Es positivo que el turismo esté apostando por el desarrollo tecnológico que sin duda lo necesita, pero a veces se confunden los objetivos con las herramientas y parece que la solución a la problemática turística (desarrollo y gestión) es la tecnología, error muy normal y más aun cuando se confunde con la innovación.
El proceso de innovación, es una necesidad y de alguna manera responde también a lo que Darwin descubrió hace mucho: los que mejor y más rápido se adaptan son los que sobreviven a los cambios.
La demanda cambia al igual que el entorno y por ende, el turismo debe de cambiar, a través de procesos de creatividad e innovación donde la tecnología es una buena herramienta, siempre y cuando se sepa usar, pero siempre respondiendo a objetivos claros y definidos.
Y es bueno tener en cuenta una frase de Edward Teller, “La ciencia de hoy, es la tecnología del mañana” (the science of today is the technology of tomorrow), algo que se nota en el evento en el que estoy inmerso estos días en la ciudad francesa de Toulouse, ESOF2018, que por cierto no existe ni rastro de nada que ver con la actividad turística, pero sin embargo cuando uno habla con ciertas personas que ocupan altos cargos, como el Comisario de Ciencia e Investigación, Carlos Modeas, se sorprende también que con la importancia que tiene el turismo para muchos países europeos, especialmente del sur, todavía este sector no entienda y yo diría más bien no quiera entender, la relevancia del factor ambiental en los destinos turísticos y no solo del cambio climático.
Cuando se visita y se conversa con las neuronas encendidas con el personal científico de la Cite de L´Espace (Ciudad del Espacio), Agencia Francesa del Espacio, Copernicus de la Unión Europea, etc… (trabajan estrechamente con la NASA) uno se da cuenta de la precisión increíble de los datos que tienen de nuestro Planeta y que por tanto el diagnostico actual y las predicciones no son aleatorias sino con un aplastante fundamento científico y no solo evidencia lo evidente que es el cambio climático, que aunque lleva millones de años sucediendo, ahora se agrava por el factor humano y claro si pensamos que nuestro ecosistema funciona como la teoría del caos, implica que cualquier acción que se realice en cualquier parte del mundo, inexorablemente afectara en otra, por lejos que se encuentre.
A modo de ejemplo y sin tener los datos a mano, si la evolución de las temperaturas medias sigue subiendo lo previsto, el nivel del mar crecerá un promedio de unos 57 cm, pero si el clima se calienta aun mas (como media), puede superar fácilmente un metro.
El riesgo a invertir en zonas vulnerables, será un factor clave en el futuro de muchos destinos turísticos.
Sin más, cabe decir que esto a nuestro Planeta, le importa un bledo (perdón por la expresión coloquial), pero sin embargo el impacto negativo a nivel económico, por ejemplo para las poblaciones y destinos turísticos del litoral, así como de zonas de montañas (no solo por la nieve), centros urbanos, … será muy importante.
Obvio que es una alarma para los inversores, financiadores, etc… que no querrán apostar teniendo en cuenta estos datos. Pero también, hay que sumar, el valor de la percepción por la demanda turística, que podrá cambiar drásticamente ante la amenaza de desastres ambientales no controlables, cosa que ya está ocurriendo y va en aumento.
¿Los destinos turísticos pueden hacer algo?. Por supuesto que sí y es una obligación que la gestión mixta público-privada, a través de la gobernanza actúe con urgencia, creando entornos menos vulnerables, mejor adaptados e incluso buscando oportunidades.
Es bueno pensar que existe la Ciencia, porque nos puede ayudar aportando soluciones, que luego hay que saber y querer implementar, a través de procesos innovadores y tecnológicos.
Estoy seguro que este tema cada vez será más importante y urgente.
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