. Imaginemos que desaparece en apenas 20 años un bosque del tamaño de Alemania, Francia, España y Portugal juntos”, advierte WWF.
La organización internacional WWF, en su informe ‘Bosques Vivos’, advierte, además, que más del 80 por ciento de la deforestación entre 2010 y 2030 tendrá lugar en apenas once lugares, los llamados ‘frentes de deforestación’. La lista de estas víctimas principales de la motosierra, la ilegalidad, las quemas indiscriminadas y la ausencia del Estado son: la Amazonia (otra vez), el bosque Atlántico del Gran Chaco, Borneo, el Cerrado brasileño, el Chocó-Darién, la Cuenca del Congo, África oriental, el este de Australia, Nueva Guinea, Gran Mekong y Sumatra.
“Si no se actúa para cambiar las tendencias actuales, en esos lugares podrían destruirse hasta 170 millones de hectáreas de bosque en la próxima década, lo que supone más del 80 por ciento del total de la pérdida forestal en el mundo. Imaginemos que desaparece en apenas 20 años un bosque del tamaño de Alemania, Francia, España y Portugal juntos”, advierte WWF.
Hay una lista larga de todos los servicios que prestan los bosques a la humanidad, de los que usted depende días tras día: suministran aire y agua limpia, albergan más de tres cuartas partes de la biodiversidad terrestre que hay en el mundo, eliminan alrededor de una cuarta parte del CO2 que los humanos emitimos cada año, son fuente de alimento (animal y vegetal), medicina y combustible para más de mil millones de personas, brindan espacios para la recreación y el turismo de naturaleza, reducen los deslizamientos y la erosión del suelo (actuando como barreras y esponjas), entre otros.
El clima futuro de nuestro planeta está inextricablemente ligado al futuro de sus bosques.
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Sin embargo, hay un mal visible que los asedia: la deforestación, que no solo supone la segunda causa del cambio climático después de la quema de combustibles fósiles (con casi el 20 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero), sino que disminuye la capacidad de los bosques para retener carbono. En palabras prácticas: estamos acabando con la solución. Arrasar los bosques del mundo liberaría más de 3.000 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, más que la cantidad de reservas mundiales identificadas de petróleo, carbón y gas ¡juntas!
Los científicos del IPCC lo dijeron en una frase sencilla: “El clima futuro de nuestro planeta está inextricablemente ligado al futuro de sus bosques”. Por eso para la experta Deborah Lawrence, de la Universidad de Virginia (Estados Unidos), evitar la deforestación es tan urgente como detener el uso de combustibles fósiles.
“Necesitamos eliminar el carbono de la atmósfera, pero no tenemos que esperar para desarrollar la tecnología que nos permita hacerlo. Contamos con la tecnología probada de la naturaleza en los bosques. Un mundo de 1,5° C es, de por sí, un mundo difícil para vivir. Ya está mal ahora y se pondrá peor si no hacemos nada.Necesitamos más ambición y nos toca actuar ya porque no tenemos tiempo. Si no protegemos los bosques ahora los efectos podrán ser devastadores”, le dijo a EL TIEMPO.
Los científicos del IPCC lo dijeron en una frase sencilla: “El clima futuro de nuestro planeta está inextricablemente ligado al futuro de sus bosques”. Por eso para la experta Deborah Lawrence, de la Universidad de Virginia (Estados Unidos), evitar la deforestación es tan urgente como detener el uso de combustibles fósiles.
“Necesitamos eliminar el carbono de la atmósfera, pero no tenemos que esperar para desarrollar la tecnología que nos permita hacerlo. Contamos con la tecnología probada de la naturaleza en los bosques. Un mundo de 1,5° C es, de por sí, un mundo difícil para vivir. Ya está mal ahora y se pondrá peor si no hacemos nada.Necesitamos más ambición y nos toca actuar ya porque no tenemos tiempo. Si no protegemos los bosques ahora los efectos podrán ser devastadores”, le dijo a EL TIEMPO.
Lo mismo piensa Carlos Nobre, miembro de la Academia de Ciencias de Brasil y profesor en la Universidad de São Paulo, quien advierte de un aumento acelerado en las tasas de deforestación de los trópicos debido a la producción de productos básicos como el aceite de palma, la carne de res y los granos.
Nobre, y el científico Thomas Lovejoy, profesor de ciencia ambiental en la Universidad George Mason (Estados Unidos), están particularmente preocupados por el futuro de la Amazonia. Según sus cálculos, en los últimos 50 años la deforestación acabó con el 17 % de la vegetación de esta zona, pero si la estadística llega hasta el 20-25 %, ese enorme y tupido bosque (que comparten nueve países) dejará de ser sostenible. “La Amazonia se acerca a un punto de no retorno”, escribieron recientemente en la revista Science Advances.
Para los investigadores, las sinergias negativas entre la deforestación, el cambio climático y la quema forestal podrían traducirse en que más del 50 % de la selva amazónica termine siendo un paisaje de sabana, con poca biodiversidad, simple. Esto, a su vez, se traduce en cambios hidrológicos, en menos lluvias y temporadas secas más largas. El sur de Paraguay, el sur de Brasil, Uruguay y el centro-oriente de Argentina serán algunas de las zonas más afectadas.
“Muchos concentran sus discursos en las energías renovables sin ser conscientes de que los bosques son nuestros grandes aliados, que en este mismo instante están capturando el 30 % de las emisiones. Entonces la solución es restaurarlos y reforestarlos, crear más áreas protegidas, y encontrar mecanismos financieros que beneficien a las comunidades locales, a los verdaderos guardianes”, le comenta Nobre a EL TIEMPO. “Sin los bosques nuestro futuro corre peligro”, sentencia.
Ese bosque, al que se refieren Nobre, Lovejoy, Lawrence y los cerca de 90 científicos que analizaron el informe del IPCC, está en estado crítico, lo que significa que también lo está el 40 % de la población rural que, de acuerdo con la FAO, padece pobreza extrema (unos 250 millones de personas) que vive y depende de las zonas boscosas; también las más de 9.000 millones de personas que se calcula habitarán este planeta en 2030 y que hay que alimentar; o las grandes ciudades como Nueva York, Viena, Bogotá y Tokio que obtienen gran parte del agua potable de bosques protegidos, o las cerca de 9 millones de muertes prematuras al año que se prevé en el 2060 por la contaminación del aire, o las más de 140 millones de personas que el Banco Mundial calcula que tendrán que migrar dentro de sus propios países por motivos climáticos extremos. Usted está en riesgo.
FUENTE: El Tiempo , 21 / oct / 2018
Nobre, y el científico Thomas Lovejoy, profesor de ciencia ambiental en la Universidad George Mason (Estados Unidos), están particularmente preocupados por el futuro de la Amazonia. Según sus cálculos, en los últimos 50 años la deforestación acabó con el 17 % de la vegetación de esta zona, pero si la estadística llega hasta el 20-25 %, ese enorme y tupido bosque (que comparten nueve países) dejará de ser sostenible. “La Amazonia se acerca a un punto de no retorno”, escribieron recientemente en la revista Science Advances.
Para los investigadores, las sinergias negativas entre la deforestación, el cambio climático y la quema forestal podrían traducirse en que más del 50 % de la selva amazónica termine siendo un paisaje de sabana, con poca biodiversidad, simple. Esto, a su vez, se traduce en cambios hidrológicos, en menos lluvias y temporadas secas más largas. El sur de Paraguay, el sur de Brasil, Uruguay y el centro-oriente de Argentina serán algunas de las zonas más afectadas.
“Muchos concentran sus discursos en las energías renovables sin ser conscientes de que los bosques son nuestros grandes aliados, que en este mismo instante están capturando el 30 % de las emisiones. Entonces la solución es restaurarlos y reforestarlos, crear más áreas protegidas, y encontrar mecanismos financieros que beneficien a las comunidades locales, a los verdaderos guardianes”, le comenta Nobre a EL TIEMPO. “Sin los bosques nuestro futuro corre peligro”, sentencia.
Ese bosque, al que se refieren Nobre, Lovejoy, Lawrence y los cerca de 90 científicos que analizaron el informe del IPCC, está en estado crítico, lo que significa que también lo está el 40 % de la población rural que, de acuerdo con la FAO, padece pobreza extrema (unos 250 millones de personas) que vive y depende de las zonas boscosas; también las más de 9.000 millones de personas que se calcula habitarán este planeta en 2030 y que hay que alimentar; o las grandes ciudades como Nueva York, Viena, Bogotá y Tokio que obtienen gran parte del agua potable de bosques protegidos, o las cerca de 9 millones de muertes prematuras al año que se prevé en el 2060 por la contaminación del aire, o las más de 140 millones de personas que el Banco Mundial calcula que tendrán que migrar dentro de sus propios países por motivos climáticos extremos. Usted está en riesgo.
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