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viernes, 28 de septiembre de 2012

CAMBIO CLIMÁTICO, UNA DESTRUCCIÓN EN CADENA DEL ECOSISTEMA.

Foto: renovablesverdes.com

En 2012 el hielo que cubre el océano Ártico llegó al nivel más bajo desde el registrado en 2007. El enfoque mediático relata cómo el calentamiento global derrite el hielo que es hábitat de los osos polares y reduce la capacidad del área para reflejar los rayos solares. Lo que equivale a desconectar un ducto del sistema de aire acondicionado central de la Tierra.
Sin embargo, no se ha puesto la atención necesaria en lo que el océano Ártico significa para el ecosistema vecino más cercano: la tundra ártica.
Más allá de las típicas imágenes de los icebergs y los osos polares, dudo que mucha gente se imagine el vasto tapiz de exuberantes plantas verdes, el sonido de los pájaros, todo lo que es representativo del verano en la tundra. Con los rápidos cambios del clima y el derretimiento de una gran extensión de hielo, la tundra se transformará significativamente, y esto afectará al resto del planeta. Es tiempo de empezar a conocer y atender a la tundra, y aquí está la razón.
El ecosistema es enorme, cubre más del 15% de la superficie de la Tierra que es igual a la mezcla de los 50 estados que integran Estados Unidos. Actualmente, guarda una sustancial porción del carbono de la Tierra en sus suelos permanentemente congelados, lo contiene de manera que no pueda contribuir a la gigante masa de gases invernadero.
Sin embargo, de la misma manera en que otros bancos de agua han prevenido que ciudades costeras como San Francisco vivan inviernos extremadamente fríos y veranos extremadamente calientes, las condiciones marítimas en el Océano Ártico actúan sobre los patrones del agua cerca de la tundra cercana.
Menos hielo oceánico se asocia con las características de los veranos más calientes o más secos. Tener un clima más templado causará que los suelos se calienten y se deshielen a mayor profundidad, liberando hacia la atmósfera el carbono que ha estado guardado por mucho tiempo, en forma de dióxido de carbono y metano, los cuales son potentes gases invernadero.
El récord anterior de baja cobertura de hielo en el Océano Ártico ocurrió en el 2007; el caliente y seco verano que acompañó a la tundra de Alaska es recordado por el incendio más grande y severo que haya sucedido en la tundra al norte del estado en su historia. El fuego cubrió casi el 10% del territorio, un poco más grande que la ciudad de Manhattan y el desastre duró dos meses y medio.
Aunque las tormentas eléctricas son comunes en la tundra, el paisaje generalmente es húmedo por lo que es raro que se incendie y si llega a suceder, el fuego no se esparcen mucho, ni quema muy profundo o permanece por mucho tiempo. Pero la tundra sufrió una sequía en 2007 y los vientos avivaban y alimentaban el fuego.
Durante este evento único, la combustión inmediata de pantas y suelos, además del deshielo de la superficie congelada, inyectó una enorme cantidad de carbono a la atmósfera, una porción equivalente a lo que todo el bioma de la tundra absorbe de la atmósfera a través del crecimiento de las plantas cada año.
La reducción del hielo oceánico no está limitada a aumentar las concentraciones de gases invernadero. Un clima más caliente en la tundra desatará una cascada de cambios que incluyen la elevación de su vegetación con plantas más altas y leñosas. Lo que mis colegas y yo descubrimos es que ese cambio de vegetación en la tundra de Alaska tiene implicaciones tanto buenas como malas para los animales que dependen de ella para su alimento y cobijo.
Cada primavera las especies de aves cantadoras migran a la tundra ártica de todas partes del mundo para reproducirse. Algunas anidan en superficies de vegetación alta y se benefician con el follaje, pero aquellas que anidan en una vegetación baja pueden no adaptarse. Lo que probablemente ayuda a todas las especies es que la espesura elevada guarda más insectos para comer.
Aún no sabemos qué animales aprovecharán los cambios, y cuales los sufrirán, pero debido a que cada uno juega un papel ecológico específico en la tundra, la caída de una especie o la proliferación de otra podría tener un efecto dominó que interrumpa la delicada red alimenticia del ecosistema.
Y en caso de que pienses que lo que pasa en la tundra se queda en la tundra, considera que muchos de los gorriones, petirrojos, y currucas que visitan nuestros patios en invierno, otoño y primavera, pasan su temporada de reproducción en la tundra, entonces, les afectará lo que suceda ahí, reduciendo el número de los que llegan a tu comedero de pájaros en el futuro que a su vez, provocará un efecto dominó en la localidad.
El Ártico responde al cambio climático antes y más intensamente que el resto del planeta, por lo mismo deberíamos pensar que es una advertencia temprana sobre sus efectos en un ecosistema. Si pusiéramos más atención a los cambios de la tundra podríamos aprender algunas lecciones prácticas acerca de qué esperar y poder disminuir las consecuencias o al menos planear cómo lidiar con ellas (Con la información de CNN México).

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