Cuando se habla de energía eólica, lo primero que viene a la mente son los beneficios ambientales que trae para el planeta, entre ellos, la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero y la mitigación de los impactos del cambio climático, al generar la electricidad que se requiere para nuestras actividades.
Lo positivo de esta tecnología también proviene del desarrollo sustentable que provoca y del fortalecimiento de las comunidades.
Hace apenas una década, el país contaba con sólo 86 megawatts (MW) de generación de energía eólica. Hoy, operan cerca de 4,500 MW en más de 46 centrales, distribuidas en 10 diferentes estados, que producen alrededor de 6% de la electricidad del país. Tras la aprobación de la reforma energética de 2013, se han asignado nuevos proyectos por más de 2,300 MW eólicos y sigue el desarrollo de proyectos privados por un volumen comparable. Se espera que, hacia 2022, se disponga de más de 12,000 MW eólicos en 18 estados.
Para lograrlo, las empresas que construyen y operan plantas eólicas trabajan en el desarrollo de las regiones en las que se instalan, con acciones sociales, educativas, deportivas y culturales, y estimulando nuevas actividades productivas que abonan a la calidad de vida de las comunidades y de sus habitantes.
La llegada de estos proyectos implica un movimiento constante de personas durante las fases de desarrollo, construcción y operación, proceso que requiere de recursos humanos directos y que detona la demanda de servicios, alojamiento, alimentos y proveeduría de materiales a nivel regional.
Los operadores de parques eólicos han implementado programas que incentivan el autoempleo, para contribuir a la economía familiar. Se han establecido alianzas estratégicas entre comunidad y empresa a partir del reconocimiento y el respeto de su cosmovisión y del fomento a la preservación de la riqueza identitaria. Por ejemplo, en Oaxaca se imparten talleres de zapoteco entre los niños de la zona, y las mujeres enseñan a los más jóvenes el bordado típico de la región.
Asimismo, se trabaja en incentivar actividades culturales que mejoren la calidad de vida de la población, a través del esparcimiento o el desarrollo de habilidades en el campo de la música, el baile o el deporte, aunado al esfuerzo por contribuir al fortalecimiento de cursos de capacitación para maestros, quienes son actores clave en la mejora académica de las nuevas generaciones.
En ese mismo sentido, el alcance de los beneficios permea en el campo académico, pues, en estados como Tamaulipas, Coahuila y Oaxaca se fomenta el estudio a nivel profesional, con carreras tradicionales y otras nuevas, así como posgrados y especialidades relacionadas con las energías renovables y la sustentabilidad, lo que permite el desarrollo de talento nacional y su incorporación al campo laboral.
El desarrollo y la operación de parques eólicos generará ingresos permanentes, en el largo plazo, para los propietarios de los terrenos, quienes pueden seguir utilizando sus tierras para las actividades agrícolas y ganaderas, ya que los proyectos ocupan sólo de 3 a 4% de la superficie total, en la que, frecuentemente, mejoran la infraestructura y los espacios públicos.
Recientemente, los programas eólicos contribuyeron con la mejora de los polígonos aledaños a los proyectos desarrollados, a través de una red de electrificación que permitirá que algunos de sus propietarios cuenten con luz para sus hogares. Otro ejemplo es el apoyo y las contribuciones a las comunidades que se vieron afectadas por los sismos de septiembre del año pasado. En suma, existe una gran cantidad de programas de responsabilidad social por parte de las empresas que, día con día, acompañan las actividades de miles de familias.
El crecimiento de la industria eólica va de la mano con la mejora de las entidades en donde tiene presencia, pues, si bien es ambiental y ecológicamente responsable, también suma al impulso económico y social del país a partir de un compromiso permanente por fomentar espacios de encuentro, colaboración y concordancia con los distintos actores que conforman un México con vocación eólica.
FUENTE: Forbes , 23 / julio /2018
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