Dos mil millones de personas, casi una quinta parte de la población mundial, podrían convertirse en refugiados para el 2100 a causa del efecto del cambio climático, según estima hoy un estudio académico.
De acuerdo con un reporte elaborado por la Universidad Cornell, en el estado norteamericano de Nueva York, el aumento de los niveles del mar obligará a quienes viven en las costas a enfrentar cuellos de botella de desplazamiento y reasentamiento mientras buscan lugares habitables en el interior.
'Vamos a tener más gente en menos tierra y más pronto de lo que pensamos', manifestó Charles Geisler, autor principal del estudio que se publicará en la edición de julio de la revista Land Use Policy, pero que ya aparece disponible en línea.
Titulado Impedimentos al reasentamiento continental en condiciones de aumento acelerado del nivel del mar, el texto se basa en cálculos de las Naciones Unidas de que la población mundial llegará a nueve mil millones de personas en 2050 y a 11 mil millones en 2100.
Alimentar a esa población requerirá más tierras cultivables, mientras los océanos consumen fértiles zonas costeras y deltas fluviales, lo cual llevará a la gente a buscar nuevos lugares para morar.
Un análisis anterior arrojó que en 2060 alrededor de mil 400 millones de personas podrían convertirse en refugiados debido al cambio climático y Geisler estimó que esa cifra se incrementará a dos mil millones 40 años después.
Tenemos una crisis pendiente, manifestó al diario Huffington Post el profesor emérito de sociología del desarrollo en Cornell.
A decir del académico, existen tres obstáculos o barreras de entrada para reubicar a personas desplazadas hacia el interior de sus hogares por el aumento de los océanos.
El primer problema radica en que el cambio climático no solo afecta a las comunidades costeras, sino que las sequías y la desertificación podrían hacer que las áreas protegidas de la subida del nivel del mar sean inhabitables o incapaces de sostener una gran afluencia de migrantes.
La segunda cuestión consiste en que si los refugiados climáticos acuden a las ciudades, aumenta la expansión urbana en tierras que solían ser utilizadas para cultivar alimentos, y esas metrópolis podrían perder la capacidad de alimentar a sus poblaciones infladas.
Como tercer aspecto mencionó que las regiones y municipios podrían erigir muros y postes para evitar que los migrantes climáticos entren y se establezcan.
El profesor advirtió que la conversación actual sobre la adaptación al clima se centra en la construcción de barreras, aprender a vivir con inundaciones regulares y trasladar las comunidades hacia el interior, como ha sucedido en Alaska.
Pero consideró que estas ideas limitadas dejarían a la humanidad desesperadamente desprevenida para una migración masiva que podría empequeñecer la actual crisis de refugiados en Europa.
'Vamos a tener más gente en menos tierra y más pronto de lo que pensamos', manifestó Charles Geisler, autor principal del estudio que se publicará en la edición de julio de la revista Land Use Policy, pero que ya aparece disponible en línea.
Titulado Impedimentos al reasentamiento continental en condiciones de aumento acelerado del nivel del mar, el texto se basa en cálculos de las Naciones Unidas de que la población mundial llegará a nueve mil millones de personas en 2050 y a 11 mil millones en 2100.
Alimentar a esa población requerirá más tierras cultivables, mientras los océanos consumen fértiles zonas costeras y deltas fluviales, lo cual llevará a la gente a buscar nuevos lugares para morar.
Un análisis anterior arrojó que en 2060 alrededor de mil 400 millones de personas podrían convertirse en refugiados debido al cambio climático y Geisler estimó que esa cifra se incrementará a dos mil millones 40 años después.
Tenemos una crisis pendiente, manifestó al diario Huffington Post el profesor emérito de sociología del desarrollo en Cornell.
A decir del académico, existen tres obstáculos o barreras de entrada para reubicar a personas desplazadas hacia el interior de sus hogares por el aumento de los océanos.
El primer problema radica en que el cambio climático no solo afecta a las comunidades costeras, sino que las sequías y la desertificación podrían hacer que las áreas protegidas de la subida del nivel del mar sean inhabitables o incapaces de sostener una gran afluencia de migrantes.
La segunda cuestión consiste en que si los refugiados climáticos acuden a las ciudades, aumenta la expansión urbana en tierras que solían ser utilizadas para cultivar alimentos, y esas metrópolis podrían perder la capacidad de alimentar a sus poblaciones infladas.
Como tercer aspecto mencionó que las regiones y municipios podrían erigir muros y postes para evitar que los migrantes climáticos entren y se establezcan.
El profesor advirtió que la conversación actual sobre la adaptación al clima se centra en la construcción de barreras, aprender a vivir con inundaciones regulares y trasladar las comunidades hacia el interior, como ha sucedido en Alaska.
Pero consideró que estas ideas limitadas dejarían a la humanidad desesperadamente desprevenida para una migración masiva que podría empequeñecer la actual crisis de refugiados en Europa.
FUENTE: Prensa Latina, 26 / junio / 2017
No hay comentarios.:
Publicar un comentario