Barcelona
(Redacción).- La concentración mensual de dióxido de carbono (CO2)
en la atmósfera superó durante el pasado mes de abril el nivel de las 400
partes por millón (ppm) en todo el hemisferio norte, según los datos
confirmados por la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
El nivel de las 400 ppm había sido superado puntualmente en otras ocasiones en
el año 2013 pero esta es la primera vez -por lo menos en los últimos 800.000
años- en que se supera esta barrera como promedio mensual a escala global (los datos preliminares fueron
presentados a principios de mes) y de todo el hemisferio, como
confirma ahora la OMM.
La superación de la
barrera de las 400 ppm "reviste una importancia simbólica y científica y
refuerza la evidencia de que la combustión de combustibles fósiles y demás
actividades humanas son las responsables del incremento constante en los gases
de efecto invernadero que atrapan el calor y calientan el planeta", indica
la OMM.
Todas las estaciones
de vigilancia del hemisferio norte que forman parte de la red de Vigilancia de
la Atmósfera Global (VAG) de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) han
notificado concentraciones de CO2 en la atmósfera sin precedentes en la
temporada en que se registran los niveles máximos. Ello ocurre al comenzar la
primavera en el hemisferio norte, antes de que el crecimiento de la vegetación
absorba el dióxido de carbono.
Si bien los valores
máximos registrados en el hemisferio norte en primavera han rebasado ya el
nivel de 400 ppm, la concentración media mundial anual de CO2 superará ese
umbral en 2015 o 2016.
"Esto debería
servir una vez más de llamada de atención sobre el incremento constante de
gases de efecto invernadero que determinan el cambio climático. Si queremos
conservar nuestro planeta para las generaciones venideras, debemos adoptar
medidas urgentes para contener las nuevas emisiones de estos gases que atrapan
calor", afirmó el Secretario General de la OMM, señor Michel Jarraud. “El
tiempo se está agotando”.
Efectos importantes y
permanentes
El CO2 permanece en
la atmósfera durante cientos de años. Su ciclo de vida en los océanos es aún
más prolongado. Se trata del gas de efecto invernadero de origen antropógeno
más importante. A él se debe el 85% del incremento del forzamiento radiativo
–con un efecto de calentamiento sobre nuestro clima– ocurrido durante el
decenio 2002-2012.
Entre 1990 y 2013, se
registró un aumento del 34% en el forzamiento radiativo debido a los gases de
efecto invernadero, según las últimas cifras suministradas por la
Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos
de América.
Según el Boletín de
la OMM sobre los gases de efecto invernadero, la cantidad de CO2 presente en la
atmósfera alcanzó 393,1 partes por millón en 2012, es decir, un 141% respecto
al nivel preindustrial de 278 partes por millón. Durante los 10 últimos años,
la cantidad de CO2 presente en la atmósfera ha experimentado en promedio un
aumento de 2 partes por millón por año.
Desde 2012, todas las
estaciones de vigilancia en el Ártico han registrado en primavera
concentraciones medias mensuales de CO2 superiores a 400 ppm, de acuerdo con
los datos suministrados por las estaciones de la Vigilancia de la Atmósfera
Global en Canadá, Estados Unidos de América, Noruega y Finlandia.
Esta tendencia
también se ha extendido a las estaciones de vigilancia en altitudes más bajas.
En marzo y abril, las estaciones de la Vigilancia de la Atmósfera Global en
Alemania, Cabo Verde, España (Tenerife), Irlanda, Japón y Suiza notificaron
concentraciones medias mensuales superiores a 400 ppm.
En abril, la
concentración media mensual de dióxido de carbono en la atmósfera rebasó 401,3
ppm en Mauna Loa (Hawai), según datos suministrados por la NOAA. En 2013, solo
se superó ese umbral un par de días. Mauna Loa es la estación de medición
atmosférica continua de CO2 más antigua del mundo (desde 1958), por lo que se
considera un lugar de referencia en la Vigilancia de la Atmósfera Global.
El hemisferio norte
posee más fuentes antropógenas de emisión de CO2 que el hemisferio sur.
Labiosfera controla también el ciclo estacional. El nivel mínimo de CO2 se
registra en verano, período en que las plantas absorben cantidades
considerables de ese gas. Los niveles máximos de invierno y primavera obedecen
a la falta de absorción biosférica y a un mayor número de fuentes de
descomposición de la materia orgánica, así como emisiones de origen antropógeno.
Por lo tanto, el ciclo estacional más marcado ocurre en el extremo
septentrional.
La Vigilancia de la
Atmósfera Global de la OMM coordina las observaciones de CO2 y de otros gases
que retienen calor en la atmósfera, como el metano y el óxido nitroso, para
poder uniformar las mediciones en todo el mundo y compararlas entre sí. La red
abarca más de 50 países, con estaciones en altitudes elevadas en los Alpes, los
Andes y el Himalaya, así como en el Ártico, la Antártida y el extremo sur del
Pacífico. Todas las estaciones se ubican en lugares no contaminados, a pesar de
que algunas se ven más afectadas por fuentes biosféricas y antropógenas
(vinculadas a la actividad humana).
Las concentraciones
medias mensuales se calculan sobre la base de mediciones constantes. En el
mundo entero hay aproximadamente 130 estaciones que miden el dióxido de
carbono.
FUENTE: lavanguardia.com, 27/ mayo/ 2014
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