La fuerte tormenta de hace unas semanas dejó muertos, heridos y destrozos en la provincia de Bs. As. y la CABA. ¿Qué políticas públicas se están tomando para mitigar los efectos de la crisis climática?
El fuerte temporal que provocó la muerte de 13 personas en Bahía Blanca el pasado 16 de diciembre, y que además dejó heridos, viviendas destrozadas, árboles caídos y a cientos de usuarios sin energía eléctrica durante días en toda la provincia de Buenos Aires y CABA nos hace tomar conciencia de que nadie está exento a las consecuencias del cambio climático.
Se calcula que el 56% de la población mundial -unos 4.400 millones de personas- vive en las ciudades y se estima que, para 2050, la población urbana sea más del doble, es decir, 7 de cada 10 personas podrían residir en centros urbanos.
“Los efectos de la urbanización y el cambio climático convergen en las ciudades de forma peligrosa. Podríamos tener dificultades para cumplir nuestros objetivos de 1,5º C, basados en los compromisos actuales de los gobiernos nacionales. Esto tendrá consecuencias desastrosas para las ciudades. Debemos abordar el cambio climático en las ciudades centrándonos en medidas de mitigación y adaptación”, explicó Maimunah Mohd Sharif, Secretaria General Adjunta de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva de ONU-Hábitat.
Las consecuencias del cambio climático en las ciudades son aún más alarmantes en regiones como América Latina, que se caracterizan por una “urbanización rápida y desordenada” así como por la “expansión de asentamientos informales en áreas propensas a desastres naturales”.
“Los eventos climáticos extremos, como huracanes, inundaciones y sequías, pueden tener efectos devastadores en la infraestructura, la economía y la salud de las poblaciones urbanas”, indican en el BID.
El último reporte del IPCC coincide: “Los altos niveles de pobreza generalizada, la débil gobernanza del agua, el acceso desigual a los servicios de agua potable y saneamiento y la falta de infraestructuras y financiación reducen la capacidad de adaptación, aumentando y creando nuevas vulnerabilidades en la población”.
Los cambios climáticos además están estrechamente relacionados con la salud de la población: la OMS admitió que se está preparando porque existe un mayor riesgo a la propagación de enfermedades transmitidas por mosquitos asociados al fenómeno de El Niño.
Al no existir una única solución para resolver la crisis climática la ONU destaca que es necesaria una acción integrada a nivel local, regional y nacional, así como el compromiso del sector público, las empresas y las comunidades.
“Es clara la interseccionalidad que tiene el tema ambiente con género, pobreza, vivienda, obra pública, desarrollo urbano y económico. Nuestro desafío es que se pueda visualizar de ese modo ya que muchas veces no notamos lo relacionados que están los temas considerados más urgentes como los índices de pobreza y la inflación con la administración de nuestros recursos naturales”, aseguró Laura Rocha, directora de Ambiente y Desarrollo Sostenible del i-ciudad, en el conversatorio “Reverdecer la ciudad: la oportunidad de la apertura de ríos urbanos”, ocasión en la que también se recalcó la importancia de encontrar soluciones al saneamiento de ríos y arroyos de manera integral y regional.
¿Qué se está haciendo en la ciudad de Buenos Aires para contrarrestar los efectos de la crisis climática?
Según un documento del Consejo Asesor Externo de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad, en la CABA es necesario desarrollar un plan integral para la evaluación ambiental estratégica y el ordenamiento ambiental del contorno ribereño.
La suba del nivel del Río de la Plata es un potencial efecto que debe ser tenido en cuenta por las políticas públicas locales. Según el análisis, es necesario revisar la relación de la CABA con el río, detener y revisar propuestas de desarrollos inmobiliarios costeros y preservar los humedales ribereños como primera barrera de protección frente a tormentas e inundación. “Los continuos rellenos costeros complejizan el escurrimiento del agua de lluvia hacia el Río de la Plata y alejan las desembocaduras de arroyos, reduciendo aún más sus pendientes, afectando no solo el borde costero sino todo el territorio de la ciudad y el área metropolitana”, se señaló.
La CABA también se encuentra lejos de los 10 metros cuadrados de espacios verdes por habitante, recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En la capital argentina se llega a los 7 m2 de espacio verde por habitante, según datos publicados en el Índice de Bienestar Urbano (IBU) 2022, informe elaborado por el i-ciudad en base a datos oficiales. Cabe aclarar que la medida es promedio, razón por la cual hay barrios en donde se supera esa medida internacional, como en Palermo, mientras que en Boedo o Almagro la situación es mucho peor.
Otra de las variables analizadas en el IBU es el arbolado urbano, vital para la vida en las ciudades. En la Ciudad de Buenos Aires, el último censo fue de 2018, es decir, no contamos con datos oficiales actualizados. En ese entonces, se contabilizaron 370 mil árboles en veredas y otros 60 mil ejemplares en espacios verdes como parques, plazas y bulevares. Muchas de estas especies se encuentran en peligro, según un estudio publicado en 2022 por Nature Climate Change, quien tomó el caso de nuestra ciudad para ilustrar cómo las variables climáticas están amenazando a nuestros bosques urbanos.
De esto último da cuenta la cantidad de árboles caídos que dejó el temporal último. A 15 días de los sucesos aún no se han podido retirar en su totalidad y lejos estamos de que se produzca el remplazo de las especies perdidas. En este sentido, la Ciudad de Buenos Aires, debe tomar cuenta de lo acontecido y comenzar a realizar las acciones necesarias para adecuar la situación ambiental que redundará en mejores estándares de vida para todos quienes la habitamos y transitamos.
Fuente: I-CIUDAD (politicas publicas para Bs. As.)
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