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domingo, 22 de octubre de 2023

El pastel del Ártico

La región del Ártico siempre ha sido una zona de especial interés y a la vez de pura tensión, ya que son varias las fronteras de países que lindan con él: Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, Islandia, la región de Laponia en Suecia, Noruega, Finlandia, y las islas Svalbard, son quienes lo rodean. El calentamiento global y el cambio climático han impulsado la búsqueda de recursos naturales y la necesidad de fuentes de energía alternativas, convirtiendo así a esa sección del Polo Norte en el punto de mira.


La estrategia Ártica internacional

En los últimos años el calentamiento global está derritiendo el hielo del Polo Norte, alterando su statu quo ante la mayor accesibilidad y extracción de sus recursos, e incluso acortando rutas marítimas que podrían cambiar los ritmos del comercio mundial. En concreto, el paso que une los océanos Atlántico y Pacífico a través del Ártico recibe el nombre de la ruta marítima del Norte, una alternativa a las travesías que cruzan los Canales de Suez y Panamá que permite ahorrar tiempo, combustible y dinero.

Esto significa que la internacionalización del deshielo ártico ha comenzado poniéndose a la cabeza de la agenda estratégica del mundo, porque, por una parte EE. UU y Rusia se encuentran en la región y porque China ya ha incrementado progresivamente su presencia.

Por un lado, la búsqueda de recursos naturales y la necesidad de fuentes de energía alternativas es un tema recurrente en el mundo, especialmente en estos últimos meses donde varios países se enfrentan a una crisis energética. De este modo, el cambio climático lo ha convertido en una región geopolítica de especial interés. Las rutas árticas y los recursos antes ocultos bajo el hielo han ido atrayendo cada vez a más actores internacionales. Nuevos estados están involucrándose en el área sin importar ya la distancia geográfica, organizaciones como la ONU o la OTAN intentan ganar influencia en el norte y ONGs como WWF o Greenpeace luchan por la protección medioambiental del área.

A día de hoy, el Ártico es una región del planeta donde se estima que existe una importante cantidad de petróleo y gas natural sin explotar y crea una atracción sin precedentes.

China en el Ártico

Actualmente existe un emerger de los dragones asiáticos en el territorio ártico. China quiere estar presente en esta región para la importación de recursos de hidrocarburos y minerales como socio estratégico de Rusia y para penetrar en el mercado europeo y transatlántico navegando a través de la NSR (Northern Sea Route), que es la ruta más corta entre los mayores mercados europeos, transatlánticos y la región del Asia-Pacífico, acortándose en unas 3000 millas náuticas respecto al paso por el canal de Suez. China aspira a participar en la gobernanza del Ártico y explotar recursos en zonas no sujetas a la soberanía de los 8 países árticos. Su presencia por el momento es solamente civil, su acción es fundamentalmente política, económica, de investigación científica y diplomática, sin descartar que en el futuro despliegue sus submarinos como parte de su disuasión nuclear. El control del océano Ártico entra dentro de su objetivo de ser la potencia hegemónica para 2049, ya que quien controla el Ártico tiene ventaja para controlar tres continentes, dos océanos y a las mayores potencias del hemisferio norte.

Estados Unidos en el Ártico

La actividad de Estados Unidos en el Ártico, región a la que pertenece desde la compra de Alaska, comprende un amplio espectro de actividades, desde la extracción de recursos y comercio a operaciones científicas y de defensa nacional. La estrategia del Departamento de Defensa de Estados Unidos en el Ártico consiste en mantener una región segura y estable, en el que los intereses norteamericanos sean salvaguardados y su espacio de soberanía protegido, y donde las naciones trabajen de forma conjunta para afrontar los distintos retos, entre ellos singularmente el cambio climático. La estrategia estadounidense tiene dos objetivos: garantizar y apoyar la seguridad y promover la cooperación en defensa y prepararse para una amplia gama de desafíos y contingencias.

Rusia en el Ártico

Rusia es el Estado polar con mayor litoral, eso le da un acceso a ciertos recursos, como el petróleo, mucho más amplio que el de otros países, incluido Canadá, que es el segundo Estado polar con más costa. En los últimos años, Rusia ha experimentado un aumento en la producción de recursos naturales en el Ártico, especialmente en hidrocarburos. Cabe destacar que las sanciones internacionales por la crisis de Crimea y ahora con la guerra de Ucrania, han supuesto un reto para la producción rusa, por ello el Ártico es clave para su desarrollo. La política rusa en el polo norte se basa en dos planos, el militar y el de defensa con los siguientes objetivos: usar los recursos en la región, principalmente petróleo y gas, para promover el desarrollo económico de Rusia; mantener el Ártico como una zona de paz y cooperación; preservar la ecología en el Ártico y que la ruta del norte sea reconocida como una ruta de transporte.

En el plano militar continúa la necesidad de mantener tropas en caso de ataque en la región. Por ello, Rusia ha desarrollado en los últimos años sistemas de radares para controlar sus dominios, y también ha fomentado la construcción de pequeñas bases, puertos y aeródromos militares para proteger su territorio.  No obstante, ese acento en cuestiones militares y de defensa, Rusia también propone la opción de alcanzar acuerdos con otros Estados árticos, sin importar su extensión, para mejorar la cooperación, todo ello en un momento en el que Rusia aspira a recuperar, al menos en parte, el liderazgo del pasado y estalla la rivalidad sino-norteamericana.

En la región coexisten hasta ahora cooperación y militarización, si bien lo que ha primado en los países hasta ahora es la cooperación. Los países árticos hacen una visión exclusivista de la región en un momento en que la globalización se impone.

Conclusión

La elaboración de estrategias específicas para el Ártico por parte de los países presentes en la región demuestra que el área es un escenario relevante para la geopolítica y las relaciones internacionales del siglo XXI. Los Estados implicados se mueven en dos planos: el de la cooperación con los vecinos, en materias como la protección del medio ambiente y el compromiso con un desarrollo económico sostenible, y el de la defensa de sus propios intereses, manifestada especialmente en asegurar la soberanía sobre sus territorios árticos y en preservar los derechos que estos puedan otorgarles en una futura explotación del área compartida.

Para terminar, esta región se ha convertido en una especie de tarta a repartir entre quienes tienen derecho a ella, pero es inevitable que cada país pretenda imponer su soberanía hasta el límite, provocando así ciertas tensiones y más ahora en un contexto de crisis energética. Esta región se puede fácilmente convertir en el tablero de ajedrez ideal para que las tiranteces entre, sobre todo, Asia y Occidente continúen libremente. Las fronteras podrían acabar definiéndose de manera metódica y basada en el consenso científico. Sin embargo, a la lentitud del proceso se suma una tensión geopolítica creciente, lo que podría desestabilizar la toma de decisiones.

Fuente: fei.org

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