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miércoles, 7 de junio de 2017

PARA CHILE "INTEGRACIÓN Y TRABAJO LOCAL LOS DESAFÍOS PARA ADAPTARSE AL CAMBIO CLIMÁTICO"

Si bien se reconoce que el país está bien en cuanto a la firma de acuerdos y de institucionalidad, se insiste en que se requiere trabajar incluso a nivel comunal, tanto para identificar las vulnerabilidades como para implantar medidas y capacidades.

520 mil millones de dólares cuestan a la economía global los eventos extremos -sequías, olas de calor, inundaciones y aluviones- que se están produciendo cada vez con más frecuencia alrededor del mundo, de acuerdo con el informe "Irrompible: Generar resiliencia en los pobres frente a los desastres naturales" del Banco Mundial y del Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR). En los años 80, esos costos eran de 37 mil millones de dólares.

Ello se suma a la inseguridad alimentaria que se deduce, por el aumento del riesgo de pérdida de cultivos y producciones, y la consiguiente pobreza de millones de personas que pierden su forma de sustento.

De ahí que el mundo esté intentando unirse para tomar medidas que ayuden a detener las causas del calentamiento global, tal como se comprometieron en el Acuerdo de París.
Por lo mismo, el reciente anuncio del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de retirarse del acuerdo causa estupor y reacciones mundiales, como la invitación del Presidente de Francia, Emmanuel Macron, a que los científicos, investigadores e ingenieros que quieran se vayan a su país a trabajar en el tema.

A Chile el cambio climático lo golpea fuerte. Menos agua, más calor y crecientes eventos extremos ya están cambiando el mapa productivo, no solo obligando a ciertos cultivos a emigrar en busca de mejores condiciones, sino también abriendo zonas a nuevos cultivos antes impensados.
Y si bien el mayor esfuerzo está puesto en mitigar, invirtiendo fuerte, por ejemplo, para cambiar la matriz energética e incorporar una mayor cantidad de generación a través de energías renovables, los expertos insisten en que resulta clave que se ponga la misma energía y recursos en comenzar a tomar medidas para la adaptación. El país ha sucrito y ratificado acuerdos desde 1994.

Así, tiene numerosos compromisos, incluidos los adquiridos en el Acuerdo de París que el Gobierno ratificó recientemente, y donde se obliga a reducir sus emisiones hasta en el 30%, en el caso del CO2, respecto de los niveles que tenía en el 2007 e incluso llegar a 45%, si se cuenta con financiamiento.

En todos los niveles

Sin embargo, para los expertos, lo importante no es solo firmar acuerdos y compromisos, sino también tomar las medidas para implementarlos a lo largo de todo el territorio. Y allí el país tendría una de sus mayores debilidades.

"La principal falencia que existe es el compromiso sobre reducción. Está, pero la maquinaria legal e institucional para poder realizarlo es demasiado lenta y no llega a todos los niveles que se requiere", plantea Felipe Guerra, Dr. en Economía Ecológica y Gestión ambiental.
Coincide con eso Marina Hermosilla, directora ejecutiva de Líderes Empresariales Contra el Cambio Climático, CLG-Chile, para quien lo que requiere el país es que el tema esté más en la mirada de quienes hacen las políticas.

"Más que nada, el país ha ido haciendo la pega de suscribir los acuerdos. En términos de acuerdos internacionales se ha hecho bien, y estamos al día. Pero para transformarlo en acciones todavía nos falta", insiste refiriéndose, al igual que Guerra, a que eso tiene que llevarse a todos los niveles de las tomas de decisiones.

Para los expertos, lo que se necesita es poder avanzar reconociendo las particularidades locales, tanto en las vulnerabilidades -las que por las características geográficas de Chile son muy distintas, según la zona- así como de los potenciales que se abren en esas zonas, pues las modificaciones de temperatura y pluviometría también implican apertura de nuevas posibilidades, como lo que ocurre, por ejemplo, en el sur, con los cerezos y los avellanos.

"Es importante reconocer que el cambio climático también puede implicar desafíos positivos y nuevas posibilidades. Es lo que ya se está vislumbrando en el sur del país, por ejemplo. A lo mejor no se le reconoce como tal, pero si se toman las acciones adecuadas, se podrán ir descubriendo", plantea Marina Hermosilla.

¿Y cómo está el agro?

La realidad es que el agro chileno, dicen los expertos, está adelantado en esta materia, respecto de lo que ocurre en otros sectores de la economía.
"El sector agroalimentario va aprendiendo en el camino, empujado muchas veces por lo que ya ocurre con el clima. Por ejemplo, la sequía y la escasez de agua ha obligado a que se vaya volviendo más eficiente en el manejo del agua e incorporando nuevas tecnologías. También en la incorporación de nuevas variedades y en el desplazamiento de ciertos cultivares hacia el sur, por ejemplo", plantea Heloísa Schneider, especialista de Cepal, autora junto con José Luis Samaniego del estudio
"Financiamiento para el Cambio Climático en América Latina y el Caribe".

Claro que hay que ver hasta dónde existe real conciencia en el país de la necesidad de tomar medidas y adecuar sistemas productivos como una forma de subsistir.
Algunos lo están haciendo, aunque en un principio puede no haber sido por la conciencia de adecuarse a lo que ocurre, producto del cambio climático, sino empujados por exigencias comerciales.

Es lo que podría haber ocurrido, por ejemplo, en la industria del vino, en la que Inglaterra, su principal mercado, tiene estrictas exigencias respecto de la sustentabilidad. Así, muchas viñas chilenas tomaron medidas, como adelgazar las botellas e incorporar tecnología para hacer un mejor uso del agua en la producción y en los procesos.

Mirada de largo plazo Ahora, a nivel público macro, el tema sí se ha internalizado con fuerza y se viene trabajando con lineamientos políticos que se mantienen. Al menos así ha ocurrido en los tres últimos gobiernos.

"Lo que ha sido positivo es que en las últimas tres administraciones ha habido continuidad en las políticas públicas de Cambio Climático. Esto permite dar continuidad a la acción climática", sostiene Fernando Farías, jefe de la división de Cambio Climático del Ministerio del Medio Ambiente.
Pero las cosas cambian cuando se trata de que esas directrices se concreten en todos los niveles de la sociedad y el país.

"Creo que tenemos una buena base de entendimiento de la vulnerabilidad que tiene el país, de dónde y cómo afecta el cambio climático. Es decir, desde una perspectiva de diagnóstico estamos bien", plantea Francisco Meza, director del Centro de Cambio Global de la UC.

Agrega que sin embargo, los riesgos que se observan de manera global, hay que pensarlos en cada uno de los sistemas. Y recalca que se requiere destinar recursos y acciones específicas.

"La Fundación para la Innovación Agraria está desarrollando algunos fondos de adaptación al cambio climático, pero es descorazonador financiar solo ocho o 10 proyectos al año. Falta meter recursos en forma más decidida".

Algo parecido sostiene Samuel Ortega, director del Citra de la Universidad de Talca, quien recalca que es esencial que se destinen más recursos para investigación y desarrollo de capacidades en este tema, pues es una manera de poder desarrollar lo que se requiere para poder adaptarse.

Lo importante, insisten, es que se tenga conciencia. "No podemos dejar que se pierda todo el patrimonio con que contamos", enfatiza Francisco Meza.

FUENTE:  El  Mercurio (Chile) ,  7 / junio / 2017

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