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domingo, 2 de junio de 2013

LA COMUNIDAD INTERNACIONAL NO PUEDE SUSTRAERSE AL CAMBIO CLIMÁTICO.


Diario de futuro

La Carbon Expo de éste año se ha convertido en una reunión de conocidos y amigos, el clima de negocio del clima está en espera de las elecciones alemanas. En el diálogo de Petersberger, de un G35 dle clima, Angela Merkel se anunció una decisión en otoño, ofrecer una respuesta a cambio climático, transición energética, domesticar las finanzas (http://blogs.lavanguardia.com/diario-de-futuro/el-dialogo-de-petersberger-sobre-cambio-climatico-otra-vez-despues-de-las-elecciones-alemana-96390).
Barcelona acoge la feria internacional del cambio climático ante la más absoluta indiferencia del sector empresarial –con algún interés por parte de los “afectados”, cuando podría acudir, si alguna vez lo hicieron, en las anteriores ediciones, en calidad de “interesados”. La crisis ha llegado antes de percibir las oportunidades soterradas en el cambio climático; en lugar de olfatear las oportunidades de una economía mucho más eficiente, menos dependiente del exterior en energía, con un alto desarrollo tecnológico e innovación, empleo de calidad, etc, se ha impuesto la visión de ls ajustes, no gastar lo que no se tiene, la disciplina y austeridad.
La crisis ha borrado de la agenda política lo que debería estar, ahora más que nunca, en su parte superior. ¿No forma parte el paquete de energía y cambio climático, de la columna vertebral de las reformas necesarias para crear los incentivos adecuados para mejorar la competitividad, mejorar la eficiencia energética o desbloquear el crédito –gracias a una señal de coste de contenido de CO2 de la energía.
Tras la crisis del 2008 se hablo de Global Green New Deal, que proponía enormes planes de estímulos en economías. ¿De dónde saldría el dinero? Se encontró cuando se trató de sanear a la Banca. Ahora se realiza draconianos planes de ajustes para devolver ese dinero prestado a la banca. ¿Estamos mejorando? Con esas políticas, en dos años, el déficit en Europa ha aumentado en un billón de euros -recordaba Sigmar Gabriel SPD. ¿Ni siquiera sospechamos lo erróneo de dirección de la política?
La comunidad internacional no puede sustraerse al cambio climático.
En lugar de una crisis sistémica, que implica abordar ineficiencias, ineficacias o señales perversas, todo se orientó en un problemas de acuciante márgenes de déficits. No es la crisis, es la fiesta que pagamos a los vagos del sur, un discurso nacional. Hay algo más de fondo como explica la teoría de sistema.
Dicho à la Nicklas Luhmann -en una sociedad compleja, con elevada diferenciación funcional entre distintos sistemas- los gobiernos no son capaces más que de resolver o abordar los problemas de su propio sistema, no ven más allá de los problemas institucionales internos. La crisis financiera, la energética o la climática adquiere dimensiones inasequibles, fuera de los limites de sus propio sistema.
No estamos organizados para el cambio. Lo que debería de contener una Agenda del Cambio, presentado por el gobierno a Bruselas, a saber, el Plan Nacional de Reformas; fue un mero trámite administrativo burocrático. Nos adaptamos a las condiciones impuestas por la crisis desde la aceptación subjetiva de la misma. Más que una hoja de ruta hacia 2050, basado en metas ambiciosas, fue una exposición de las continuidad de ajustes con una jerga para evitar el cambio (http://blogs.lavanguardia.com/diario-de-futuro/espana-bajo-supervision-respuesta-de-olli-rehn-al-apocrifo-plan-nacional-de-reformas-37550).
¿Negociar qué? El peix al cove.
El gobierno y el mundo empresarial ha renunciado a los grandes enunciados ambiciosos. Se deja apabullar por problemas del día a día, sin ser capaces de abordar la regulación de los mercados financieros, los riesgos globales del cambio climático o los riesgos tecnológicos –la energía nuclear-, una reconversión ecológica de la sociedad industrial, una transición energética, etc. En su lugar se ha implantado la lógica de los ajustes.
Esta reducción del horizonte, por parte de las instituciones, queda bien reflejada cuando la sostenibilidad economía ha sido sustituida por la sostenibilidad fiscal; la sostenibilidad de la propia administración, un gobierno para a gobernarse a si mismo, mientras la economías –insostenible- se desploma.
La crisis energética incubó la crisis financiera sin que la crisis climática fuera capaz de mostrar las oportunidades.  Que el precio del barril de petróleo en una década se haya multiplicado por diez, no sólo obliga reformas economías internas, reducir la dependencia, etc, las relaciones entre los países industrializados y países productores de energía se han invertido. ¿Y seguimos hablando de “peix al cové”?
Merkel anuncia un cambio en octubre.
No es que Angela Merkel no tome decisiones; tras la caída de precio del CO2, adoptó el papel de Mario Draghi para decir que apoyará en precio del CO2 estable; y este subió un 30%. No dijo que sus palabras serán suficientes, sino que en otoño se tomarán las decisiones necesarias.
Europa tiene dificultades de sacar adelante medidas urgentes para evitar que el mercado se colapse con exceso, aún mayor, de oferta. Es la propuesta backloading, que trata de evitar subastar de 900 millones de toneladas de permisos, en un mercado con exceso de oferta, algo que debería de tener una lógica aplastante. Cuando lo que debería de estar en discusión son las reformas estructurales de fondo.
Es una discusión que no avanzará mientras no se vincule a tres cuestiones claves. (i) Una visión de salida de la crisis a partir de mejorar la competitividad a partir de una reconversión ecológica de la economía -supone recuperar la sostenibilidad económica, salir de esa lógica de ajustes que nos condujo a la sostenibilidad fiscal, que ataja los efectos y no las causas. (ii) Que la señal del coste del CO2 que proporciona los mercados sean eficaz, eficiente y equitativo, esto es, que no provoque distorsiones en la competencia, ni desequilibrios –un CO2 elevado ya no supone discriminar tecnologías más sucias, como el carbón, a favor del gas, es un coste que debe rediseñarse para sea eficaz.
El tercer elemento de la reforma es las energías renovables. La política climática en la Unión Europea no ha sido un fracaso, al revés, se pensaba inalcanzable el objetivo de 2012. Resulta que en 2011 ya ha logrado el objetivo de 2020. Las emisiones de CO2 han bajado un 21,4%. ¿Es, la señal negativa es que ya llegamos a la meta?
La entrada masiva de renovables ha provocado caídas de precios en los mercados que ha cogido desprevenido a las energéticas tradicionales, que nunca creyeron en estas tecnologías. El drama está en que las compañías tradicionales, se negaron a si mismas entrar en los mercados de futuro, y su cuota de mercado se ha reducido sustancialmente. Las nucleares les representan un 21% y en caída, el resto de mercado se ha reducido en un quinto. Lo que se consideraba un negocio sin riesgo entraron depósitos de fondos de pensiones e institucionales, ven ahora que una mayor ambición en cambio climático puede hacer que sus ahorro se evaporen. El dilema entre apuesta por negocios de futuro teniendo posiciones de dominio sobre negocios del pasado.
El calendario alemán es el plazo para que al menos las grandes compañías energéticas, a toda prisa, cambien el rumbo de su negocio. El timón ha girado, falta que barco acabe de maniobrar. Angela Merkel resistió las presiones ejercidas por los “rambo nucleares”, que dirigían las compañías; acabaron sustituidos por otra dirección renovaba que ahora aborda esa década perdida por sus compañías. Los gobierno que no resistan a esa capacidad disuasoria, acepten mantener ruinosos planes de negocio, ponen en riesgo no sólo el sector energético sino toda la economía del país y su propio gobierno.
En esas diez ediciones de la Carbon Expo se echa en falta aquel  espíritu vanguardias que es propio de los pioneros que no descubren el futuro sino lo construyen.
FUENTE: lavanguardia.com, 2/ 06/ 2013

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