En países como el nuestro (Guatemala), dado que la agroindustria ocupa un lugar fundamental para el soporte económico del PIB y que somos uno de los países más vulnerables al cambio climático, el aumento de la temperatura es un desafío primordial no solo para la economía, sino también para las próximas generaciones.
Generar una cultura de educación y responsabilidad ambiental no es una moda, sino una necesidad planetaria imprescindible.
A nivel global el Banco Mundial está promoviendo los llamados “impuestos al carbono”, que son mecanismos que buscan premiar a empresas que tienen baja emisión de carbono y promover producción limpia en la industria. En América Latina, estos mecanismos ya se encuentran en México, Colombia y Chile. Aquí ya contamos con un anteproyecto de ley dentro del Ministerio de Finanzas impulsado por el Lic. Juan Blas.
“Producción limpia” significa que las empresas tienen que reducir sus emisiones de
GEI (gases de efecto invernadero) en la atmósfera. Se colocaría un límite a esta emisión y a cualquier exceso se le colocaría una tasa impositiva, asimismo, producir por debajo significaría una reducción en otros impuestos.
Durante los últimos años, esta política se ha convertido a nivel mundial, en una de las políticas más populares para intentar reducir el uso de combustibles fósiles.
Los impuestos al carbono a nivel internacional intentan: incentivar mayor eficiencia en el control de la contaminación, innovación tecnológica, disminuir contaminación atmosférica y aumentar la recaudación tributaria.
Argelia registró recientemente la temperatura más alta de la historia. El aumento en la temperatura global, la intensidad y frecuencia de los ciclones, el incremento en el nivel de los océanos y en su temperatura, la acidificación de los océanos, son hechos irrefutables y efectos del calentamiento global causado en gran medida por la emisión de CO2 (gases de efecto invernadero).
Es como cuando dejamos el carro bajo el sol y luego adentro del carro hay más calor que afuera. Igual le pasa al planeta, solo que por una causa diferente: dadas las emisiones de gases de CO2 hemos puesto una especie de manta a la atmósfera, que hace que el planeta está absorbiendo demasiado calor lo cual provoca esos cambios irreversibles, drásticos y peligrosos para nosotros y para el planeta.
El impuesto por emisión de CO2 ayudaría a reducir dichas emisiones y por lo tanto a frenar y mitigar el cambio climático.
El mundo está cambiando aceleradamente. Ya no nos toca adaptar la tierra a nosotros, sino nosotros adaptarnos a la tierra: contar con marcos legales para intentar mitigar el cambio climático es enfrentar y anticiparnos responsablemente a los tiempos venideros y comprender sus advertencias.
FUENTE: El Periódico (Guatemala) , 27 / julio / 2018
El empleo de diferentes fuentes de energías alternativas en el Valle del Cauca para producir electricidad ha llevado a este departamento a convertirse en uno de los líderes en este campo en Colombia.
Precisamente esta región cuenta con diferentes fuentes de biomasa, como son los residuos avícolas, porcícolas, forestales, agrícolas y urbanos, a través de los cuales se pueden generar diferentes aprovechamientos energéticos para producir biogás, bioelectricidad o biocombustibles.
Según el informe titulado 'Enfoque competitivo: el poder de la bioenergía', de la Cámara de Comercio de Cali (CCC), “Colombia registró una capacidad instalada de bioenergía de 296 megavatios(MW) en 2017, 16,1 por ciento más frente a 2016, de los cuales 292 MW son a base de biomasa sólida y 4 MW a partir de biogás”.
Este reporte destaca, además, que: “una de las industrias que ha aprovechado la ventaja competitiva que representa la biomasa es la agroindustria de la caña de azúcar. Actualmente, este sector lidera la cogeneración de energía en el país, la cual representa 91,4 por ciento de la cogeneración nacional”.
De acuerdo con XM S.A. E.S.P, entidad que opera el Sistema Interconectado Nacional (SIN) y que administra el mercado de energía en Colombia, durante el año 2017 la agroindustria de la caña inyectó al SIN 576 gigavatios hora GWh de energía eléctrica.
El principal cogenerador de la región en 2017, precisa la CCC, fue Proenca 1 con el 22,5 por ciento del total; seguido por los ingenios Risaralda y Providencia, con 20,4 por ciento de participación cada uno.
Juan Carlos Mira, presidente de Asocaña, al respecto señala que “mediante la cogeneración, la agroindustria de la caña contribuye a la seguridad energética nacional de manera sostenible con el medio ambiente. En 2017 se generaron 1.487 GWh de energía eléctrica, que es suficiente para atender las necesidades de 1 millón de colombianos. Es decir, la que requiere una ciudad como Cartagena o la mitad de Cali”.
Además, el Valle del Cauca, según Alejandro Ossa Cárdenas, director ejecutivo de Invest Pacific, “aporta más del 98 por ciento de la cogeneración de la energía eléctrica nacional a partir de biomasa, gracias a su potente industria azucarera, alcanzando 300 MW, de los cuales casi 100 MW son excedentes entregados al sistema nacional”.
Proteína blanca
Otro jugador que está incursionando en el mundo de la bioenergía es el de la proteína blanca (producción de pollo, huevo, cerdo y sus derivados). Actualmente, el Valle del Cauca y Cauca son los principales productores de este renglón económico en el país, con un 22 por ciento de participación, precisa la CCC.
El aumento de la producción nacional de proteína blanca en los últimos años en esta región representa, según la CCC, una oportunidad para aprovechar energéticamente los residuos orgánicos de esta industria, como la porquinaza, pollinaza, gallinaza, entre otros.
El avance en este tema es tan significativo que en 2017 se inauguró, en el norte del Cauca, la primera planta de biogás que genera energía eléctrica a partir de gallinaza. Este proyecto espera culminar con una capacidad de 4 MW, de los cuales aportará al menos 2 MW al SIN.
Otras empresas de esta industria se encuentran desarrollando pilotos y/o evaluaciones de su potencial de generación eléctrica, los cuales aumentarían la capacidad de la región en, al menos, 2 MW de energía en los próximos 2 años, advierte el reporte de la CCC. Sobre este punto, Ossa señala que “el incremento de la región en los sectores avícola y porcícola lo ubica en el tercer mayor productor, para lo cual emplea residuos de animales que son transformados para la generación de biocombustibles como el biogás”.
El bioetanol
En Colombia la elaboración de este combustible es resultado de una política pública de desarrollo rural, ambiental y energética, la cual contribuye a la generación de empleo formal y a la diversificación de la canasta energética del país.
Gracias a esa política gubernamental y a la inversión del sector privado, que asciende a 900 millones de dólares en 7 destilerías, Colombia es hoy el tercer país productor de bioetanol en América Latina, después de Brasil y Argentina, con una producción anual de aproximadamente 367 millones de litros para el 2017.
De las siete destilerías actuales, cuatro de ellas se encuentran ubicadas en el Valle del Cauca, generando empleos, desarrollo a lo largo de la cadena de la agroindustria y riqueza en las regiones de su área de influencia.
El bioetanol colombiano tiene características excepcionales, como es ayudar a mitigar los efectos del calentamiento global, ya que reduce en un 74 por ciento las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI), en comparación con los combustibles fósiles.
Ossa, enfatiza que de “acuerdo con Asocaña, el biocombustible contribuye a reducir cada año la emisión de 1,45 millones de toneladas de GEI”.
Para destacar, en marzo de 2018 se incrementó la mezcla al 10 por ciento de Bioetanol ( E10 ) en las gasolinas que se consumen en la totalidad del territorio colombiano, con lo cual se aumenta la eficiencia energética, pues una mezcla de este porcentaje incrementa el octanaje de la gasolina corriente en tres octanos y en la extra en dos, lo cual permite que los vehículos trabajen mejor y que el consumidor pueda ahorrar combustible.
Un balance de Asocaña sobre la producción de este biocombustible en los primeros cinco meses de 2018 indica que la cifra llega a 142 millones de litros en las 6 destilerías pertenecientes a los ingenios azucareros (no hay información disponible de la producción por parte de Bioenergy), esto es un 2,9 por ciento más que la producción registrada en igual periodo de 2017.
Otro aspecto para destacar de esta región es que recientemente se haya convertido en pionera, a nivel nacional, en la instalación de una granja solar a gran escala. “Este proyecto, impulsado por Celsia, está ubicado en el municipio de Yumbo y, de acuerdo con información de la empresa, la granja solar no sólo ayudará a mitigar la emisión de contaminación, toda vez que reduciría hasta 160.000 toneladas de CO2 en más de dos décadas, sino también beneficiará a más de ocho mil familias”, señala Ossa.
Todos estos factores competitivos frente a otras regiones del país y del mundo colocan al Valle del Cauca, en opinión de Alejandro Lucio Chaustre, director ejecutivo de la Asociación de Energías Renovables Colombia (SER Colombia), como un referente en materia de energías no convencionales hasta el punto de ser un líder en dicho tema.
Guatemala enfrenta un panorama desalentador por los efectos del cambio climático: un informe advierte sobre una pérdida de agua que afectará la agricultura y de la escasa capacidad de respuesta que tendrá el país.
“En los próximos 30 años la disponibilidad del agua disminuirá en Guatemala ya que según los modelos elaborados, la temperatura aumentará entre 1,5 y 3 grados centígrados y la lluvia disminuirá entre 8 y 23%”, señala el informe de entidades públicas y privadas divulgado este viernes.
El “Primer Reporte de Evaluación del Conocimiento de Cambio Climático en Guatemala” detalla que las principales actividades económicas expuestas a los riesgos climáticos son la agricultura, hidroelectricidad, comercio e infraestructura.
El informe fue elaborado por más de veinte instituciones del sector académico, público, organizaciones no gubernamentales e internacionales, como un instrumento para apoyar la toma de decisiones sobre el cambio climático.
El estudio destaca que la capacidad de respuesta a los desastres naturales en el país “es muy baja por la situación socioeconómica limitante que se tiene en la actualidad”, lo cual incrementa su vulnerabilidad al calentamiento planetario.
Piden aumentar cobertura forestal
Ante ello, recomienda aumentar la cobertura forestal, manejar mejor la basura e instalar un transporte público a base de electricidad en lugar de derivados del petróleo.
También considera que el conocimiento de los pueblos indígenas mayas sobre el clima, observado por ellos durante siglos, puede servir como base para las acciones de adaptación al cambio climático.
Cifras oficiales indican que el 42% de los 16 millones de guatemaltecos son indígenas, aunque líderes autóctonos afirman que representan a más del 60% de la población.
“Los efectos de cambio climático son de alcance mundial y de una escala sin precedentes. Si no se toman medidas drásticas desde hoy, será más difícil y costoso adaptarse a estos efectos en el futuro”, comentó el decano de Investigaciones de la privada Universidad del Valle de Guatemala, Edwin Castellanos.
Centroamérica es considerada una de las regiones más vulnerables a los efectos del cambio climático, según distintos informes internacionales.
Cuba estudia cambiar el calendario de su cosecha azucarera, que se extiende históricamente de noviembre a abril, para adaptarse al cambio climático que la ha castigado en los últimos años.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, ordenó esta semana realizar un estudio sobre esta situación, y tomar las medidas de adaptación que correspondan, informó este sábado el diario oficial Granma.
El mandatario solicitó este trabajo a la empresa estatal Azcuba, encargada de la producción azucarera y sus derivados, llevar adelante un estudio con el ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
"Se debe estudiar el comportamiento del clima en los últimos tiempos y su incidencia en la planificación de la zafra azucarera, pues las estaciones están cambiando y tenemos que ser capaces de adaptarnos a ello", dijo Díaz-Canel, según la publicación en el Granma.
El presidente cubano y el resto del gabinete analizaron los resultados de la zafra de 2017-18, en la cual se produjo "algo más de un millón de toneladas de azúcar", una cifra menor a lo previsto, dato que no se informó.
El nuevo presidente de Azcuba, Julio García Pérez, señaló como causas fundamentales del resultado de la cosecha las "afectaciones climatológicas antes del inicio de la contienda; el comportamiento de la lluvia en el periodo de zafra, muy superior a la media histórica, lo cual afectó la calidad de la caña, y la operación en la industria".
Pero también enumeró otras causas ajenas a los factores climáticos, como "la baja productividad de los equipos de cosecha y transporte; así como deficiencias organizativas y de dirección en general".
Cuba, que fue uno de los grandes exportadores mundiales de azúcar y productor líder por siglos, vio declinar esta industria por los bajos precios del producto, la falta de inversión y la reducción de tierras y fábricas.
De una producción superior a los siete millones de toneladas en la década de 1970, la industria apenas ha logrado acercarse a los dos millones en los últimos años, sin poder aprovechar la recuperación del precio en el mercado mundial.
Según Azcuba, la isla cuenta con 56 ingenios, 10 refinerías, 12 destilerías, así como otras instalaciones destinadas a subproductos y derivados.
Actualmente, 588.667 hectáreas están destinadas al cultivo de caña de azúcar en Cuba. La agroindustria estatal cuenta con un parque de 1.363 cosechadoras, 7.833 tractores y 4.623 camiones.
arios bomberos y voluntarios luchan contra las llamas en un incendio en Verori, cerca de Loutraki (Grecia).VASSILIS PSOMASEFE
En unos sitios se queman y en otros se ahogan. En unos sitios hay sequía y en otros inundaciones. Es normal, porque si hace más calor, se evapora más agua y en algún lugar tiene que descargar.
El fuego. Hemos visto cómo Grecia ardía sin piedad. Hemos visto a gente calcinada que había muerto abrazándose. Hemos visto la desolación y la impotencia frente a una ola de incendios que avanzaba como bombas rodantes y que en solo dos días se llevó la vida de más de ochenta personas en la región de Atenas. No era un hecho aislado. La tragedia griega era el último de una cadena de episodios de calor extremo que comenzó a principios de julio en Escandinavia.
Hasta 52 incendios forestales quemaban simultáneamente el 21 de julio a lo largo de Suecia, algunos de ellos por encima de la línea que delimita el círculo polar ártico. Una ola de calor sin precedentes en Escandinavia había prendido unos bosques que creían inmunes al calor.
El mes de mayo había sido ya el más caluroso desde que se tienen registros. El 18 de julio la helada Laponia alcanzó los 33 °C y en Makkaur, en el círculo polar ártico, los termómetros registraban 25,2 °C… de noche. Algunos días de este mes de julio hacía más calor en el norte de Noruega que en Alicante.
También en la fría Siberia hubo incendios forestales cuyo humo llegó hasta Canadá y Estados Unidos. En algunos lugares, además de bosques, las altas temperaturas se cobraban vidas por golpes de calor y deshidratación. A principios de julio Canadá llegó a registrar ya más de 70 muertes. Dos semanas después era Japón la que sufría los rigores del calor extremo: 80 personas murieron y 22.000 tuvieron que ser hospitalizadas. En la zona de Kumayaga se alcanzó el récord de 41,1 °C.
El agua. En junio hubo inundaciones en Francia, Polonia, Austria, Grecia y Bulgaria. En julio, el agua hacía estragos en Asia. El 24 de julio se contabilizaban 27 muertos y decenas de desaparecidos en Son Tinh (Vietnam). Ocurría justo un mes después de que otra tormenta tropical se cobrara más de treinta muertos. En Laos la llegada de una enorme avenida causada por las intensas lluvias hizo ceder la presa de una central en construcción y 5.000 millones de metros cúbicos de agua se precipitaron sobre las poblaciones vecinas. Los muertos y desaparecidos se estiman por cientos.
Lo que ocurre encaja perfectamente con las previsiones que los expertos del panel científico de Naciones Unidas sobre Cambio Climático habían pronosticado: habrá más fenómenos extremos y serán más frecuentes. El tiempo no está loco. Lo hemos vuelto loco. Y ahora el loco tiempo mata más y con más frecuencia.
Pero el negacionismo sigue con su negociado, ajeno a toda esta muerte y este dolor. Y su negociado es negar la evidencia para crear confusión y evitar así que prosperen las medidas que deberían aplicarse para impedir que todo esto vaya a más. Cuando piensen en la economía, piensen también en los que han muerto abrasados o ahogados.
TAN LEJOS DE LAS CAUSAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO, TAN CERCA DE SUS CONSECUENCIAS.
Las Islas Salomón, en el Pacífico Sur, no tienen autos ni carbón, pero son calificadas por los científicos como un “punto caliente global”, ya que los mares circundantes se han elevado casi el triple del promedio global; sin embargo, sus habitantes no tienen intenciones de irse.
ISLA MAKARU, Islas Salomón – La primera isla a la que David Tebaubau se mudó hace catorce años ya desapareció: quedó sumergida por las fuertes corrientes y el aumento en el nivel del mar.
“Solía estar justo ahí”, me dijo, señalando al este hacia un punto que simplemente parecía más océano. “Pensamos que todo saldría bien, pero las cosas se están complicando”.
El trocito de tierra en el que habita actualmente en este rincón remoto del Pacífico Sur mide la mitad de la extensión que tenía cuando llegó, hace cinco años. Cuando la marea está a la mitad de su nivel, mide 24 pasos por su lado más ancho y 58 pasos a lo largo (de acuerdo con mi propio conteo caminando).
Si la marea sube se vuelve aún más pequeño, una lágrima de arena y coral con espacio apenas suficiente para su familia y unos cuantos montones de algas que cultivan en el mar.
Esas algas son las que los mantienen aquí. Las zonas bajas cercanas a su isla —y a otras dos donde también se han establecido familias recolectoras— son perfectas para la reproducción de un alga resistente que se exporta a toda Asia. Tebaubau, un hombre de 50 años con voz serena y una larga barba de sabio que antes trabajaba como mecánico, es experto en su cultivo.
Sus ingresos le han servido para enviar a sus hijos a una escuela privada en una isla más grande. Para sus vecinos recolectores de algas no es solo un ermitaño más. Es el Rey de las Algas.
Al menos mientras le dure el reino.
Las tres islas arenosas están a punto de desaparecer debido a las poderosas corrientes y al aumento del nivel del mar ocasionados por el cambio climático. La vida en este lugar, precario y precioso, es encantadora, tropical y serena, pero también es muy parecida a vivir en una tina con agua caliente que sale del grifo pero sin una coladera que la deje escurrirse. Jamás.
Esto es lo habitual en la mayoría de las Islas Salomón, un asombroso país que lucha por salir adelante formado por aproximadamente novecientas islas y 570.000 habitantes.
Los científicos le llaman “punto caliente global”. Los mares circundantes se han elevado alrededor de 7 a 10 milímetros por año desde 1993, casi el triple del promedio global actual; los científicos prevén que esta cifra se presente en gran parte del Pacífico hacia la segunda mitad de este siglo.
Ante esta situación, los habitantes de pequeños poblados en varias islas han tomado sus cosas y se han marchado. Otros, en especial aquí en las tres islas rodeadas de algas, hacen todo lo posible por quedarse.
“La gente dice que estas islas son vulnerables y, además, suelen tratar a los seres humanos como si también lo fueran”, comentó Simon Albert, investigador de la Universidad de Queensland en Australia, quien ha escrito varios ensayos acerca de la adaptación al cambio climático en el Pacífico. “Pero a mi parecer, sucede lo contrario: son fuertes y resilientes”.
Quizá también sean un poco tercos, pero con razón.
Las familias que viven aquí están formadas por los hijos y nietos de migrantes que los británicos reubicaron en la década de los cincuenta, después de que sus islas en el Pacífico sufrieran intensas sequías.
No tienen intenciones de mudarse de nuevo.
“Dicen que estamos locos por quedarnos, pero sobrevivimos por nuestra cuenta”, afirmó Andrew Nakuau, de 55 años, agricultor y líder comunitario en Beniamina, donde habitan sesenta personas amontonadas en una isla de apenas unos cientos de metros de extensión.
Nos encontramos en el centro, en una pequeña iglesia en el punto más alto de Beniamina, a una rodilla de altura del nivel del mar. Alcanzaba a ver la isla Makaru a solo un breve trayecto en bote de distancia.
Pequeños páneles solares del tamaño de una libreta resplandecían en los techos de paja y madera de las casas apiñadas en las cercanías. Los lavabos y cubetas para el agua de lluvia, la única agua dulce disponible, se alineaban por los caminos de la isla, sedientas de lluvia.
Le pregunté a Nakuau qué se sentía estar tan alejado de las causas del cambio climático, de los autos y el carbón, pero tan cerca de sus consecuencias.
Se encogió de hombros y me condujo hasta su línea de defensa.
A la izquierda de una construcción adyacente ubicada sobre el agua verdeazulada, que solía ser tierra firme, señaló una pila de coral que se elevaba varios metros sobre la arena. Unas vigas de madera la mantenían en su lugar.
“Esta es la segunda muralla que construyo”, dijo. “Edifiqué la primera hace cuatro años”.
También añadió un segundo piso a su casa.
Cuando descubrí un reproductor de DVD le pregunté si tenía una película favorita. Rambo, respondió.
Horas más tarde, con la marea baja, regresé. La mayoría de los jóvenes de las islas se encontraban en el agua apilando algas en el interior de canoas o atando vástagos a unas cuerdas sumergidas.
Hacía calor, un calor ecuatorial, incluso dentro del agua.
Cuando la tormenta se aproximó, los hombres comenzaron a trasladar su pesca bajo las lonas para protegerla.
Todos coincidieron en que casi nadie ocasiona problemas. Incluso el consumo de alcohol está en contra de las reglas; el castigo por beber es de veinte latigazos en el trasero. El último castigo se aplicó hace aproximadamente un año, contó Nakuau, a ocho jovencitos y dos jovencitas que fueron descubiertos en un rincón no muy lejano de su pequeña isla.
Los matrimonios entre habitantes de distintas islas son comunes (tres de los hijos de Tebaubau se casaron con miembros de familias de Beniamina) y la recreación es comunal: noches de bingo para las mujeres una vez a la semana, los cumpleaños que celebra toda la comunidad y, la mayoría de los días al anochecer, voleibol y música en Beniamina.
Los juegos son competitivos pero animados, con música que varía desde hip hop hasta ABBA. Al ver a los adolescentes jugar una noche especialmente gloriosa, casi era posible creer que la vida podría continuar en este lugar sin perturbaciones.
Sin embargo, a la distancia se observaban los árboles muertos que solían estar en tierra firme y las olas azul marino que chocaban contra el arrecife.
Ninguno de los isleños, en especial el Rey de las Algas, parecía notarlo. Cuando regresamos a Makaru, Tebaubau me mostró feliz su almacén con las algas que planeaba vender.
“No pienso mudarme”, dijo. “Aquí no hay jefes; tú eres el jefe”.
Sus hijos estaban afuera. Su muro de coral se mantenía en pie. “Seguiremos intentando”, afirmó, “tratando de aguantar”.
A excepción de algunos perros que gruñían, estaba completamente solo, inclinado hacia el remolino de los mares en ascenso.
Tras su arribo a la Luna, en julio de 1969, el astronauta Neil Armstrong enunció una frase que, con mucha precisión, resumía la importancia del acontecimiento: “Un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Desde entonces, la llegada de una persona a Marte (el planeta más parecido y cercano a la Tierra del sistema solar) fue calificado como el siguiente gran salto.
Con el reciente descubrimiento de agua líquida debajo del polo sur marciano por parte de un equipo de científicos italianos, hecho que se suma al amartizaje del robot Curiosity de la NASA hace cuatro años, ha vuelto a cobrar fuerza la idea de impulsar el envío de astronautas al planeta rojo, e incluso de crear colonias humanas.
Para ello, los científicos e ingenieros tendrían que enviar una nave capaz de despejar desde la superficie marciana con una velocidad de “escape” mayor a los 18.200 km/hr. Es decir, más del doble de la que hace falta para abandonar la Luna (8.500 km/hr) y casi la mitad de la que se necesita para dejar la Tierra (40.300 km/hr). Esto, debido a la gravedad de los planetas.
Mientras los científicos y las compañías espaciales resuelven éstas y otras (costosas) variables en los próximos años, es de esperar que por estos lados se inviertan más recursos y esfuerzos en pro de una carrera mucho más trascendental: reducir la emisión de gases de efecto invernadero y la contaminación en general para preservar la biodiversidad en nuestro planeta, con el fin último de garantizar a las futuras generaciones una buena vida.
El catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública por la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Gran Canaria Lluis Serra ha defendido que en España "nos queda bastante de la dieta mediterránea a pesar de la globalización que nos lleva a un modelo alimentario tipo fast food".
Serra, que promovió la declaración de la dieta mediterránea como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, obtenida en 2010, es uno de los profesores del curso 'Avances en Alimentación y Nutrición' que esta semana se imparte en la sede de Laredo de los Cursos de Verano de la Universidad de Cantabria (UC).
En ese curso, según informa la UC, Serra ha asegurado que en España "nos queda todavía bastante de esa dieta a pesar de lo que la gente cree, a pesar de la globalización que nos lleva a un modelo alimentario tipo fast food donde predominan los alimentos procesados con grasas y con azúcares".
Para el experto, "también es cierto que gracias al concepto de dieta mediterránea, basada en productos locales, producidos en el territorio, estamos recuperando lo que denominamos la sostenibilidad en el modelo alimentario y que de alguna forma nos lleva a tomar conciencia sobre el impacto de la producción alimentaria no solamente sobre la salud o sobre el futuro, sino también sobre el medio ambiente".
Esa declaración de la dieta mediterránea como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad no sólo recoge recetas sino también "formas de pesca, formas de producción agraria o fiestas en torno a la comida, y todo ello recogido y documentado con ejemplos para España, inicialmente, Marruecos, Grecia e Italia y que después hemos ampliado a Croacia y Portugal, ampliando el abanico de ejemplos de estas prácticas".
Para el experto, "también es cierto que gracias al concepto de dieta mediterránea, basada en productos locales, producidos en el territorio.
El catedrático ha afirmado que "el consumir productos de cercanía o el moderar el consumo de carne son mensajes que gracias a esta revitalización de la dieta mediterránea estamos logrando a nivel del consumidor y que esperemos que sean importantes en todo lo que representa la agenda de mitigación del cambio climático".
Durante el curso se ha habaldo del consumo sostenible. "Hay un decálogo del consumo sostenible en la comunidad en el cuál se pone en evidencia los aspectos básicos que el consumidor debe tener en cuenta para mejorar la sostenibilidad de la alimentación", ha dicho el experto en salud, an este sentido, Serra ha señalado que "no puede ser que la gente diga que la sostenibilidad es un tema que no les afecta", y ha insistido en que "es un tema de cada uno de nosotros y cada uno de nosotros podemos hacer cosas que ayuden a cambiar la tendencia".
Entre las medidas que podemos tomar para contribuir a la sostenibilidad el profesor habló de "comer menos carne y menos derivados de vacuno porque el consumo de vacuno es uno de los principales causantes de la emisión de gases de efecto invernadero", además, ha resaltado la importancia de consumir "productos que hayan viajado poco, aparte de que económicamente es importante para los productores de nuestro entorno, también porque es importante para la propia sostenibilidad".
En esta línea, ha añadido que "debemos vigilar lo que compramos, reciclar, no comprar demasiados alimentos con envases; ahora estamos empezando a concienciarnos con el tema de los plásticos y es muy importante", también ha apuntado que hay que "respetar los procesos mediante los que se producen los alimentos, conocerlos y entusiasmarnos por saber de dónde vienen los huevos que estamos comiendo o el pescado que consumimos".
Sobre nuestro consumo habitual de comida, Serra ha indicado que "debemos comer menos, consumir en exceso nos provoca enfermedades, pero a la vez es un despilfarro para el sistema productivo, si consumimos un veinte o un treinta por ciento más de calorías de las que necesitamos, se está produciendo un despilfarro".
FUENTE: Diario de Yucatán , Ecoticias, 26 / julio / 2018
Las nubes noctilucentes son nubes raras vistas en altitudes muy altas y parecen ser cada vez más comunes como resultado del cambio climático producido por el hombre, pero no son las altas temperaturas las que están forzando el cambio. El metano puede jugar un papel importante en su formación
Las nubes noctilucentes (o mesosféricas polares) son las únicas que se forman a altitudes tan altas como la mesosfera superior, que típicamente toman forma a alturas de aproximadamente 50 km. Se desarrollan en temperaturas extremadamente frías, a veces por debajo de -134 ° C.
La única parte de la atmósfera de la Tierra que regularmente produce tales valores fríos es la mesosfera superior en latitudes más altas durante el verano. Como resultado, las nubes noctilucentes se ven con mayor frecuencia hacia el polo, a unos 50 ° de latitud norte y sur. Solo pueden verse a simple vista después de la puesta del sol y antes del amanecer, mientras que la luz del sol todavía está golpeando las nubes y dándoles un resplandor azulado distintivo.
Debido a que las partículas de polvo son normalmente demasiado pesadas para subir a la mesosfera superior y servir como núcleos nubosos, las nubes noctilucentes dependen en cambio de pequeños fragmentos de polvo que dejan los meteoros que caen.
Un nuevo estudio de modelado publicado este mes revela que los informes cada vez más frecuentes de nubes noctilucentes (que brillan por la noche) pueden explicarse por cantidades cada vez mayores de vapor de agua producido a partir del metano.
Un estudio, publicado este mes en Geophysical Research Letters (ver aquí nota de AGU), usa modelos computarizados para investigar la impresión de que las nubes noctilucentes están ocurriendo con mayor frecuencia.
Liderados por Franz-Josef Lübken (Instituto Leibniz de Física Atmosférica), los autores concluyen que la cantidad de veces que un observador en un lugar determinado de latitudes medias a altas podría ver una nube nocturna ha aumentado desde una vez cada pocas décadas en el siglo XIX, a una vez o más por año hoy. Durante la era preindustrial, agregan, las nubes noctilucentes más brillantes y más visibles pudieron haber sido vistas solo una vez cada pocos siglos.
Este diagrama muestra las principales capas de la atmósfera de la Tierra. Las nubes noctilucentes se forman en la mesosfera, muy por encima de donde se forman las nubes normales que condicionan nuestro tiempo. Crédito: Randy Russel / UCAR.
Un gran cambio en las últimas décadas parece ser una irrupción del vapor de agua en la mesosfera superior desde abajo. Algo de esto está llegando directamente, pero de acuerdo con el nuevo estudio, se está convirtiendo una cantidad mucho mayor de metano en vapor de agua.
Una molécula de metano (CH4) se puede oxidar en dos moléculas de vapor de agua (H2O) en presencia de la luz solar. Hay mucho más vapor de agua presente naturalmente en altitudes más bajas que las que puede generar el metano, pero en la mesosfera, mucho menos densa, parece que la oxidación de metano es la principal fuente de vapor de agua. Lübken y sus colegas estiman que la cantidad de vapor de agua por unidad de volumen a la altura de las nubes noctilucentes ha aumentado en aproximadamente un 40% desde finales de 1800.
La atmósfera actual contiene aproximadamente el doble de metano que hace un siglo. De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU., las principales fuentes de metano en los EE. UU. son las fugas de la producción de gas natural; los gases emitidos por el ganado rumiante como vacas, ovejas y cabras; y la descomposición gradual de los vertederos.
El metano permanece en la atmósfera por un período mucho más corto que el dióxido de carbono, pero es un gas de efecto invernadero mucho más poderoso por mol lécula. Entre las sustancias que la actividad humana agrega a la atmósfera, solo es superada por el dióxido de carbono en su contribución al cambio climático.
Según lo indicado por esta entidad, durante el año fiscal 2018 se financiaron proyectos para mitigar los problemas climáticos por US$20.500 millones, correspondiente al 32,1% del monto total asignado, superando así la meta en este ítem que se proyectaba en un 28%.
El Banco Mundial anunció que en el año fiscal 2018 (que acaba de finalizar), el 32,1% de su financiamiento tuvo beneficios para la lucha contra el cambio climático a nivel global. Superando el 28% que se había proyectado para este ítem en su Plan de Acción de Cambio Climático presentado el 2016, el monto representó un récord de US$20.500 millones.
Lo interesante es que los préstamos otorgados por esta entidad en esa línea, son básicamente para que los países puedan cumplir sus objetivos nacionales de reducción de C02, según lo establecido en el Acuerdo de París.
Desagregando el monto total, tenemos varias específicas como por ejemplo, la integración de 18GW de energía renovable adicional en redes eléctricas, movilizar cerca de US$ 10.000 millones en financiamiento comercial para energía limpia; desarrollar 22 planes de inversión para una agricultura climáticamente inteligente en 20 países; o invertir US$784 millones en mejorar los sistemas de transporte resilientes al clima, entre otras iniciativas.
18 JUL 2018
Incluso, se incluyen acciones indirectas como entrégale información climática confiable a 38 millones de personas en 18 países, mediante sistemas de alerta temprana para hacer frente a desastres naturales más frecuentes e intensos, como inundaciones y huracanes.
“No hemos excedido nuestros objetivos climáticos solo en el papel. Hemos transformado la forma en que trabajamos con los países y estamos viendo grandes transiciones a la energía renovable, sistemas de transporte y ciudades sostenibles”, dice Kristalina Georgieva, directora general del Banco Mundial, y añade: “Esto ofrece a las personas más vulnerables una oportunidad de lucha contra el cambio climático, al enfrentar y adaptarse a los impactos actuales y trabajar para contener el daño futuro a nuestro planeta”.
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Las principales entidades de préstamo del Banco Mundial, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento BIRF) y la Asociación Internacional de Fomento (AIF), casi duplicaron la proporción de proyectos que brindan beneficios colaterales climáticos, aumentando del 37% en el año fiscal 2016, al 70% en el año fiscal 2018. Y el financiamiento del Banco Mundial para que los países en desarrollo se adapten y desarrollen resiliencia al cambio climático también creció, con US$7.700 millones en inversiones de adaptación en el año fiscal 2018, comparado con US$3.900 millones el año anterior.
Cerca de la mitad (49%) de todas las finanzas climáticas del Banco Mundial están dedicadas a la adaptación (ver gráfico), lo que demuestra el compromiso de centrarse tanto en ayudar a los países a adaptarse al cambio climático como en mitigar las emisiones futuras.
Por otro lado, los compromisos climáticos de la Corporación Financiera Internacional (CFI) -el principal miembro del Grupo del Banco Mundial centrado en el sector privado en los mercados emergentes- representó el 36% de su cuenta. Esto se traduce en más de US$ 3.900 millones en inversiones inteligentes por cuenta propia, y US$4.400 millones adicionales en movilización básica. “La mayor parte del crecimiento económico está teniendo lugar en los mercados emergentes, y en IFC reconocemos que debemos garantizar que este crecimiento sea incluyente y sostenible. Esta es una oportunidad de inversión de un billón de dólares “, dijo Philippe Le Houérou, CEO del IFC.
Latinoamérica
Con respecto a la Región de América Latina y el Caribe, en su informe, el Banco Mundial indica que “es altamente vulnerable a los recursos naturales desastres y escasez de agua, y enfrenta desafíos en las prácticas de uso de la tierra y urbanización sostenible”, agregando que “está expuesta a muchos fenómenos relacionados con el clima, como retirada de los glaciares, sequías, deslizamientos de tierra, huracanes y -claramente- el fenómeno de El Niño.
Incluso, el documento detalla que “las proyecciones sugieren que los choques climáticos se volverán más intensos y frecuentes, apoyando aún más el imperativo para la adaptación y la resiliencia.”
BOSQUE DE CEDROS BAROUK, Líbano – Los cedros ancestrales de Líbano han sobrevivido a imperios y a guerras modernas. Caminar entre los cedros en la ladera de una montaña se siente como visitar un territorio de seres primigenios.
Algunos de los árboles más antiguos han vivido aquí durante más de mil años, extendiendo sus singulares ramas horizontales como brazos abiertos y enterrando sus raíces en lo profundo del escarpado terreno de cal. Prosperan en el clima húmedo y frío de este inusual ecosistema del Medio Oriente, con picos montañosos que atrapan las nubes que flotan desde el mar Mediterráneo y resplandecen con nieve invernal.
Sin embargo, después de siglos de actos depredadores por parte de humanos, los cedros de Líbano enfrentan la que es quizá su mayor amenaza: el cambio climático, que podría eliminar la mayoría de los bosques de estos árboles que quedan para el fin de siglo.
Conforme las temperaturas aumentan, el hábitat en el que florecen los cedros se da en altitudes cada vez mayores de las montañas donde suceden los inviernos fríos que necesitan para reproducirse. Aquí en el bosque Barouk, parte de la Reserva de la Biósfera Al Shouf y ubicado al sur de Beirut, no hay muchos lugares a donde puedan subir. Si el clima se calienta, como se prevé suceda debido al aumento continuo de las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, los académicos advierten que para 2100 los cedros solo podrán prosperar en la punta norte del país, donde las montañas son más altas.
Pero en el norte hay problemas distintos. El bosque de cedros más denso del Líbano, la Reserva Natural de Bosque de Cedros Tannurin, ha perdido más del siete por ciento de sus árboles a causa de plagas de insectos desconocidos antes de 1997. Están vinculados directamente con un clima más caliente y seco.
A lo largo de la historia, los cedros de Líbano han sido tanto apreciados como talados para la construcción de edificios, navíos y templos, entre ellos los del antiguo Egipto o de Jerusalén. Aunque el cambio climático no comenzó el aniquilamiento de los cedros, podría ser el tiro de gracia.
Josh Haner (The New York Times)
Solo quedan 17 kilómetros cuadrados de cedros diseminados en arboledas, en comparación con los muchos miles de kilómetros cuadrados de las tierras altas del Líbano por donde alguna vez se extendieron los bosques.
El área de cedros más famosa del país, apodada el Bosque de los Cedros de Dios (algunos creen que fue ahí donde Jesús resucitado se apareció ante sus seguidores), fue cercada para su preservación en 1876.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) designó hace veinte años a este bosque como patrimonio mundial. Este bosque está aislado y su posibilidad de expansión es limitada. Ahora, la Unesco dice que es uno de los lugares más vulnerables al cambio climático.
Josh Haner (The New York Times)
El cedro de Líbano, una especie única conocida en el ámbito científico como Cedrus libani, crece principalmente aquí y en Turquía. Los árboles germinan a finales del invierno porque necesitan una helada, de preferencia con nieve.
Este año el invierno fue cálido. Omar Abu Ali, el coordinador de ecoturismo de la Reserva Natural Al Shouf, el área protegida más grande del Líbano, señaló la evidencia en el suelo del bosque de Barouk durante abril. Ya se asomaban de la tierra brotes de cedro, excepto que estos usualmente no aparecen sino hasta principios de mayo. Si salen antes, corren el riesgo de morir por una oleada de frío y son más vulnerables a los insectos. “Esto es germinación temprana”, Abu Ali dijo. “Pueden morir”.
Hace una generación, normalmente llovía o nevaba durante 105 días al año en las montañas. En las alturas, la nieve se quedaba en el suelo de tres a cuatro meses. El invierno pasado hubo cuarenta días de lluvia y solo un mes de manto nevado.
“El cambio climático es evidente aquí”, dijo Nizar Hani, director de la Reserva Al Shouf. “Hay menos lluvia, temperaturas más altas y más extremas”, tanto frías como calientes.
Josh Haner (The New York Times)
“El bosque de cedros está migrando a mayores altitudes”, dijo. Y añadió que no es claro cuáles de las especies que normalmente viven junto a los cedros sobrevivirán más arriba, lo que ocasionará un cambio en el ecosistema.
Un estudio de 2010 indica que si el clima se calienta en los niveles previstos, los cedros no prosperarán en Al Shouf porque las montañas no son lo suficientemente altas. Algunos especialistas libaneses ven esa predicción como excesivamente funesta, aunque están de acuerdo con que los cedros enfrentan una situación de emergencia.
“Estamos en una carrera”, dijo Hani. “No hay tiempo que perder”.
Debido a la nevada escasa de este año en la reserva Tannurin, al norte de Beirut, los administradores del bosque se preparan para una difícil temporada de Cephalcia tannourinensis, un bicho conocido como el insecto volador embióptero que se alimenta de las hojas nuevas de los árboles. Este insecto fue registrado por científicos hasta 1998, cuando Nabil Nemer, un entomólogo libanés lo identificó como la causa de la misteriosa plaga que había golpeado a Tannurin el año anterior, lo que dejó terribles huellas en el bosque.
“El cambio climático es evidente aquí. Hay menos lluvia, temperaturas más altas y más extremas”.
Josh Haner (The New York Times)
Cuando lo llamaron para investigar, Nemer descubrió que el culpable era el insecto volador que se entierra durante el invierno. Nunca antes lo habían visto porque su ciclo de vida no interfería normalmente con los cedros. Sin embargo, como la nieve se derritió antes de lo debido, los insectos salieron a la luz de manera más temprana y pusieron sus huevos justo a tiempo para que las larvas se comieran los brotes nuevos de los cedros.
“Podemos ver un efecto directo del cambio climático”, dijo Nemer. De acuerdo con él, tan solo de 2006 a 2018, los insectos mataron al 7,5 por ciento de los árboles del bosque de Tannurin, sobre todo a los más jóvenes.
Después del descubrimiento del insecto volador se creó la reserva Tannurin. Para proteger a los árboles, los científicos luchan contra el insecto con nuevos métodos basados en hongos que existen de manera natural en el bosque y que pueden matar a las larvas.
Estos insectos son tan solo la amenaza más reciente para los cedros que, como el mismo Líbano, han enfrentado un reto tras otro: terrenos duros, invasión, saqueos y conflictos.
Josh Haner (The New York Times)
Los cedros han sido capaces de sobrevivir en un entorno desafiante. Sus raíces pueden beber de fuentes de agua al interior de las rocas porosas, por ejemplo, una capacidad de supervivencia que es precisamente lo que lo convierte en un símbolo perfecto de Líbano.
Hace cuatro años, el Ministerio de Agricultura de Líbano dio inicio a un nuevo plan para sembrar cuarenta millones de árboles, entre ellos algunos cedros, mientras que el Ministerio del Medioambiente supervisa la administración de las áreas protegidas de cedros. De cualquier manera los ecologistas afirman que las divisiones políticas y el legado de la guerra han dejado al gobierno demasiado débil y fragmentado para poder construir sistemas nacionales funcionales de electricidad, agua potable, drenaje o remoción de basura, ya no digamos un plan maestro fuerte y viable para proteger los cedros.
Aun así, muchos libaneses ven en el árbol el reflejo de la esencia de su tierra y su capacidad para sobrevivir a las tormentas de la historia.
“Es un árbol muy fuerte, tan fuerte que es capaz de vivir en condiciones muy hostiles”, dijo Hani, director de la Reserva Al Shouf. “Es muy especial, noble, diferente de cualquier otro tipo de árbol”.
Josh Haner (The New York Times)
Para poder proteger a los cedros de la destrucción total, varios grupos libaneses de conservación ambiental están tratando de diversificar su ubicación y extender su población. Dicen que el principal objetivo de la replantación es aumentar los bosques de cedros y hacerlos más resistentes para enfrentar cualquier presión ambiental en el futuro.
La altitud ideal para los cedros ha estado entre los 1 400 y los 1 800 metros. Sin embargo, algunos árboles pueden sobrevivir a mayor o menor altura, según el agua, la sombra, la tierra y el viento. En sus experimentos, los conservacionistas han descubierto que los brotes pueden sobrevivir en algunos sitios a hasta 2 100 metros de altura.
En Arz, la reserva de los Cedros de Dios solo tiene 2 100 árboles. El médico y conservacionista Youssef Tawk y sus colegas intentan regenerar el bosque y volverlo más extenso. Es un reto porque la reserva en sí misma está aislada. La mayoría de las áreas ideales para plantar son privadas o tienen otros usos designados por el gobierno municipal.
No obstante, desde 1998, el grupo de Tawk ha sembrado cien mil árboles en terrenos aislados unos de otros alrededor de la vieja reserva.
“Hubo mucho de ensayo y error”, Tawk dijo. “Plantábamos donde podíamos y donde nos lo permitía el municipio”.
Los cedros crecen despacio, sin producir piñas hasta que tienen cuarenta o cincuenta años. Cuando son jóvenes para sus estándares, se parecen mucho a otros árboles coníferos, pues son puntiagudos como los árboles de Navidad. Pero, más o menos cuando cumplen cien años, se transforman para adoptar su forma distintiva. El tronco se engrosa, las ramas se extienden paralelas al suelo y las piñas se posan encima de ellas como aves en reposo.
Al acercarte a un bosque de cedros, casi siempre verás a los árboles jóvenes. Se ven, desconcertantemente, como árboles cualesquiera.
Hasta que das vuelta en una curva del camino. La experiencia puede ser casi desconcertante, porque los cedros maduros son muy distintos de lo que esperas ver en un árbol. Algunos se yerguen solos como estatuas. Otros crecen en grupos y las líneas horizontales de sus ramas crean sombras transversales sobre las líneas verticales de sus troncos, lo que produce efectos vertiginosos.
Acércate y sentirás algo más. Estás ante un ser que ha visto aparecer y desaparecer civilizaciones,