En 2008,
Valli Moosa, titular de la World Conservation Union, la
mayor red mundial de preservación del medio ambiente, en un artículo escrito en
el libro “Una mirada a nuestro mundo, 50 años hacia el futuro”, mencionaba lo
siguiente:
“En 2058 la población
no ha crecido tanto como se pronosticó a principios del milenio, debido a
pandemias generalizadas, que ahora están bajo control.
En comparación con el
principio del siglo XXI, todos los países cuentan con un mejor estándar de
vida, aunque se registran en Estados Unidos bolsones de privación. La
decadencia de la economía basada en el petróleo transformó los antiguos
sistemas industrial y agrícola, y una revolución en materia de energías
renovables ha permitido la evolución de sistemas de recursos más locales,
diversificados, y descentralizados.
Mercados basados en los
sistemas de bonos verdes y de carbono, existen en todos los servicios
relacionados con la naturaleza, entre ellos: los suelos, el agua, el aire, la radiación
solar, y la polinización. Lo recaudado a través de estos mecanismos comerciales
se destina planes de restauración
ecológica en todo el planeta.
La economía ecológica
se ha convertido en una importante disciplina, y la contabilidad ecológica
figura en los principales sistemas contables y globales. El desarrollo
sostenible se fortaleció cuando los patrones de consumo quedaron sujetos al
control de un nuevo tratado mundial, de cumplimiento obligatorio, que congeló a
los niveles de 2000 la explotación y uso de materiales.
El más importante
cambio de paradigma, en este milenio, ha sido la Revolución Industrial basada
en ideas generadas por la interfase entre biología e ingeniería.
El descubrimiento clave
fue cuando los investigadores aprendieron a imitar la química energética de las
plantas verdes, que en presencia de luz solar convierten el dióxido de carbono
y el agua en oxígeno y alimentos derivados de los cereales.
Otro descubrimiento
importante ha sido que con una mínima ayuda humana, la naturaleza es capaz de restaurarse
a si misma, y deshacer los entuertos que hemos creado.
Los sistemas tradicionales
de producción y consumo de fines del siglo XX, basados en la cadena “tomar-fabricar-desechar”
han sido reemplazados por sistemas “fuente-fuente” y modelos de flujo de
servicios. Todo se vuelve a usar, y se recicla, como en la propia naturaleza.
Los desechos de una persona son los recursos de otra. Todos los fabricantes son
responsables de reciclar sus productos, lo cual está organizado por redes de
empresarios recicladores.”
FUENTE: "Una mirada a nuestro mundo, 50 años en el futuro", pag. 133, 134, Mike Wallace, 2008
No hay comentarios.:
Publicar un comentario