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martes, 21 de abril de 2020

MAIMI: " PARA MITIGAR EL CAMBIO CLIMÁTICO SERÍA NECESARIO TOMAR MEDIDAS SIMILARES A LAS TOMDAS FRENTE AL CORONA VIRUS" SIMILARES


Miami se ahoga


Las gallinas corretean por el asfalto, entre coches aparcados.
Una rara imagen que combina lo urbano y el origen agrícola de sus vecinos. Esto también es MiamiBarrio de Little Haiti.
–¿Una cerveza?
Albot, que así se identifica, está detrás de la valla de ladrillo que marca el confín de su hogar, que no es precisamente una mansión por decirlo fino, en la calle NE 58 Terrace, cerca de la iglesia católica Notre Dame d’Haiti.
Su invitación rompe el hielo y abre la charla en este domingo de mediados de marzo, cuando en Florida, eso de la distancia social para mitigar el coronavirus todavía no se lo toman muy en serio.
Originario de la isla caribeña, llegó aquí a los 20 años. Ya ha cumplido los 63. Un hombre negro de buena percha. Trabajó en turismo, en hoteles, y luego se dedicó al taxi, en lo que continúa. “Tendrías que haber visto como era el downtown , sólo había un rascacielos”, rememora.
“Miami era un zoo natural, pero metieron tanto hormigón que ahora la naturaleza ha decidido volver y dar revancha”, sostiene.

Gentrificación climática: trasladarse de zonas cercanas al mar a barrios pobres del interior de la ciudad


Este barrio carece de la ostentación y el lujo de los palacetes con embarcadero privado que se prodigan a unos cuantos kilómetros, en la zona de playa. Estas viviendas evidencian, en cambio, la humildad de la mayoría de sus residentes, inmigrantes que escaparon de la miseria absoluta.
Abajo, en la línea de una de las costas más glamurosas del mundo, en medio de edificaciones fortificadas con aires de imitación renacentista, leones de piedra y jardineros, se prodigan los carteles de “se vende”. Y aquí arriba, todo indica que por una cuestión de elevación sobre el nivel del mar, no se ve ni uno de esos letreros. “¿Sabes? Hay gente que viene y ofrece 300.000 dólares por nuestras casas”, resopla Albot.
Su amabilidad contrasta con la desconfianza detectada durante una larga caminata. Un tipo blanco, sacando fotos y haciendo anotaciones en una libreta no es la mejor tarjeta de presentación en este lugar que se halla en el radar de la especulación inmobiliaria.

Un grupo de operarios con mascarillas, guantes y viseras reparten material sanitario a la población  en una calle de Miami para prevenir la pandemia.
Un grupo de operarios con mascarillas, guantes y viseras reparten material sanitario a la población en una calle de Miami para prevenir la pandemia. (CHANDAN KHANNA / AFP)

A este fenómeno le han llamado “gentrificación climática”.
Anastasia Samoylova recorrió cámara en mano el Pequeño Haití como parte de su proyecto de tres años para la exposición y libro titulados FloodZone (zona de inundación). Constató el giro socioeconómico que define ese fenómeno. Las comunidades de bajos ingresos, en especial afroamericanos y latinos, se vieron forzadas a asentarse en áreas interiores de la ciudad, a mayor altura. Al subir el nivel del mar, esto les coloca en un territorio deseado por los promotores.
“Irónicamente, el frente marítimo no se abarata, los precios siguen igual”, remarca Samoylova.
“En esos barrios asequibles para la gente de pocos recursos sienten el impacto de ese desafío que les expulsa. Se construyen mejores inmuebles, ¿pero para quién?”, se plantea.
Entre imágenes de belleza impactante y chocante –la cabeza de gallina flotando como consecuencia de un ritual de santería–, su libro muestra calles y garajes inundados en Miami Beach o piezas arquitectónicas que emergen como una isla. En su creación no pretendía captar los momentos de desastre tras los huracanes, sino lo cotidiano con el cambio climático, donde se reiteran las denominadas “mareas rey” que acechan la existencia diaria.
“Todo esto no es un problema nuevo, pero si más frecuente e intenso y mi proyecto es sobre la ansiedad que provoca”, indica.
La amenaza del calentamiento global y la subida del nivel del mar son asuntos de afectación planetaria. Pero Miami se ha convertido en el epicentro que ilustra la gran contradicción. Aunque hay reiterados avisos, como Samoylova certifica con poesía visual, parece que esas advertencias sean plegarias no atendidas.

Barrios carentes de ostentación y de lujo como el de Little Haiti, en áreas interiores de la ciudad estadounidense, se hallan ahora en el radar de la especulación inmobiliaria.
Barrios carentes de ostentación y de lujo como el de Little Haiti, en áreas interiores de la ciudad estadounidense, se hallan ahora en el radar de la especulación inmobiliaria. (CHANDAN KHANNA / AFP)

En el sur de Florida se registra un boom constructivo. Unos 200 edificios altos se están erigiendo en el condado de Miami-Dade. Según el profesor Harold Wanless, de la Universidad de Miami, este proceso se está desarrollando sin tener en cuenta la viabilidad constructiva o del desafío de mantener una infraestructura a bajo nivel con el proyectado incremento del nivel del mar.
“Este no es un buen lugar para tener una hipoteca a 30 años. No te podrás vender la casa”, señala el doctor Wanless en su despacho del Departamento de Ciencias Geológicas. “¿Por qué seguimos construyendo? Es como el ave que pone su cabeza en la arena. Se edifica, se vende, se gana dinero pero a la gente no se le ofrece una clara explicación de los riesgos”, insiste. “Si tienes dinero tal vez no te importe gastar 10 o 20 millones, pero es ridículo”. dice.
Su ordenador se ilumina con gráficos. En un documento de la National Oceanic and Atmosphere Administration (NOAA) publicado por el gobierno de Estados Unidos, se proyecta un subida del nivel del mar de 1,5 a 2,5 metros a final de esta centuria. Esto significa 0,6 metros como muy tarde en el 2046, y 0,9 metros en 2059.
Asegura que este incremento supone un desafío cada vez mayor para que las zonas costeras bajas del sur y el centro de Florida mantengan la seguidad y el bienestar d los ciudadanos. Además, Wanless calcula que esa subida del nivel puede ser incluso superior (de tres a nueve metros en el 2100) en esa región debido a que la aceleración en el deshielo causa una redistribución de la masa oceánica y el cambio en las corrientes del golfo de Florida.
“Todo el mundo sabe su elevación”, comenta chistoso. “En 1991 vivía en Key Biscayne a sólo 1,5 metros por encima del nivel del mar, y entonces me mudé a Coral Gables, a 2,7 metros”, aclara. ¿Un sitio de futuro? Más bien no tal como van las cosas.
Solo el 3% del condado se ubica por encima de los 3,6 metros. Matiza que trasladarse a las alturas tampoco resuelve gran cosa. “Puedes desplazarte a Little Haiti, pero que más da estar a cuatro metros sobre el nivel del mar cuando a 1,2 has perdido las infraestructuras, va a ser una ciudad disfuncional”, remata.

Wanless: “Lo cerramos todo por el virus, pero habrá que hacer algo parecido con esta emergencia climática”


A pesar de esa expansión edificadora, en el sector del ladrillo han surgido voces de alerta.
“Se ha dicho que Miami es la zona cero por el impacto económico del cambio climático”, indica Wayne Pathman, abogado inmobiliario especializado en cuestiones medioambientales. “Si bien no creo que vayamos a sumergirnos de inmediato, pienso que es el momento de pensar diferente y crear un entorno más resistente, por lo que se ha de empezar a construir entendiendo que el agua es un factor clave. Las ciudades que diseñemos han de tener en cuenta el nivel del mar y ver si son viables”, recalca.
Apunta que se dispone de 40 años antes de llegar al umbral crítico y determinar que áreas son sostenibles. “La madre naturaleza está viniendo y no va a negociar. Hemos de aprender a adaptarnos y decidir cómo construimos si es que hemos de continuar aquí”, reitera. Pathman, que reside en Miami Beach, subraya que están funcionando las medidas paliativas para afrontar las frecuentes inundaciones, mediante la elevación de calles y edificios o la instalación de máquinas bombeadoras de agua. “No es suficiente, pero no diría que es una tirita”, indica.
El profesor Wanless opina que, de esta manera, se están tirando centenares de millones de dólares. Es una mirada miope, a corto plazo, en la que los políticos electos no se atreven a decir la verdad para no romper la base impositiva que llena las arcas. “Es una inversión terrible”, lamenta.
“A largo término, la solución pasa por no utilizar combustibles fósiles, punto. Hemos de dejar de meter gases invernadero”, reclama. “Hemos sido capaces de cerrarlo todo con el coronavirus. No quiero comparar esto con la enfermedad, pero hemos de hacer algo parecido frente a esta emergencia. Se pone enfermo un jugador de baloncesto y clausuran la liga. Si pudiéramos hacer algo así cada vez que sube el mar y se lleva una casa...”.
Miami no se hunde, apostilla, Miami “se está ahogando”.
FUENTE:  La Vanguardia, 19 / 04 / 2020

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