Aunque los modelos matemáticos son razonablemente buenos detectando tendencias climáticas, hay ciertos eventos que, de suceder, tendrían como resultado cambios bruscos en el clima muy difíciles de predecir.
El deshielo del ártico es un punto de inflexión o ‘tipping point’ climático
Ya desde el siglo XIX, y con Alexander von Humboldt como pionero, los naturalistas han advertido de que la actividad humana, y en particular las emisiones de gases contaminantes, tienen la capacidad de cambiar las condiciones de la atmósfera y generar un efecto disruptor en los ciclos climáticos naturales. Este tipo de advertencias, inicialmente hipotéticas, fueron consolidándose con sucesivos descubrimientos, hasta que, en la década de 1980, los primeros modelos matemáticos de carácter predictivo comenzaron a establecer escenarios que mostraban las consecuencias de la actividad humana sobre el clima.
Aquellas primeras predicciones científicas sobre el cambio climático, aunque acertadas, contaban con una elevada incertidumbre que se ha ido reduciendo cada vez más. Actualmente, el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático dispone de pronósticos mucho más precisos y exactos, y bien ajustados a distintos escenarios teóricos, desde los más extremos — muy improbables, tanto por exceso como por defecto— hasta los intermedios —que son, también, los más probables—.
Los 'tipping points': puntos de inflexión climáticos
Sin embargo, hay determinados eventos que, de suceder, pueden romper los esquemas. Son los denominados tipping points o puntos de inflexión en el avance del cambio climático. Los modelos matemáticos de predicción climática se sostienen sobre tendencias paulatinas. Pero estos tipping points representan cambios repentinos o drásticos que, de suceder, tendrían efectos impredecibles. Esto se debe a que, al atravesar estos umbrales, el sistema atmosférico tiende a reorganizarse de forma abrupta y, en muchos casos, irreversible. Y dado que la atmósfera es un sistema caótico, si sucediera cualquiera de estos tipping points, sus efectos serían imprevisibles a priori, y solo podrán conocerse una vez hayan ocurrido, al observar la nueva tendencia climática.
Un tipping point puede estar provocado por una pequeña perturbación que causa un cambio desproporcionadamente grande en el sistema —la versión más grave del conocido ‘efecto mariposa’—. En los casos más probables, este cambio desproporcionado estará asociado con eventos de retroalimentación que se refuerzan a sí mismos.
Además, los tipping points no son entidades aisladas entre sí: varios puntos de inflexión pueden relacionarse unos con otros, retroalimentándose y desencadenando efectos aún más drásticos —e igual de impredecibles—.
La amenaza imprevisible
Uno de los problemas de los tipping points es que puede haber algunos imposibles de identificar hasta que sea demasiado tarde. Sin embargo, y dada la gravedad de estos eventos, se han realizado muchos esfuerzos científicos para identificar tantos como sea posible, así como su riesgo potencial.
Los puntos de inflexión se encuentran en todo el sistema climático, en los ecosistemas, las capas de hielo y la circulación del océano y la atmósfera. El investigador David I. Armstrong McKay y colaboradores, de la Universidad de Estocolmo (Suecia), en una investigación científica publicada en la prestigiosa revista Science, logró identificar un total de dieciséis tipping points con un alto impacto potencial sobre el bienestar humano. De ellos, seis tienen un alto riesgo de suceder ante escenarios de cambio de 2 °C o menos —actualmente, es casi seguro que ese umbral va a ser superado—; cuatro más podrían desencadenarse en escenarios de entre 2 y 4 °C —el escenario más probable está en este rango—, y otros seis podrían ocurrir en un cambio superior a 4 °C —poco probable si se toman acciones climáticas urgentes, aunque no se puede descartar—.
¿Cuáles son los 'tipping points' del cambio climático?
Muchos de los posibles tipping points identificados tienen que ver con la criosfera, es decir, con las masas de hielo del planeta. La pérdida abrupta de hielo marino ártico, especialmente en el mar de Barents, y el colapso de la capa de hielo de Groenlandia tienen umbrales estimados muy bajos, de en torno a 1,5 °C. Además, la capa de hielo de la Antártida Occidental y las cuencas subglaciales del Este de la Antártida tienen umbrales estimados de alrededor de 1,5°C y 3°C, respectivamente.
Por otro lado, el permafrost boreal se divide en tres componentes, con diferentes umbrales y dinámicas, aunque con impactos potenciales bastante graves. Estos hielos acumulan grandes cantidades de metano, y si se diera una liberación masiva, podrían retroalimentar significativamente la acumulación de gases de efecto invernadero; junto a posibles efectos negativos sobre la salud humana, asociados al riesgo de liberación de patógenos actualmente congelados.
Otros tipping points se asocian con la dinámica entre la atmósfera y la actividad oceánica. Uno de los más significativos —que podría estar sucediendo ya— se da en la zona subpolar del Atlántico Norte, donde, si hubiera un sobrecalentamiento, aumenta la probabilidad de un colapso abrupto de la circulación del giro subpolar, con efectos graves en el clima global, de distinta intensidad, dependiendo de las temperaturas alcanzadas. Asociado a éste, y con efectos aún más graves, está el riesgo de disrupción o incluso colapso total de la circulación termohalina del Atlántico Meridional (AMOC), con un umbral mucho más elevado, pero de posibles efectos globales mucho más graves.
Otros posibles tipping points oceánicos tienen una mayor incertidumbre, como los sistemas monzónicos, la anoxia oceánica, cambios en la oscilación de El Niño, el agujero de ozono ártico y la Corriente en Chorro del Polo Norte, lo que hace que su clasificación como elementos de cambio climático sea incierta o poco probable en algunos casos.
Finalmente, hay ciertos puntos de inflexión que se asocian con varios elementos clave de la biosfera, como el Amazonas, el bosque boreal, la vegetación del Sahel o los arrecifes de coral de baja latitud. En estos casos, destaca la disminución en la capacidad de absorción de carbono del Amazonas debido a la deforestación y el riesgo de que se convierta en una fuente de carbono. Además, los cambios posibles en el bosque boreal, el Sahel y los arrecifes de coral, podrían afectar a las dinámicas atmosféricas locales y, en caso de colapso, al sistema climático global.
Proteger estos ecosistemas críticos, que desempeñan un papel crucial en el equilibrio climático global y la biodiversidad, se convierte, en este caso, en una prioridad.
Fuente: muyinteresante.es
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