El cambio climático está lleno de desigualdades. Por ejemplo con respecto a las precipitaciones se observa que en conjunto aumentarán, aunque no se repartirán homogéneamente. Allí donde antes llovía mucho, ahora lloverá más aún y donde llovía poco, lloverá menos. En este sentido los contrastes aumentarán, y en los países donde la situación alimenticia ya era crítica empeorará más aún. Evidentemente esto tendrá automáticamente repercusiones para la seguridad mundial. No en vano hace algunos años el Pentágono explicó en un informe, que la amenaza para la seguridad mundial por causa de un cambio climático descontrolado será mucho mayor que la causada por el terrorismo.
Según los datos publicados por el Instituto Internacional de Investigación para la Política Agraria y Alimenticia, para el año 2050 los rendimientos de la cosecha de trigo disminuirán en un 23-27%; en cuanto al maíz la pérdida neta global en las últimas tres décadas se sitúa en un 3,8%. En el año 2010 se publicó un estudio sobre el cultivo del arroz en Asia, del que se desprende que en los últimos 25 años, y a consecuencia del aumento de temperaturas, se cosechó entre el 10 y el 20% menos. Esto es tanto más grave en cuanto 2.500 millones de seres humanos se alimentan a base de arroz como alimento principal. A esto se suma que a raíz de sequías e inundaciones las perdidas podrían ser mayores.
Y aunque ya nadie duda de la repercusión negativa que el cambio climático tendrá sobre la alimentación, lo cierto es que la actual forma de alimentación repercute a su vez sobre el cambio climático. Coches, aviones y la industria son considerados como los principales causantes del cambio climático, también la bombilla tradicional, pero Mojib Latif sin embargo nombra un causante mayor: la ganadería. El 20% de las emisiones de metano a la atmósfera proviene de los 1.500 millones de reses vacunas que existen en el planeta y el metano contribuye a su vez en un 20% al calentamiento global, además otro dato al respecto es la destrucción de las selvas tropicales para cultivo de forraje.
Ya en 2006 la FAO publicó un estudio donde se decía que la producción cárnica contribuye al efecto invernadero en un 19%. Renunciar al filete diario de carne sería un gran beneficio para la selva tropical, para el clima y en definitiva también para los animales. Sin embargo, no se augura ningún cambio fundamental. Para Mojib Latif el mal reside básicamente en la postura del ser humano: El problema es sencillamente que nuestra forma de pensar solo se refiere al aquí y ahora. Solo pensamos en nosotros mismos y no en las generaciones venideras, además hemos perdido el respeto a la naturaleza. El accidente nuclear de Fukushima fue una prueba de ello, pues esa central nuclear estaba construida para aguantar un terremoto de grado 8 y lo que tuvo lugar fue uno de grado 9. Además la ola que generó fue de 10 metros de altura, mucho mayor de lo que se pudo presuponer. Como científico considero que deberíamos volver a recuperar un poco de humildad ante la naturaleza.
FUENTE: El Martutino, Mi voz, Juan Lama Ortega, www.radio-santec.com, 8/ junio/ 2014
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