Les paso a continuación breves partes del libro escrito por
T. L. Friedman, donde nos muestra con
toda claridad que el Cambio Climático, que sufre actualmente el planeta, no
deriva de ciclos propios de la naturaleza sino de acciones concretas del ser
humano:
“… el motor de
crecimiento China- Estados Unidos funcionaba de la siguiente manera: En Estados
Unidos se abren más y más tiendas para vender más y más cosas, provenientes de
más y más fábricas chinas, alimentadas por más y más carbón. China utilizó esos
ingresos para comprar más y más Títulos del Tesoro estadounidense, que permitieron a
la Reserva Federal extender más crédito
con más facilidad a más y más bancos, consumidores y negocios, de manera que
más y más estadounidenses pudieron comprar más y más cosas provenientes de más
y más fábricas chinas alimentadas con más y más carbón…”
Como puede apreciarse el consumo de carbón, y energías
fósiles, bajo este círculo vicioso, se
fue incrementando de manera exponencial, generando cada vez mayor concentración de
gases de efecto invernadero en la atmósfera.
“… la Gran Recesión que
comenzó en 2008 no fue la recesión normal que se vivió allá por 1930. Esta no ha sido solo una profunda desaceleración
económica de la que pueda recuperarse para seguir alegremente con nuestras costumbres de vida. Ha sido un
aviso de infarto….”
“… la manera en que se
ha creado riqueza ha engendrado tantos activos tóxicos en el mundo financiero,
y en el natural, que en 2008 y 2009 sacudió los cimientos de los mercados y los
ecosistemas. Aunque pueda parecer que no
guardan relación, la desestabilización del mercado y de la Madre Naturaleza tuvieron
las mismas causas. Por eso Citibank, los bancos de Islandia, y los bancos de
hielo de la Antártida se derrumbaron al mismo tiempo. La misma imprudencia los enterró a todos…”
Luego de la Gran Recesión,
aquí mencionada, parecería que, a
pesar de haber dejado un tendal de heridos en el camino, los mercados y activos
financieros tienden a recuperarse. Lo que no parece recuperarse son los
ecosistemas. El sistema financiero no tuvo más remedio que acomodarse rápidamente,
en cambio la contaminación del planeta todavía ni siquiera ha comenzado a
revertirse.
“… la revolución verde
ya no tiene que ver con las ballenas. Ya no tiene que ver con los “hijos de
nuestros hijos”, una generación tan lejana que difícilmente pueda servir para
motivarnos. Esto tiene que ver con nosotros. Necesitamos generar la manera de
crear riqueza, sin crear activos tóxicos en el mundo natural. Este es un
proyecto urgente, porque el estilo de
vida en el que hemos recalado en los últimos tiempos ya no se puede transmitir
a otra generación sin consecuencias catastróficas…”
FUENTE: Thomas L. Friedman, “Caliente, plana, y abarrotada”,
Planeta 2009.
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