Volcanes, glaciares espectaculares, cascadas, géiseres, cálidas lagunas de aguas termales. La naturaleza islandesa tiene mucho que ofrecer a los casi 1,8 millones de turistas que la visitan cada año. Pero a muchos también les choca otro dato: la ausencia de árboles. La mayoría lo achaca a las bajas temperaturas. "Claro", se dicen, "aquí no hay bosques porque hace mucho frío". Sin embargo, casi nadie sabe que, hace poco más de mil años, entre el 25 y el 40 por ciento del país estaba cubierto de bosques y que fueron los vikingos quienes los arrasaron.
"Islandia es, sin duda, uno de los peores ejemplos de deforestación del mundo", explica Throstur Eysteinsson, director del Servicio de Bosques Islandés en el vídeo Reforestando Islandia, una causa para el optimismo, que habla de los esfuerzos que está llevando a cabo la isla para volver a llenarse de árboles a Teknautas. Islandia estuvo completamente deshabitada durante milenios. Los primeros colonos no llegaron hasta el siglo IX, procedentes de lo que hoy es Noruega. Y, según atestiguaron en sus sagas, encontraron un país "boscoso desde las montañas hasta la costa".
Desde siempre, las ovejas han sido un animal importante para los islandeses, tanto para la alimentación como para la obtención de ropa de abrigo. Sin embargo, la ganadería fue, precisamente, lo que impidió en gran medida que las zonas taladas consiguieran regenerarse de manera natural a lo largo de los siglos sucesivos. En 1100 años, el cambio en el paisaje ha sido drástico. El país ha perdido el 95 por ciento de su cubierta forestal. Una rápida y severa deforestación que también ha empeorado la erosión del suelo y ha hecho que ya se hable de un riesgo creciente de desertificación. En la actualidad, de hecho, alrededor del 40 por ciento de la superficie islandesa es considerada desierto.
A todo esto hay que sumarle por un último e importante factor: los volcanes. Unos 30 de ellos siguen activos y cada dos o tres años hay una erupción. Algunas son descomunales, como la del Eyjafjallajökull, que paralizó el espacio aéreo europeo en 2010. De otras, las más pequeñas, casi ni se oye hablar. Pero la propagación de sus rocas y cenizas, ayudada por los fuertes vientos que suelen soplar con frecuencia, es otro de los elementos que explican esta transformación.
La ausencia de árboles llegó a ser tal y los pocos que había crecían tan lentamente que antaño los islandeses solían bromear con que, en su país, para lograr salir de un bosque, bastaba con ponerse de pié.
De la broma a la reforestación
Sin embargo, parece que las cosas están cambiando. Desde hace unos años, el Servicio de Bosques Islandés, con la ayuda de múltiples asociaciones y granjeros, ha asumido el ambicioso objetivo de volver a poblar de bosques la isla.En realidad, los primeros esfuerzos para tratar de revertir la situación empezaron hace tiempo, en 1899. Pero, al principio, la protección se reducía a cercar áreas para excluir el pastoreo de ovejas. Fue a partir de 1950, cuando se empezó a poner mayor énfasis en la plantación de árboles. Una actividad que se ha intensificado en las últimas décadas.
En el peor momento, a comienzos del siglo XX, los bosques no llegaban a cubrir ni el 1 por ciento del país
En todo este tiempo, el sector ha registrado grandes mejoras. En el peor momento, a comienzos del siglo XX, los bosques no llegaban a cubrir ni el 1 por ciento del país. Hay quien apunta, incluso, que apenas superaban el 0,5 por ciento. Un porcentaje que, a lo largo de todas estas décadas, se ha ido incrementando hasta alcanzar el 2 por ciento.
Esto significa que "el total del área forestal en Islandia se ha doblado, posiblemente cuadruplicado", destaca el Servicio de Bosques Islandés.
Que esto se considere un avance grande o pequeño depende de con qué se compare. Sin duda, el incremento es importante si se toma en cuenta la reducida área de bosques que había cuando se empezó a reforestar y lo difícil que es repoblar cuando se parte de tan bajo. Sin embargo, si se compara con la gran cantidad de bosques que había antes de que llegaran los vikingos, el porcentaje sigue siendo muy limitado.
Un aliado extraño: el cambio climático
El objetivo oficial fijado es el de alcanzar el 12 por ciento de superficie arbolada para el año 2100. Una meta para la que, curiosamente, el cambio climático podría convertirse en un buen aliado. Desde 1980, la subida gradual de las temperaturas también ha incrementado en 100 metros la elevación máxima en la que el terreno es considerado óptimo para desarrollar tareas de silvicultura, lo que significa que entre el 30 y el 40 por ciento del país podría tener bosques otra vez, al menos esa es la teoría.Además, la necesidad de reducir las emisiones hace que la reforestación destaque como una de las mejores formas para cumplir con los objetivos climáticos que se ha propuesto Islandia. Lo cierto es que, gracias a sus grandes recursos geotérmicos e hidráulicos, la nación nórdica lidera la transición hacia las fuentes renovables. Sin embargo, su nivel de emisiones sigue viéndose afectado por el transporte y la industria pesada.
En este sentido, el sector forestal "tiene la esperanza de que los beneficios climáticos ligados a la reforestación, cuestión sobre la que se habla mucho en este momento, pueda impulsar un mayor interés político en este ámbito", destaca Ragnhildur Freysteinsdóttir, de la Asociación Forestal Islandesa, una de las entidades más involucradas en la reforestación del país.
En su opinión, de hecho, la falta de apoyo público es actualmente "el mayor desafío". Gran parte de las plantaciones se realizan gracias a los fondos gubernamentales, principalmente, a través de un esquema de silvicultura agrícola que incluye ayudas para los granjeros que decidan plantar árboles en su propiedad.
A la espera de la recuperación económica
"El número anual de árboles que se plantaban era de más de 6 millones en 2007, pero tras el colapso bancario de 2008, el gobierno hizo recortes generales", apunta Freysteinsdóttir, que se queja de que, ahora, "la financiación no haya aumentado en consonancia con la recuperación económica" de la isla.Lo mismo advierte el Servicio de Bosques Islandés. Sin embargo, sus expertos también destacan algunas oportunidades que la crisis también trajo consigo. La caída de la corona hizo que importar madera fuera muy caro y esto impulsó la reactivación del negocio a nivel local. "Islandia está ahora desarrollando un recurso forestal comercial que ya empieza a generar unos ingresos significativos", señala. Unos beneficios que, si todo va bien, acabarán reinvirtiéndose en silvicultura.
Con todo, el camino que queda por recorrer para volver a ver una Islandia como la que se encontraron las vikingos todavía es largo. Sin embargo y, a diferencia de hace un siglo, los islandeses saben que los árboles ya no son una especie en extinción y que, aunque sea poco a poco, volverán a conquistar su isla.
FUENTE: El Confidencial, 10 / 03 / 2018
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