Cepsa (Compañia Española de Petroleos S.A.U.) lanza un estudio sobre las perspectivas de los biocombustibles
La compañía Cepsa acaba de lanzar el análisis “¿Qué son los biocombustibles y por qué son clave para luchar contra el cambio climático?”, en el que trata de aclarar de dónde provienen este tipo de combustibles y sus perspectivas de mercado a medio plazo. La firma recuerda que existen dos tipos de biocombustibles: de primera generación o provenientes de cultivos, y de segunda generación fabricados a partir de residuos orgánicos como aceites usados o biomasa forestal. “Pueden ser tanto líquidos (por ejemplo, diésel renovable y SAF de aviación) como gases (biogás y biometano). Este documento aborda los líquidos, que se emplean en transporte aéreo, marítimo y terrestre.
Se considera que este tipo de combustibles reducen hasta un 90% las emisiones de CO2 respecto a los combustibles fósiles tradicionales que se emplean en el sector de transportes. Así en el transporte por carretera, los biocombustibles ya son una realidad, ya que se utilizan en coches y camiones. De hecho, en 2023 los carburantes convencionales tienen que incorporar el 10,5% de biocombustibles, porcentaje que irá aumentando hasta el 12% en 2026. Por otra parte, el llamado SAF (Sustainable Aviation Fuel) se considera el sustituto del actual queroseno que se utiliza en aviación. “El SAF más común producido actualmente se obtiene mediante hidrogenación de aceites vegetales, grasas animales y residuos agrícolas y forestales”, dice el documento.
Los biocombustibles, recuerdan desde Cepsa, ofrecen ciertas ventajas respecto a otras energías en lo que a transporte se refiere. Son una fuente de energía útil para la descarbonización de sectores difíciles de electrificar como el transporte aéreo o marítimo. Además, permiten una descarbonización rápida para la movilidad por carretera ya que pueden sustituir a los combustibles tradicionales sin necesidad de realizar modificaciones en los sistemas logísticos de los combustibles, ni en los motores actuales.
El consumo mundial de biocombustibles podría duplicar los niveles actuales de aquí a 2030 según previsiones de la Agencia Internacional de la Energía. En Europa, la Directiva de Energías Renovables establece un objetivo de penetración de renovables en el transporte del 14% para el año 2030, incluyendo biocombustibles y electrificación y fomenta la introducción de biocombustibles avanzados (parte de los de 2G) mediante el establecimiento de objetivos específicos. Deberán suponer el 3,5% para 2030. Mientras, limita el uso de biocombustibles de primera generación. “En Finlandia en 2019 el Parlamento impulsó una ley para aumentar gradualmente la participación de los biocombustibles en el tráfico por carretera al 30% para 2029. El objetivo para 2023 es del 21%. Suecia cuenta con incentivos fiscales. El impuesto sobre el CO2 se calcula en función de las emisiones medias de los distintos combustibles y desde 2018 se aplica una exención si se demuestra que la mezcla posee una elevada tasa de biocombustibles….”, matiza el estudio.
Según el documento España podría convertirse en líder del sector en Europa, pero tiene que solucionar algunos retos como la elaboración de una hoja de ruta sobre biocombustibles.
Fuente: larazon.es
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