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jueves, 15 de diciembre de 2016

EL CAMBIO CLIMÁTICO: "INCONTROLABLE"




Concluyó hace poco la denominada COP22 de Marrakech (Marruecos), que tenía como objetivo dar operatividad al acuerdo sobre cambio climático cerrado en París en noviembre del 2015. Entre los temas sobresalientes de discusión estuvo el conocimiento de las metas que cada país ha formulado para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero, para evitar que la temperatura promedio del planeta supere dos grados centígrados, en el presente siglo; pero quedó una desagradable sensación porque las propuestas no fueron tan ambiciosas como para alcanzar esa anhelada finalidad.

Mientras tanto, el mundo sufre las consecuencias, más notorias en las áreas de menor latitud, como Ecuador, especialmente en las actividades agrícolas.

Un certero informe elaborado por Francisco Mite Vivar, investigador del Iniap, interpreta los datos de 70 años atrás, de la estación meteorológica de Pichilingue, en Quevedo, provincia de Los Ríos; encuentra variaciones espectaculares de lluvias en dos periodos de 35 años, el primero de 1947 a 1982, que fue más o menos uniforme, mientras el otro, de 1983 a 2016, presentó abismales diferencias, al punto de haber atestiguado dos fenómenos El Niño de connotaciones catastróficas (1982-1983 y 1997-1998), acumulando seis metros más de lluvias respecto del primer periodo.

Pero afloran más hallazgos cuando analiza lo ocurrido con la máxima de temperatura, de enero a octubre de este año, al encontrar niveles superiores al ya elevado promedio mundial, coexistiendo con mínimas inusuales altas de 23 grados, que interfirieron la fotosíntesis, principal función de las plantas para alimentar al mundo, provocando en el banano que los racimos reduzcan su normal peso. Algo similar aconteció con la radiación, con un aumento de 330 horas de brillo solar, de enero a octubre de 2016, comparando los mismos meses del 2001 y 2002, situación que aporta además a la subida de temperatura y a la evaporación hídrica de los suelos en 0,93 milímetros diarios, fuera de los acostumbrados parámetros.

Estas traumatizantes alteraciones se atribuyen, sin ninguna duda según el experto, a los efectos del cambio climático, percibido desde hace tres décadas, con grave impacto en la fertilidad, acidificación de los suelos y baja productividad de los cultivos.

Vivimos en un ambiente más caliente, el cambio climático es una realidad no una ficción, como aprecia el presidente electo de los Estados Unidos y un mentís a la corriente científica negacionista, que lo respalda. Los habitantes de las cercanías de la línea equinoccial lo tenemos como huésped indeseado en nuestras moradas, en los dantescos calores de mediodías y tardes, alternando con noches y madrugadas frías, paradoja que agita dolencias con mayor padecimiento en niños, futuras madres, ancianos y toda una población en pobreza permanente.

Los responsables de este irritante escenario son los países industrializados, consumistas desenfrenados, que enturbiaron nuestra límpida atmósfera con sus efluvios apocalípticos, llevando al planeta al borde del colapso. Ahora están obligados a resarcir los daños, cumpliendo sin dilación sus ofertas de mitigación y financiando los planes de adaptación a favor de los no desarrollados como Ecuador. Sobre este palpitante interés convendría conocer las ofertas de los líderes políticos que se aprestan a dirigir los destinos del país.

FUENTE: El Universo,  15 / 12 / 2106

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