Un barco fue arrastrado por el mar con la ayuda de una enorme vela que parecía la que usaba un gigante para hacer kitesurf. Este verano, otro navegó los océanos entre China y Brasil con velas de acero y vidrio compuesto tan altas como tres postes de teléfono.
Ambos aprovechan un propulsor natural del que los buques oceánicos han dependido durante siglos: el viento. Y forman parte de una iniciativa cada vez mayor de alejar a la industria del transporte marítimo de los combustibles fósiles.
“Queremos descarbonizar: ¿por qué no utilizar lo que está disponible?”, cuestionó Jan Dieleman, presidente de Cargill Ocean Transportation, empresa que renta unas 700 embarcaciones. “El viento es combustible gratuito”.
La industria mundial del transporte marítimo es responsable de casi el tres por ciento de los gases de efecto invernadero que están calentando peligrosamente el planeta. Esto se traduce a unos 1000 millones de toneladas métricas anuales de dióxido de carbono y otros gases, una cifra que sube a medida que se incrementa el comercio mundial.
Cada año se transportan por mar unos 11.000 millones de toneladas de cargamentos, lo cual representa el 90 por ciento del comercio mundial. Casi todo es posible gracias a la quema de combustóleo pesado, pero eso está empezando a cambiar.
Cargill rentó el Pyxis Ocean, un buque que comenzó su primer viaje asistido por viento en agosto. Navegó de China a Brasil con dos alas que giraban para captar el viento y se plegaban cuando no se utilizaban. Aunque cada una pesa 125 toneladas, Dieleman afirmó que es una pequeña proporción del potencial de carga del buque, de 82.000 toneladas. Cada vela puede reducir el consumo de combustible en 1,5 toneladas diarias, es decir 4,65 toneladas menos de emisiones de dióxido de carbono, y disminuir un 30 por ciento del uso de combustible. El barco atracó en Brasil la semana pasada.
La empresa francesa Airseas desarrolló un diseño diferente, la cometa extragrande. Se ubica en un tanque de almacenamiento en la proa de un barco y se despliega mediante un cable y una grúa para cortar casi 300 metros de cielo, donde soplan fuertes vientos. Vincent Bernatets, director ejecutivo y cofundador de Airseas, explicó que un prototipo lleva año y medio en el mar. Bernatets comentó que el diseño podría reducir el consumo de combustible hasta un 40 por ciento en algunas rutas y añadió que una importante firma japonesa de barcos pidió cinco velas.
Los barcos impulsados por viento todavía necesitan un combustible de reserva para navegar por los puertos o para funcionar cuando el aire esté quieto. Sin embargo, la idea es reducir de manera significativa la dependencia de los combustibles fósiles.
“Cada tonelada de carbono ahorrada, de hecho, es un tercio de tonelada de combustible ahorrada”, comentó Dieleman. “Debemos reducir el uso de las emisiones hoy”.
De una flotilla mundial de unos 60.000 buques de carga, unos 30 son de propulsión con energía eólica, según Gavin Allwright, secretario general de la Asociación Internacional de Barcos de Viento, un grupo comercial. Sin embargo, comentó que hay una proyección según la cual hasta 10.700 buques mercantes utilizarán la propulsión con energía eólica en 2030.
“Creemos que será mucho más rápido”, afirmó Allwright. “¿Lo va a adoptar la industria? La respuesta es sí, cada vez más”.
Casi todas las naciones han aceptado dejar de añadir emisiones del transporte marítimo a la atmósfera para 2050, un objetivo que depende en gran medida de combustibles con cero emisiones de carbono, como el amoniaco que se produce con energía eólica o solar. No obstante, esos combustibles serían caros y las fugas tóxicas son una inquietud.
“Es como una batalla de ideas”, opinó John Maggs, director de política marítima de Seas at Risk, una coalición de grupos ambientalistas con sede en Bruselas. “El transporte marítimo es una industria muy conservadora y, por supuesto, las empresas que venden combustibles fósiles venderán esos combustibles alternativos”.
Una investigación descubrió que las emisiones del transporte marítimo podrían reducirse hasta un 47 por ciento para 2030 por medio de una combinación de propulsión eólica, nuevos combustibles y velocidades reducidas. Reducir la velocidad también podría disminuir el ruido submarino y los riesgos para las ballenas. Según Friend of the Sea, empresa que certifica la sostenibilidad de la pesca y la acuicultura, cada año los barcos matan unas 20.000 ballenas.
Se están desarrollando decenas de buques eólicos, muchos de ellos en países europeos como el Reino Unido, Francia, Noruega y los Países Bajos. Casi todos están muy automatizados y equipados con sensores y tienen diseños que incluyen velas, rotores y piezas que parecen alas verticales de avión.
Sus fabricantes no quisieron hablar de los costos, pero los estimados para añadir propulsión con energía eólica van desde varios cientos de miles de dólares hasta más de un millón. Según Allwright, el periodo de recuperación podría ser de tres a cinco años para las readaptaciones y más largo para las nuevas construcciones.
La empresa sueca Wallenius Marine está desarrollando barcos con propulsión de energía eólica a fin de reducir las emisiones de carbono de los buques hasta en un 90 por ciento. La empresa ha patrocinado Abba Voyage, un concierto virtual del grupo de pop sueco que se celebra en Londres desde el año pasado. Richard Jeppsson, vicepresidente sénior de proyectos de energía eólica de Wallenius Lines, comentó que la empresa asesoró sobre la sostenibilidad del espectáculo, para asegurarse de que el agua se redistribuyera y de que se utilizaran materiales de construcción renovables.
Wallenius también consiguió los derechos para nombrar sus buques impulsados por energía eólica con nombres de canciones de Abba. Aunque la canción “Eagle” de la banda acompaña a un video promocional, Jeppsson señaló que todavía no se elige una canción de Abba para alguno de los barcos.
Fuente: Infobae
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