BIOGÁS Y EL MEDIO AMBIENTE
Tanto el tratamiento, como la actual gestión de residuos orgánicos, tienen un gran impacto sobre el medio ambiente. Por eso, el biogás se presenta como una alternativa versátil que favorece la valorización de la materia prima y mejora el ciclo de vida de los procesos. Cuando los residuos son transformados en compuestos inocuos elementales, generan un combustible muy versátil similar al metano, apto para cualquier aplicación de la industria eléctrica, térmica o carburante.
En consecuencia, las emisiones de CO2 disminuyen, al igual que la dependencia energética a nivel local y regional, convirtiéndolo en una de las fuentes de energía más sostenibles, independientes y favorables para la transición energética.
EL BIOGÁS ES CLAVE PARA CUMPLIR CON LOS OBJETIVOS GEI DE LA UE PARA EL 2030
El sector energético presenta el biogás como una alternativa a largo plazo frente a los limitados recursos de los combustibles fósiles. Una energía renovable y versátil que favorece la transición energética respecto a la demanda de gases que la Unión Europea (UE) pretende disminuir, al menos, en un 11 % para el 2030.
Para alcanzar esta meta, los países miembros han comenzado a implementar medidas orientadas a la valorización energética. Según Eurostat, en 2019, el 12 % de biogás se empleó para la generación bruta de calor y el 57 % para la producción de electricidad. Además, cuando se actualiza con biometano, también puede inyectarse en la red de gas natural o utilizarse como combustible renovable para el transporte.
La tendencia de biogás en la UE ha ido evolucionando positivamente gracias a su papel protagonista en la economía baja en carbono y la economía circular eficiente. Éste permite ahorrar hasta un 240 % las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y un 202 % de biometano.
En comparación con los combustibles fósiles, esta energía renovable es capaz de eliminar los GEI como el gas metano, cuyo emisor principal es la fermentación incontrolada a base de minerales producida por los desechos orgánicos y residuos agrícolas, convirtiendo este gas de efecto invernadero en la principal materia prima para la producción energética.
La nueva “Política Agrícola Común” (PAC) reconoce los beneficios del biogás para el desarrollo rural y las bondades del digestato como fertilizante y mejorante del suelo, que reducen los costes y las emisiones provocados por los fertilizantes minerales, y la dependencia de materias primas como el fósforo.
España podría ser pionera en la construcción de infraestructuras de biogás y biometano. Las amplias superficies dedicadas a la agricultura y ganadería generan hasta un 34.460 GWh, según IDAE. Para ello, es necesario establecer un plan que fomente la producción y consumo de biogás; certifique el origen de esta energía renovable; y establezca un amplio mercado de gases renovables, donde también incluya el hidrógeno verde. Opciones sostenibles y eficientes que mejorarían nuestra postura frente al cambio climático y la transición energética del país.
Fuente: EMAN Ingenieria
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