Los efectos del cambio climático producen una preocupación añadida, desconocer dónde viviremos. ¿El campo, la ciudad, la montaña?, no siempre la opción de elegir dónde pasaremos el resto de nuestra vida es sencillo y factible, sin embargo, deberíamos tener en cuenta las consecuencias para nuestra salud que ejerce el cambio medioambiental.
La contaminación del aire de las grandes urbes no es algo reciente. Ciudades como Madrid, París o Roma han visto aumentar el índice de agentes contaminante de manera desproporcionada en los últimos tiempos. Los expertos aseguran que durante los próximo 60 años, la temperatura en las grandes capitales aumentará, como mínimo, dos grados. El tráfico y la cantidad de personas que las habitan a diario son el principal factor contaminante.
La falta de lluvia en muchos de estos sitios empeora la situación y la calidad del aire que respiramos ya no está garantizada. El Informe de Evaluación de la Calidad del Aire en España, realizado por el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medioambiente asegura que, aunque se ha mejorado con respecto a años anteriores, se superan los niveles contaminantes. El tráfico es uno de los principales generadores de partículas contaminantes.
Dejar la ciudad a cualquier precio
Pese a que estar en contacto diario con una atmósfera nociva para nuestra salud tiene consecuencias alarmantes (alrededor de 2.680 muertes al año solamente en España), dejar la ciudad no siempre ayuda. La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que la contaminación atmosférica producida en ciertas zonas rurales es similar a la de las grandes ciudades. Más de 3 millones de personas fallecen de manera prematura, en todo el mundo, como consecuencia del aire contaminado.
Otro de los daños colaterales del cambio climático es el aumento del valor de las viviendas ubicadas en zonas costeras. La amenaza de ciclones, huracanes y tormentas produce un aumento de los precios de los seguros, lo que repercute en el valor de la vivienda o el local. Muchos de los desastres naturales no pueden asegurarse por lo que estamos en presencia de otro factor de riesgo para la vida, la falta de vivienda.
Ana Salle Navarra, profesora de biología, sostiene que “no solemos preocuparnos por estos cambios porque lo asociamos con algo que pasará dentro de varios años. Sin embargo, ya estamos observando las consecuencias del cambio climático en el día a día. La situación no se resuelve con abandonar las grandes ciudades, porque esa población tiene que asentarse en otro sitio. Ocurre en muchas ciudades costeras, los habitantes, amenazados por la subida del agua, buscan tierras secas o que no estén anegadas. Es un grupo humano que se moviliza hacia otra zona, si no cambiamos la manera de relacionarnos con el medioambiente nos mudaremos mucho, pero contaminaremos igual”.
Vivir en el campo no garantiza alejarse del problema
Es cierto que, según la zona a la que hagamos referencia, la vida en el campo puede estar más o menos expuesta a la contaminación. Sin embargo, otros factores que influyen de manera negativa en la salud siguen presentes. “Miles de hectáreas de tierras agrícolas y ganaderas se inundan, lo que produce enfermedades, infecciones, escasez de alimentos y muertes. En otras zonas la sequía arrasa con las cosechas y amenaza la vida de los animales”, asegura Ana Salle.
El efecto del cambio climático en las llamadas tierras secas, llegará también como lo hizo en la ciudad. Algunos expertos sostienen que las ciudades aún serán habitables durante 25 años más, sin embargo escapar de las sequías, los incendios, las temperaturas extremas, las riadas, los huracanes y las precipitaciones será prácticamente imposible en cualquier parte del mundo.
FUENTE: Hola, 20 / 12 / 2019
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