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domingo, 12 de abril de 2020

CORONA VIRUS Y CAMBIO CLIMÁTICO: "CRISIS INTERDEPENDIENTE"


Parque Natural Regional Bosque de los Guayupes


La crisis de salud pública debida al covid-19, que se ha tornado en humanitaria, económica y global, nos obliga a construir un modelo de desarrollo más resiliente también ante otras crisis interrelacionadas y similares en cuanto a la necesidad de respuesta global como también lo requiere el cambio climático. 

No podremos superar ninguna de las dos amenazas si no las atendemos de manera coordinada.o diré que la pandemia es una oportunidad para la acción climática. Por un lado porque no vamos a resolver una crisis con otra, y por otro porque superar esta crisis de salud es y debe ser la prioridad. Pero sí que mantener y aumentar los esfuerzos para hacer frente al cambio climático sigue siendo urgente y debe continuar en paralelo, porque no podemos separar las causas de estas crisis, y sobre todo, no debemos separar las soluciones. No nos alcanzaría el tiempo ni los recursos.
En este momento estamos en riesgo de que algunas de las medidas de respuesta a la pandemia y la reactivación económica vayan en contravía de metas climáticas que son fundamentales alcanzar si no queremos agravar o multiplicar las crisis. La Unión Europea, entre otros, ha planteado paquetes de recuperación económica “verde” que debemos considerar. Para países como Colombia tendrán que estar enfocados en justicia social, resiliencia y diversificación económica, lo que incluye también prioridades ambientales.

A diferencia del cambio climático, la covid-19 es una crisis aguda: empezó súbitamente, se desarrolla rápido y ya veremos cómo es su resolución. La crisis climática, en cambio, es crónica: lleva muchos años y seguirá por muchos más, con el desafortunado efecto de que vamos normalizando sus consecuencias.
Deforestación
La deforestación, que suponen la destrucción de ecosistemas y obligan a mayores interacciones entre humanos y la vida silvestre, facilitan las condiciones para la transmisión de virus.
Foto: 
Rodrigo Botero
Nos hemos acostumbrado a tener varias crisis andando al mismo tiempo y a pensarlas por separado; pero no lo están. El cambio climático, por ejemplo, tiene impactos en asuntos de salud pública relacionados con enfermedades transmitidas por vectores como el dengue, cuyo riesgo de contagio crece con el aumento de la temperatura global y la variabilidad climática.

Entre enero y marzo de este año se reportaron el doble de casos respecto del mismo periodo en 2019. También, causas del cambio climático como la deforestación, que suponen la destrucción de ecosistemas y obligan a mayores interacciones entre humanos y la vida silvestre, facilitan las condiciones para la transmisión de virus como la covid-19. La mala calidad del aire relacionada con emisiones de gases de efecto invernadero agrava la crisis climática y está relacionada con una mayor vulnerabilidad y mortalidad asociada al covid-19.

Muchas de las lecciones que se pueden extraer de esta pandemia ya las conocíamos, pero la crisis las hace más visibles y vigentes. Lo primero es que los humanos, entre nosotros y con la naturaleza, somos interdependientes incluso estando físicamente aislados.

Nos necesitamos y afectamos unos a otros de formas más o menos obvias, así estemos tan lejos como está Colombia de China o Bogotá del Amazonas. Países como Brasil o México que no han adoptado medidas de prevención de contagio a tiempo ponen en riesgo a poblaciones enteras en otros países. Igual, las emisiones de gases de efecto invernadero de China, Singapur o Colombia tienen impactos en el sistema climático que afectan a todos independientemente de la fuente.

Segundo, es difícil tomar decisiones ante la incertidumbre pero siempre es mejor prevenir y basarse en la ciencia. Está claro que no estábamos listos para la pandemia, pero sí estábamos avisados. Sabíamos que venía. Sabíamos que la destrucción que causamos a los ecosistemas, la presión creciente que ejercemos sobre ellos, los modelos industrializados e ineficientes de agricultura, la deforestación, el tráfico ilegal de especies silvestres, y la terrible forma en que mantenemos a los animales en cautiverio son condiciones ideales para la transmisión de virus entre humanos y animales y que eso, tarde o temprano, resultaría en una pandemia como la que vivimos hoy.

Del cambio climático y sus consecuencias adversas también estamos más que avisados y los efectos, aunque más repartidos en el tiempo, ya son la realidad de millones de personas. Sin embargo, tampoco estamos listos, y si creemos que no es con nosotros es sólo cuestión de tiempo, o de privilegio, o ambas porque tanto los impactos del cambio climático como los del nuevo coronavirus son un asunto de justicia social.
Es cierto que el virus y el cambio climático no discriminan, pero nuestros sistemas socioeconómicos que habilitan o impiden la prevención y la atención en salud y la respuesta a las crisis sí lo hacen
La pandemia y el cambio climático tienen impactos diferenciados sobre poblaciones y países, afectando de manera más grave a los que de entrada ya son vulnerables. Es el caso de Colombia en comparación con países europeos que, a diferencia nuestra, cuentan con estabilidad fiscal y sistemas de salud robustos; o de las personas que son dependientes de ingresos diarios para su subsistencia en comparación con personas que cuentan con mayor resiliencia económica.

En cambio climático es igual: Colombia es uno de los países más vulnerables a los efectos adversos del cambio climático, y en el país las personas que viven en condición de pobreza son las más vulnerables a sus efectos adversos como deslizamientos o sequías. Es cierto que el virus y el cambio climático no discriminan, pero nuestros sistemas socioeconómicos que habilitan o impiden la prevención y la atención en salud y la respuesta a las crisis sí lo hacen.

Dado que estamos conectados y somos interdependientes, ante este nuevo coronavirus sólo somos tan resilientes como el más vulnerable entre los vulnerables; la crisis la superaremos únicamente cuando hasta el último paciente del último país se haya curado. Ante el cambio climático la interdependencia en la creación de la crisis global exige una solución también basada en la cooperación y coordinación internacionales, para no dejar a nadie atrás.

Es importante que a la par de atender la pandemia se mantengan los esfuerzos climáticos y se optimicen los recursos en donde las crisis se entrelazan. Sería un despropósito que con las medidas de rescate económico se aumenten las inversiones en infraestructura para la exploración y explotación de combustibles fósiles cuyos efectos serían devastadores, profundizarían nuestra peligrosa dependencia económica, y traerían más crisis.

Parar la deforestación en Colombia es crítico, no sólo porque es la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero del país, sino porque la pandemia nos acaba de reconfirmar que la destrucción de los ecosistemas es también nuestra propia destrucción, y que en la interdependencia los necesitamos saludables. Las aproximaciones cortoplacistas ya nos han costado mucho. Las crisis nos exigen decidir distinto; ya es hora de hacerlo. No hay ni un día que perder.

Nota: Es fundamental continuar con la acción climática y ver en la convergencia de estas crisis la necesidad de avanzar. Chile presentó esta semana la actualización de su NDC o contribución nacional de cambio climático ante el Acuerdo de París con mejoras significativas comparadas con la que ya había hecho en 2015. La presentaron como un norte que guiará la reactivación económica. Colombia y los demás países de la región deben hacer lo mismo cuanto antes.
FUENTE: El Tiempo , 12 / 04 /2020

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