La información revelada por el Dane esta semana evidencia que la inflación en el país está creciendo más aceleradamente de lo esperado. El índice de precios al consumidos (IPC) para abril reportó una variación de 0,46%, muy por encima de los pronósticos de los mercados, que esperaban entre 0,3% y 0,35%, justificado en la reciente alza en las tasas de interés del Banco de la República.
Pero lo que llama la atención de los resultados es que la inflación de alimentos (0,7%) fue la más alta de todos los grupos de gasto analizados. De hecho, el incremento anual fue de 2,67%, superior al 1,98% del IPC total.
Los productos que más crecieron mes a mes, de marzo a abril, fueron los tubérculos (papa) y plátanos (15,9%) y frutas (2,9%). Si bien este crecimiento en parte se puede entender por las expectativas generadas por el paro agrario que llevó a ajustes en el mercado, no se puede ignorar los efectos del clima.
Para David Díaz, profesor de economía ambiental del IEEC de Uninorte, en el futuro la inflación será determinada por restricciones en la oferta de alimentos, debido al cambio climático, más que por excesos de demanda dado el crecimiento del consumo en Asia.
“El alza en los precios de los alimentos jalonó la inflación de Colombia entre 2007 y 2008. Desde entonces se observa que las alzas estarían obedeciendo a los efectos del cambio climático en la agricultura, tanto a nivel nacional como de los bienes importados.
El control a la inflación se dificulta cuando el alza en el precio de los alimentos es su mayor determinante, porque la política monetaria no es eficaz frente a choques de oferta, en este caso, del sector de alimentos”, dice Díaz.
Pero la tendencia no es solo en Colombia. De acuerdo con Bloomberg, los analistas de Wall Street ven con preocupación el incremento de la inflación de los alimentos a nivel mundial, aunque los precios todavía siguen por debajo de los máximos alcanzados durante 2012.
Los precios mundiales aumentaron 2,3% en marzo, tocando un máximo de 10 meses, impulsado por los precios más altos de los granos (trigo, maíz), según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). También influyeron los temores de los inversionistas ante la sequía en EEUU y la eventual amenaza del Fenómeno de El Niño.
La situación preocupa porque un clima extremo impulsaría aún más los precios de materias primas como el café, el azúcar, el maíz y la soya. Esto afectaría la capacidad de compra de los consumidores y pondría en riesgo la recuperación económica de gran parte de los países desarrollados. Países con alta dependencia de los alimentos importados, como Colombia, sufrirían de inestabilidad ante la variación de precios.
A esperas de “El Niño”. El mundo ve con preocupación los efectos que podría tener el Fenómeno de El Niño en el precio de los alimentos. Agrava el panorama para algunos consumidores. A principios de año se esperaba que los precios globales de los alimentos se mantuvieran prácticamente estables, por El Niño ahora podrían elevarse 15% a nuevos récords, de acuerdo con un reciente informe trimestral del Banco Mundial sobre commodities.
En Colombia, dice Díaz, se habla mucho sobre los efectos del fenómeno de El Niño en la generación de energía, pero se soslayan los efectos sobre la agricultura de alimentos y las consecuencias sobre los campesinos que los cultivan. “Aunque es incierto el efecto del próximo Niño sobre la agricultura de alimentos, se prevé un incremento en la importación de alimentos”-
En estos momentos en el país se necesita buscar estrategias para contribuir a la contingencia del clima extremo. Se podría hacer por medio del impulso a estrategias de deforestación evitable, protección de acuíferos y el aumento de la participación de la energía renovable en el sistema energético nacional. “Las acciones en estos frentes incidirán indirectamente en una mayor seguridad alimentaria, basada en una mayor producción nacional”, señala Díaz.
Puede ser una oportunidad
A mediano plazo, los fenómenos adversos del Fenómeno de ‘El Niño’ podrían beneficiar a ciertos grupos de productores como los caficultores, puesto que, usualmente, este provoca tormentas (entre julio y agosto) en el sureste de Brasil, lo cual retrasaría la cosecha del grano en ese país, y reduciría el suministro de café arábica, que también produce Colombia. Es importante señalar que los precios de esta variedad se han incrementado 74,3% este año por temores a un menor suministro. Otros ‘commodities’ de exportación nacionales que se pueden ver beneficiados son los bananos, con un crecimiento de precios de 4,4% desde enero; e inesperadamente, el níquel, cuyo precio ha crecido 12,6% este año, debido a sequías en Indonesia, que limitan la electricidad disponible para la explotación del metal.
Pero lo que llama la atención de los resultados es que la inflación de alimentos (0,7%) fue la más alta de todos los grupos de gasto analizados. De hecho, el incremento anual fue de 2,67%, superior al 1,98% del IPC total.
Los productos que más crecieron mes a mes, de marzo a abril, fueron los tubérculos (papa) y plátanos (15,9%) y frutas (2,9%). Si bien este crecimiento en parte se puede entender por las expectativas generadas por el paro agrario que llevó a ajustes en el mercado, no se puede ignorar los efectos del clima.
Para David Díaz, profesor de economía ambiental del IEEC de Uninorte, en el futuro la inflación será determinada por restricciones en la oferta de alimentos, debido al cambio climático, más que por excesos de demanda dado el crecimiento del consumo en Asia.
“El alza en los precios de los alimentos jalonó la inflación de Colombia entre 2007 y 2008. Desde entonces se observa que las alzas estarían obedeciendo a los efectos del cambio climático en la agricultura, tanto a nivel nacional como de los bienes importados.
El control a la inflación se dificulta cuando el alza en el precio de los alimentos es su mayor determinante, porque la política monetaria no es eficaz frente a choques de oferta, en este caso, del sector de alimentos”, dice Díaz.
Pero la tendencia no es solo en Colombia. De acuerdo con Bloomberg, los analistas de Wall Street ven con preocupación el incremento de la inflación de los alimentos a nivel mundial, aunque los precios todavía siguen por debajo de los máximos alcanzados durante 2012.
Los precios mundiales aumentaron 2,3% en marzo, tocando un máximo de 10 meses, impulsado por los precios más altos de los granos (trigo, maíz), según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). También influyeron los temores de los inversionistas ante la sequía en EEUU y la eventual amenaza del Fenómeno de El Niño.
La situación preocupa porque un clima extremo impulsaría aún más los precios de materias primas como el café, el azúcar, el maíz y la soya. Esto afectaría la capacidad de compra de los consumidores y pondría en riesgo la recuperación económica de gran parte de los países desarrollados. Países con alta dependencia de los alimentos importados, como Colombia, sufrirían de inestabilidad ante la variación de precios.
A esperas de “El Niño”. El mundo ve con preocupación los efectos que podría tener el Fenómeno de El Niño en el precio de los alimentos. Agrava el panorama para algunos consumidores. A principios de año se esperaba que los precios globales de los alimentos se mantuvieran prácticamente estables, por El Niño ahora podrían elevarse 15% a nuevos récords, de acuerdo con un reciente informe trimestral del Banco Mundial sobre commodities.
En Colombia, dice Díaz, se habla mucho sobre los efectos del fenómeno de El Niño en la generación de energía, pero se soslayan los efectos sobre la agricultura de alimentos y las consecuencias sobre los campesinos que los cultivan. “Aunque es incierto el efecto del próximo Niño sobre la agricultura de alimentos, se prevé un incremento en la importación de alimentos”-
En estos momentos en el país se necesita buscar estrategias para contribuir a la contingencia del clima extremo. Se podría hacer por medio del impulso a estrategias de deforestación evitable, protección de acuíferos y el aumento de la participación de la energía renovable en el sistema energético nacional. “Las acciones en estos frentes incidirán indirectamente en una mayor seguridad alimentaria, basada en una mayor producción nacional”, señala Díaz.
Puede ser una oportunidad
A mediano plazo, los fenómenos adversos del Fenómeno de ‘El Niño’ podrían beneficiar a ciertos grupos de productores como los caficultores, puesto que, usualmente, este provoca tormentas (entre julio y agosto) en el sureste de Brasil, lo cual retrasaría la cosecha del grano en ese país, y reduciría el suministro de café arábica, que también produce Colombia. Es importante señalar que los precios de esta variedad se han incrementado 74,3% este año por temores a un menor suministro. Otros ‘commodities’ de exportación nacionales que se pueden ver beneficiados son los bananos, con un crecimiento de precios de 4,4% desde enero; e inesperadamente, el níquel, cuyo precio ha crecido 12,6% este año, debido a sequías en Indonesia, que limitan la electricidad disponible para la explotación del metal.
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