El pasado verano, el bosque siberiano se quemó y Rusia tomó conciencia de las consecuencias del cambio climático. La tala, las altas temperaturas y la falta de lluvia favorecen la propagación de los incendios, que inundan el aire de humo tóxico.
En el corazón de Siberia la madera es lo que alimenta a los habitantes. El pasado verano, el fuego llegó a la región de Krasnoyarsk, donde gran parte de los ciudadanos viven de lo que producen por la tala de árboles.
Sin embargo, esa tala ha aumentado en los últimos años así como las altas temperaturas, lo que ha propiciado los incendios. Los habitantes de la zona se lamentan de sus visibles estragos: "Nuestros bosques se queman y el viento lleva el humo a otras regiones", comenta uno de los vecinos de la zona, en agosto, el aire era irrespirable en algunos puntos del país.
El origen de los incendios puede ser delictivo o natural, pero la deforestación y la alta temperatura facilitan la progresión de los incendios. "Cuanto más talas, más viento hace, nada lo para. Y hay menos agua en el bosque, el agua humedece el musgo bajo los árboles y no arde tanto como ahora. Todo está relacionado", explica Alexandre Rapayev, jefe de pilotos de un centro de control que hora se dedica diariamente a apagar incendios.
En 2019 diez millones de hectáreas han ardido en Rusia, al ver sus estragos ahora muchos han cobrado conciencia del problema al que se enfrentan.
FUENTE: FRANCE 24 , 23/10/2019
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