Las gestoras de fondos y planes de pensiones tienen cada vez más en cuenta factores sociales o ambientales.
No es que el cliente entre en el banco o gestora de fondos de inversión preguntando por el CO2 que emiten las empresas en las que ha invertido o quiere invertir, pero sí se trata de una preocupación creciente. Lo afirman los expertos consultados y lo corroboran los datos. Según Spainsif, en España en el 2018 se produjo un crecimiento de activos con factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) del 13%, hasta llegar a los 210.644 millones de euros.
“Los asuntos relacionados con el cambio climático se consideran ya una mega tendencia dentro de la sostenibilidad”, afirma Andrea González, subdirectora general de Spainsif. “En España es uno de los temas con mayor popularidad entre los fondos temáticos sostenibles (junto con gestión de agua y de residuos) y algunas gestoras de activos ya han anunciado la neutralidad de carbono en sus carteras para los próximos años”, añade la directiva de la plataforma de inversión sostenible y responsable española.
Rendimientos
Al cabo de un año resulta entre un 0,5% y un 1% más rentable invertir teniendo en cuenta la huella de carbono
“El concepto ASG es claramente uno de los términos que más se oyen en la industria financiera en los últimos años y esta inercia la estamos viendo cada vez más, en nuestro día a día, en las conservaciones con nuestros clientes quienes, poco a poco, van incluyendo demandas de sostenibilidad en los criterios que nos trasladan, para nuestra tarea de asesorar o gestionar sus carteras de inversiones”, declara Puy Carazo, directora de asesoramiento de inversiones de Deutsche Bank Wealth Management. Ignacio Perea, director de inversiones de Tressis, apunta que “las generaciones jóvenes son las más sensibilizadas” y que, “a veces, son los hijos los que empujan a los padres a interesarse por productos de inversión más sostenibles”.
Pero la sensibilidad no quita la rentabilidad. “En primer lugar, la inversión ha de ser sostenible desde un punto de vista económico; no estamos hablando de filantropía”, advierte González. “Lo que sucede es que la inversión con criterios ambientales puede contribuir a reducir riesgos y a identificar oportunidades de negocio, y eso son argumentos puramente económicos que, junto con la mayor sensibilización, pueden estar detrás del aumento de los datos de inversión sostenible en todo el mundo”, argumenta la subdirectora general de Spainsif.
“Ya no son sólo los riesgos asociados a la emisión de gases de efecto invernadero, como aumento de las temperaturas, problemas de salud o extinción de especies. Se trata también de los efectos de los derrames de petróleo, la escasez de agua, la corrupción, el fraude contable, el trabajo infantil, violaciones de la privacidad de los datos, la deforestación, huelgas de trabajadores, la generación de residuos, desigualdad salarial de género... porque todos estos y otros problemas, además del impacto negativo que suponen para las personas y el medio ambiente, van a asociados muchas veces a pérdidas de valor para los inversores así como a un daño en la reputación de las empresas y los inversiones”, opina Carazo.
Es decir, hacer las cosas bien tiene recompensa. En concreto, al cabo de un año, invertir teniendo en cuenta la huella de carbono acaba siendo entre un 0,5% y un 1% más lucrativo, afirma el director de inversiones de Tressis. La gestora se ha comprometido a calcular la huella de carbono de todos sus productos de inversión antes de que acabe el año.
¿Cómo se calcula?
La huella de carbono es la suma de todas las emisiones de gases de efecto invernadero liberadas directa o indirectamente a la atmósfera. Para calcularla se multiplica el dato de consumo (actividad) por su correspondiente factor de emisión en función del tipo de combustible o gas empleado. El resultado es en toneladas de dióxido de carbono (CO2).FUENTE: lavanguardia.com , 02-09-2020
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