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Si bien las creencias del presidente Donald Trump sobre el calentamiento global siguen siendo un misterio, sus acciones dejan algo en claro: Él no lo considera un problema que el gobierno federal tenga que resolver.
La decisión reciente de Trump de retirar a Estados Unidos del acuerdo climático de París fue apenas su medida más reciente para debilitar o desmantelar las iniciativas federales para reducir las emisiones de carbono, que según científicos están calentando el planeta a niveles que podrían tener consecuencias desastrosas.
Trump está librando una batalla en contra de los esfuerzos para acabar con la dependencia estadounidense en combustibles fósiles. Ha promulgado decretos contra los programas y regulaciones sobre cambio climático, propuesto de recortes masivos de gastos y efectuado nombramientos clave como Scott Pruitt como jefe de la Agencia de Protección Ambiental.
Todavía está por verse cuánto éxito tendrá. Pese a la espectacularidad de su anuncio sobre el acuerdo de París, incluyendo una promesa de que su gobierno parará todo el trabajo al respecto, retirar formalmente a Estados Unidos del acuerdo podría tomar más de tres años.
Anular el Plan de Energía No Contaminante, la medida bandera del expresidente Barack Obama para limitar las emisiones de fábricas que producen energía con carbón, probablemente tomaría tres años. EL presupuesto de Trump, que recortaría fondos a las investigaciones sobre el clima y la ayuda a municipios para que se preparen para calamidades relacionadas con el clima, necesita la aprobación del Congreso, donde la resistencia es fuerte.
Aun así, este viraje brusco se siente ampliamente. Se ha borrado información sobre cambio climático en los sitios web de agencias federales. Los ambientalistas están indignados. Incluso algunos republicanos están sorprendidos.
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