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viernes, 10 de noviembre de 2023

Una acción climática ambiciosa y acelerada: plan para un cambio de rumbo




El 2023 va camino de convertirse en el año más caluroso desde que se tienen registros. Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando y actualmente se encuentran en niveles récord. Además, este año hemos sufrido fenómenos meteorológicos extremos en todo el planeta: olas de calor, tanto en la superficie terrestre como en el mar, incendios devastadores, sequías e inundaciones. El caos climático del que los científicos llevan años advirtiendo ya está aquí. 

Sin embargo, tenemos la posibilidad de corregir esta situación. Esta década es crucial para tomar las medidas necesarias que permitan estabilizar nuestro clima y construir sociedades prósperas y resilientes. 

El sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) muestra que todavía tenemos un estrecho margen para lograrlo y señala las medidas que es necesario adoptar y las decisiones que podemos tomar. La 28.ª Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 28), que comenzará a finales de noviembre, debe ser el punto que marque el comienzo de un cambio de rumbo. 

El primer balance mundial nos indica en qué áreas no estamos avanzando lo suficiente para limitar el calentamiento global a los 1,5 ºC y cumplir los demás objetivos que establece el Acuerdo de París

Solo puede haber una respuesta a este diagnóstico alarmante: una ambición renovada y una acción acelerada en materia climática que trace una línea de actuación hasta 2030 para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC. 

La Cumbre sobre la Ambición Climática, convocada por el Secretario General, es un momento crítico para prepararse de cara a una COP que genere resultados sólidos y concretos. Tenemos que hacer más, más rápidamente. La agenda del Secretario General nos indica el camino. 

Una ambición renovada supone una serie de compromisos, basados en objetivos e hitos específicos y concretos, que conducirán a una transición social y económica sin precedentes para mantener vivo el objetivo de 1,5 ºC, incluso si en los próximos cinco años sobrepasamos temporalmente ese límite. Debemos acelerar la acción llevando a cabo estos compromisos orientados a soluciones de forma más rápida y creíble, de forma que se movilice al conjunto de agentes económicos y sectores de la sociedad en beneficio de todos. No debe haber vacilaciones sobre el rumbo que debe seguirse para cumplir este objetivo: la mitad de la humanidad vive en zonas vulnerables al cambio climático. 

Veamos detenidamente cómo se va a conseguir:

En primer lugar, es necesario doblar la curva de las emisiones. El IPCC muestra que la senda para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC requiere que las emisiones se reduzcan un 43 por ciento desde los niveles de 2019 hasta 2030, así como alcanzar las cero emisiones netas a mediados de este siglo. 

Por tanto, es necesario que las partes en la Convención eleven su ambición en materia de reducir de emisiones. Las contribuciones determinadas a nivel nacional deben ir más allá de las anteriores, comprender los recortes absolutos de las emisiones y abarcar todos los sectores de la economía. También deben incluir objetivos actualizados de cero emisiones netas. 

Un elemento fundamental de los recortes de emisiones serán las transiciones energéticas: eliminar el carbón en 2040 (o 2030, en el caso de los países industrializados) y la reducción progresiva del petróleo y el gas de acuerdo con un objetivo de cero emisiones netas para mediados de siglo. Las renovables ya constituyen la forma de energía más económica en gran parte del mundo. Su utilización masiva dará un impulso a la transición energética y ayudará a abandonar los combustibles fósiles de una forma justa y equitativa. 

En algunos países, el objetivo de cero emisiones netas se está politizando. Sin embargo, no se trata de un eslogan político: resume la dura realidad de que si queremos que las temperaturas no suban más, es necesario dejar de emitir gases de efecto invernadero. Eso significa descarbonizar los sectores económicos en la medida de lo posible. En aquellos casos en que las emisiones continúen, debemos anularlas mediante su retirada, de manera que se cumpla el objetivo de cero emisiones netas. Mantener la meta de 1,5 ºC significa lograr las cero emisiones netas: es un hecho. 

Para ser verdaderamente eficaz, la acción climática ha de ser creíble. Todos deben participar en ella: las ciudades, las regiones, las empresas y los hogares. Además, debe articularse en torno a objetivos específicos. 

No obstante, ya estamos sufriendo los efectos del cambio climático, por lo que una ambición renovada y una ejecución acelerada también significan redoblar los esfuerzos y actuar con mayor rapidez en materia de adaptación a fin de crear sociedades resilientes al clima. La adaptación es fundamental para enfrentarse a los cambios que ya se están produciendo o que se prevén en el futuro. 

Desde invertir en infraestructura resiliente al clima y adecuar nuestros cultivos, hasta desarrollar sistemas de alerta temprana para fenómenos climatológicos extremos, la adaptación es una parte de la acción climática tan importante como el recorte de las emisiones. 

La acción climática debe brindar resultados a todos y proporcionar beneficios demostrables y a largo plazo para toda la sociedad, incluso cuando haya retos y sacrificios a corto plazo. 

Es necesario que se produzca una transición justa hacia un clima estable que proteja a los más vulnerables y garantice que nadie se quede atrás. Debemos recordar que los que más están sufriendo ahora, los más vulnerables, son los que menos han contribuido a la crisis climática. 

Esta transformación requiere movilizar fondos de forma masiva, pero viable. Para ello se deben cumplir los compromisos de financiación climática ya contraídos, como los 100.000 millones dólares que deben aportar los países industrializados. Debemos aprovechar la decisión histórica adoptada en la COP 27 y garantizar que se cumple el acuerdo sobre pérdidas y daños. También es necesario crear una infraestructura financiera mundial adecuada que canalice la inversión hacia la energía renovable y la vida sostenible, en lugar de subvencionar los combustibles fósiles, que oriente a los bancos de desarrollo hacia la acción climática y que incentive el capital privado para invertir en iniciativas que respeten el clima en todo el mundo. Esta transformación de la agenda financiera es lo que permitirá un cambio de rumbo en lo que al clima se refiere. 

En las semanas que restan hasta la inauguración de la COP 28, aprovechemos todas las oportunidades para que la acción climática ambiciosa y acelerada tenga una posición central en la agenda. Todos los gobiernos, todas las empresas y todas las organizaciones de la sociedad civil deben dar a este objetivo la máxima prioridad y subir el listón hasta un nivel al que los demás puedan aspirar. 

Cada una de las partes de la Convención debe acudir a la COP 28, que se celebra en Dubái (Emiratos Árabes Unidos) con la intención de resolver un problema mundial con una mentalidad global. En vez de poner líneas rojas, es necesario que impulsen unos resultados que cuenten con el respaldo de los demás. Se deben elaborar propuestas ambiciosas que reciban el apoyo de otros grupos. En una palabra: cooperación. La Secretaría de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático está preparada para desempeñar su papel de intermediario honesto para ayudar a las partes a crear soluciones que beneficien a todos. 

Sabemos lo que debemos hacer. Ahora es necesario conseguir que exista la voluntad política para llevarlo a cabo, tanto antes de la COP 28 en Dubái como en los próximos años. La Cumbre sobre la Ambición Climática, convocada por el Secretario General (20 de septiembre) es nuestra oportunidad de preparar la COP 28 para la acción. 

Fuente: Naciones Unidas


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