La mayor moneda digital del mundo nació en 2009 rodeada ya de polémica. A pesar de la transformación que ha supuesto su desarrollo en la economía y la sociedad, en la actualidad se le acusa de ser una fuente de contaminación medioambiental y energética
Bitcoins o cómo pagar en el siglo XXI sin depender de grandes entidades financieras. Este era el reto de la mayor expresión de la economía digital. La criptomoneda nació gracias a un sistema descentralizado que permitía transacciones irreversibles sin necesidad de intermediarios a través de la tecnología blockchain.
Primera aclaración. Aunque muchas veces se confunden, blockchain y bitcoin son distintos. El primero es una
tecnología que funciona como un enorme libro de registros enlazados que
posibilita hacer transacciones de forma cifrada. El segundo es el dinero
generado dentro de esa cadena. Es decir, el bitcoin es una de las aplicaciones
del blockchain (almacenamiento en la nube, gestión de datos… ) y su existencia
como criptomoneda solo es posible procesando grandes cantidades de datos, lo
que se conoce como minería.
Son los mineros precisamente los que están ahora en el punto de mira.
Los últimos informes señalan que minar bitcoins es una mala idea en la lucha
contra el cambio climático. Pero ¿qué tienen
que ver estas monedas con la sostenibilidad del planeta? Según algunos
expertos, mucho.
Hardware que afecta al calentamiento global
Hay quien augura que la minería de bitcoin va, concretamente, a
contribuir a elevar el calentamiento del planeta dos grados centígrados en los
próximos quince años. Así lo resume Randi Rollins, investigador de la
Universidad de Hawai-Manoa y coautor de un estudio publicado en ’Nature Climate
Change’.
“El bitcoin es una criptomoneda con grandes requisitos de hardware y
esto, obviamente, se traduce en grandes demandas de
electricidad”, apunta.
Estos requerimientos de electricidad de las criptomonedas -y el impacto
ambiental que supone producirla- son un tema ampliamente discutido. Según el
informe publicado en Nature, solo en el año 2017 se emitieron 69 millones de
toneladas de CO2 al aire atribuibles a las criptomonedas.
Sus investigadores
descubrieron que si el mundo adoptara el sistema del pago del bitcoin, incluso
a un velocidad más lenta respecto a la que nos hemos hecho a otras tecnologías,
sus emisiones acumuladas serán suficientes para calentar el planeta a más de 2°C en solo 22 años.
Sólo en el año 2017 se emitieron 69 millones de
toneladas de CO2 al aire atribuibles a las criptomonedas
La minería bitcoin preocupa, y mucho, ya que la potencia que requiere ha
ido aumentando en los últimos años. El proceso de creación de esta criptomoneda
produce “un inmenso consumo de energía, lo que se traduce en una importante
huella de carbono”, puntualiza también Christian Stoll,
experto del Centro de Investigación de Políticas Energéticas y Ambientales del
MIT.
Junto a su equipo, Stoll cifró el consumo anual de energía de bitcoin en
45,8 teravatios por hora. Gracias a estos numeros, los estudiosos pudieron
calcular un rango anual de emisiones de carbono que oscilaba entre 22 y 22,9
megatones de CO2. Sin embargo, aún hay más: el consumo de energía se duplicaría
si se incluyeran todas las demás criptomonedas existentes y no solamente el
bitcoin.
La Universidad de Cambridge también ha investigado al respecto y ha
concluido que minar bitcoins durante un año supone un gasto de electricidad más elevado que el que produce un país como
Suiza. El centro ha llegado a esta conclusión porque elaboró una
herramienta que es capaz de medir el consumo de un bitcoin en tiempo real. Y lo
han hecho por “las crecientes preocupaciones sobre la sosteniblidad y el
impacto ambiental del minado”.
Y esa preocupación se instaló en China a principios de año. Para el país
asiáitco el minado ha sido un gran motor de crecimiento pero su gobinero
intenta frenarlo. El Banco Popular de China teme que problemas para su valor
del capital privado del país y se plantea restringir el minado de
bitcoins.
Minar bitcoins durante un año supone un gasto de
electricidad más elevado que el que produce un país como Suiza
No obstante, hay voces menos alarmistas.
Jesús Pérez, director del Digital Assets Institute, considera que la relación
entre eficiencia energética y criptomonedas es estable. Según el experto su
impacto ambiental tiene una explicación: “La energía más eficiente, y por lo
tanto más barata, es la renovable”. Por este motivo, las mayores localizaciones
de minería se sitian en “lugares con este tipo de electricidad” y ello conlleva
a que sea un sector “que demanda grandes cantidades de energía renovable”.
En definitiva, una década después de su
creación, el bitcoin sigue envuelto en controversias. Detractores y
defensores de su importancia en la sociedad presente –y sobre todo, futura-
analizan los pros y contras de su uso. Uno de los principales es su impacto en
el cambio climático: podríamos estar hipotecando el futuro del planeta por
culpa de estas monedas virtuales.
FUENTE: El Confidential, Por Ángela Zorrilla, 30 / 10 / 2019
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