De este caso, algún día se harán películas, como La Herencia del Viento o Erin Brockovich, porque tiene el potencial de convertirse en una historia épica, que nos puede tocar de cerca. Se trata del juicio que un grupo de 21 jóvenes le está haciendo al Gobierno de los Estados Unidos por haber fomentado políticas que exacerbaron el cambio climático, violando sus derechos constitucionales y los de las futuras generaciones.
Esta semana, una corte de apelaciones le dio luz verde al caso para ir a juicio oral, muy a pesar de la resistencia de la administración Trump. Tal vez, ésta tratará de bloquearlo ante la Corte Suprema, pero tampoco esa es una avenida segura para frenarlo.
Los demandantes alegan que por más de 50 años, la oficina del Presidente y ocho agencias federales promovieron regulaciones para la proliferación de la industria de combustibles fósiles, lo que representa un cuarto de las emisiones mundiales. Y le piden a la Justicia que obligue al Gobierno a formular un plan para cambiar de rumbo. Lo mismo se podría decir y hacer en la Argentina. Acaso, las ONG deberían estar mirando atentamente el desarrollo de este caso novedoso. Material no va a faltar.
Auf Wiedersehen al diesel
El motor a diesel fue por décadas orgullo de la tecnología alemana. Su industria representa 800 mil trabajos en ese país. Así y todo, los autos propulsados con este combustible están en riesgo de no poder avanzar hacia ningún lado, aunque haya 15 millones de ellos. El máximo tribunal del país acaba de autorizar a la ciudad de Stuttgart a prohibir su circulación para mejorar la calidad del aire. Otras importantes urbes alemanas ya han asegurado que imitarán la medida. Y es una bola que no para.
FUENTE: Clarín Opinión , 9 / 03 / 2018
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