Embalse y central hidroeléctrica de Villalcampo, en el Duero. José Luis Fernández
La provincia de Zamora tiene en los embalses uno de recursos más valiosos y productivos por sus múltiples posibilidades de generación eléctrica, de abastecimiento, de regadío, de recreación y de turismo. Pero a nadie se le escapa que es un patrimonio supeditado a unos fenómenos y a una naturaleza golpeados por el cambio climático. Incluso la generación eólica, otra apuesta energética en Zamora, también puede verse perjudicada si se modifican los vientos.
El cambio climático es "una realidad" que ya ni se discute por las evidencias de las temperaturas, de las precipitaciones, del calado de los caudales fluviales, de los comportamientos avifaunísticos y porque sus impactos inciden en los ecosistemas y en los modos y medios de desarrollar las actividades.
El sector energético lo sabe y camina a pasos agigantados hacia la generación limpia y verde, despojándose de los sistemas sucios y contaminantes, porque es consciente de que es uno de los implicados y afectados por el cambio climático.
La disminución de las precipitaciones repercute en los volúmenes de agua que circulan por los ríos, en el llenado de los embalses y en la disposición de un recurso vital para que las turbinas de las centrales hidroeléctricas generen kilovatios a raudales y llenen de tensión los tendidos.
"Las tendencias de cambio climático provocan una serie de efectos en cascada sobre los sistemas ecológicos y sectores económicos" expone el borrador del Plan de Adaptación al Cambio Climático 2021-2010, hecho público en abril por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Entre los impactos y riesgos subraya "la disminución de los recursos hídricos", poniendo de manifiesto que "los cambios en el ciclo natural del agua inciden en la cantidad y calidad de los recursos hídricos disponibles, con implicaciones para la agricultura y la ganadería, el abastecimiento urbano, la producción hidroeléctrica y los ecosistemas".
Zamora es una provincia jalonada de embalses en todos sus mejores ríos y con presas construidas en las lagunas de las sierra sanabresa del Moncalvo y Cabril. La capacidad el conjunto de pantanos se acercan a los 4.500 millones de metros cúbicos (4.500 Hm). Se reparten por los ríos Bibey, Tera, Esla, Duero y Almendra en la cuenca zamoranosalmantina del Tormes.
Los de mayor capacidad son aprovechamientos que gestiona Iberdrola. Cernadilla tiene una capacidad de 255 millones de metros cúbicos de agua; Valparaíso de 162,4 millones, Nuestra Señora de Agavanzal 36 millones, Ricobayo 1.144 millones, Villalcampo 66 millones, Castro 27 millones, Almendra 2.648 millones
Endesa, por su parte, dispone de las concesiones de la Alta Sanabria. Puente Porto añade otros 23 millones de metros cúbicos, Pías (San Esteban) 10 millones, Vadesirgas 2, el embalse de San Sebastián en Valdesirgas 46 millones de metros cúbicos, Vega de Conde un millón.
El cambio climático no solo afectará a los volúmenes de agua ya la generación hidroeléctrica, sino que toda la vida ligada a los embalses se verá alterada.
El Plan de Adaptación también subraya cambios en la producción y consumo de energía y indica que "el cambio climático y la variabilidad climática producen impactos sobre diferentes componentes del sistema energético, afectando a los recursos energéticos (por ejemplo, a través de los cambios en la disponibilidad de viento, de sol o de agua), pero también en la generación, el transporte, distribución y almacenamiento de la energía, así como los patrones de consumo".
Un impacto negativo del cambio climático en el sector energético conllevaría un perjuicio de grandes repercusiones en un mundo rural con municipios que alimentan sus presupuestos con importantes ingresos procedentes de embalses, centrales y aerogeneradores, y que tiene en los mismos un motor de dinamización laboral, económica y lúdica, y de freno a la despoblación.
FUENTE: La Opinión de Zamora , 14/05/2020
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