Las condiciones ambientales cambian constantemente y la respuesta más sencilla de todos los organismos vivos es la adaptación espacial: cambiar de lugar para encontrar las mejores condiciones de vida. Por supuesto, esta respuesta es también la que adoptamos los humanos. Migramos y buscamos las mejores condiciones para nosotros y nuestros seres queridos. Más de 65 millones de personas se desplazan forzosamente de sus hogares cada año.
Es como si la población entera del Reino Unido o de Francia tuviera que atravesar fronteras y buscar refugio en otro país. Un éxodo dramático de personas desesperadas que se repite año tras año, a una tasa de 24 personas cada minuto. Más de un millón de personas cruzaron el pasado año el Mediterráneo de manera irregular tratando de llegar principalmente a Grecia o Italia desde Siria, Afganistán o Irak, países devastados por guerras propiciadas o consentidas por occidente, pero también desde África, el continente “sin frío” (del griego aphrike), que sufre como ningún otro las consecuencias del cambio climático.
En África, el límite de aridez actual atraviesa o marca el límite sur de países como Mauritania, Mali, Chad, Níger y Sudan, que actualmente poseen una población de unos 135 millones de habitantes; es el Sahel, una zona que marca la transición entre el desierto del Sáhara y las zonas con vegetación tipo sabana localizadas más al sur.
La coincidencia entre las fronteras políticas y las climáticas, hace que esta sea un área especialmente vulnerable, sufriendo migraciones dramáticas cuando la aridez y la escasez de agua impiden la agricultura y la ganadería. En estas circunstancias, la población local tiene dos posibilidades: migrar hacia el sur y atravesar las fronteras hacia países con condiciones climáticas más húmedas, pero parecidas condiciones económicas, o cruzar el Sáhara y tratar de llegar al norte de África y Europa. La migración se convierte en estas circunstancias, en la única forma de adaptación que posee la población de estos territorios para superar el cambio de las condiciones climáticas.
Diversos organismos internacionales como la Organización Internacional para la Migración o el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, han advertido desde hace tiempo que el incremento en la frecuencia de catástrofes naturales, el aumento de la temperatura, la escasez de agua o la emergencia de enfermedades asociadas al cambio climático, provocan y provocarán migraciones humanas masivas.
Se trata de un “emigrante ambiental” cuyo estatus legal no se reconoce como tal y que, posiblemente, podría abarcar a más de un tercio de las personas que abandonan sus hogares en busca de mejores condiciones. Emigrantes ambientales africanos tratan de llegar a Europa forzados por el cambio climático. Hace 100.000 años, nuestros antepasados también emigraron desde África como consecuencia de cambios en el clima que, en esta ocasión, convirtieron los desiertos del Sáhara y de Arabia en zonas menos áridas e inhóspitas. Los factores climáticos han estado también detrás de la invasión árabe de Europa o de la penetración de los denominados pueblos bárbaros del este.
La acelerada modificación del clima debida a la alteración de la dinámica entre la atmósfera y el océano que hemos propiciado, está ahora provocando un proceso migratorio cuyas raíces ambientales se esconden y que, seguramente, no dejará de crecer en dramatismo e intensidad en un futuro cercano.
Los efectos del cambio climático en el Sahel han sido estudiados y constatados. La densidad arbórea ha disminuido en esta región y el déficit de humedad aumentado notablemente desde los años 70. Un estudio recientemente publicado, muestra como los vientos cargados de lluvia que llegan al Sahel desde la región ecuatorial africana (monzones), se debilitarían con la adición de agua dulce en el Atlántico norte, como consecuencia del derretimiento de los glaciares. Este efecto provocaría una significativa caída en las precipitaciones, un desplazamiento hacia el sur de estas lluvias y una disminución en un millón de km2 del área cultivable.
Se estima que este desastre afectará a casi la mitad de la población actual, pero si se considera que el Sahel podría poseer una población cercana a los 360 millones de habitantes a finales de siglo, el impacto de este cambio climático adquiere proporciones colosales y aterradoras.
Según la ONU, sólo en África, habrá 50 millones de emigrantes ambientales en 2060. En la actualidad, mueren 10 personas al día tratando de atravesar el Mediterráneo y nuestro país apenas recibe el 1% de las personas que demandaron atención en la Unión Europea. Hemos sido censurados, además, por Naciones Unidas debido a las llamadas “devoluciones en caliente” y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado se ha quejado al Ministerio del Interior por no facilitar datos sobre el alcance del drama.
Mientras el clima cambia, nuestras fronteras permanecen fijas y se vuelven impermeables. Los países se convierten en “jaulas” o en “áreas residenciales”, ratoneras de las que es difícil escapar cuando vienen malos tiempos, o espacios autistas rodeados de alambradas y cuchillas.
FUENTE: Info Libre , 23 / 06 / 2017
No hay comentarios.:
Publicar un comentario