A pesar de que la agricultura es la principal fuente de sustento para 1,3 millón de millones de pequeños productores alrededor del mundo, hasta la fecha no había sido tan ampliamente abordada la discusión sobre cómo el enfoque de la Adaptación basada en Ecosistemas (AbE) podría ser usado para ayudar a pequeños agricultores a enfrentar y adaptarse al cambio climático.
Con el objetivo de proveer un marco de referencia para identificar cuales prácticas agrícolas pueden ser consideradas como AbE, así como para explorar cuáles de estas prácticas son adecuadas para pequeños agricultores, es que un grupo de investigadores del CATIE (Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza), de The Betty and Gordon Moore Center for Science and Oceans, de Conservación Internacional (CI) y del Centro Internacional de Cooperación en Investigación Agrícola para el Desarrollo (CIRAD) publicaron el artículo Ecosystem-based adaptation for smallholder farmers: Definitions, opportunities and constraints.
Raffaele Vignola, director de la Cátedra Latinoamericana en Decisiones Ambientales para el Cambio Global (CLADA), del Programa de Cambio Climático y Cuencas (PCCC) del CATIE, como autor principal del artículo expresó que este se concentra en la definición e identificación de prácticas que pueden ayudar a la AbE en sistemas agrícolas de pequeños productores, por ejemplo, en el contexto de la agriculturafamiliar para fomentar el uso de la biodiversidad, los servicios ecosistémicos o procesos ecológicos que pueden contribuir a aumentar la habilidad de los cultivos o del ganado para adaptarse a la variabilidad climática.
La AbE en sistemas agrícolas deberá estar basada en la conservación, larestauración y manejo de labiodiversidad y los procesos y servicios ecosistémicos
El artículo especifica en primera instancia que la AbE en sistemas agrícolas deberá estar basada en la conservación, la restauración y manejo de la biodiversidad y los procesos y servicios ecosistémicos, como por ejemplo, el manejo de árboles en sistemas agroforestales o silvopastoriles, o la conservación de vegetación en fincas para asegurar la provisión de agua.
Segundo, menciona que deben ser prácticas que han sido probadas en el mejoramiento de la habilidad de los cultivos y del ganado para adaptarse al cambio climático y a la variabilidad climática, pudiendo ser implementadas en diferentes escalas. A nivel de paisaje se puede ejemplificar con las prácticas que incluyen el uso de biodiversidad y procesos ecológicos para ayudar a regular el agua y el ciclo de nutrientes.
Sin embargo, se destaca que para ser considerada una AbE conveniente o útil para los pequeños agricultores, también debe ayudar a mejorar sus medios de vida al aumentar su seguridad alimentaria, así como tomar en consideración su realidad socioeconómica, como incrementar o diversificar sus fuentes de ingresos, ser de bajo costo de implementación y beneficiarse del conocimiento local o tradicional.
Este marco de referencia que se provee en el artículo permite identificar prácticas de AbE para pequeños agricultores, como un punto de inicio que puede ser aplicado a una amplia variedad de sistemas agrícolas que existen globalmente.
Es importante destacar que para avanzar en el tema de las prácticas de AbE se necesita mejorar el entendimiento y la evidencia científica de la efectividad de las diferentes prácticas a largo plazo en el mejoramiento de la resistencia de cultivos y de los sistemas ganaderos y finqueros, enfrentando al cambio climático y a los eventosextremos.
De igual forma, los autores expresan que se necesita articular mejor las políticas agrícolas y de cambio climático para promover incentivos o acciones que posibiliten alcanzar las metas productivas, así como mantener la habilidad de los ecosistemas para proveer servicios ecosistémicos y ayudar a mejorar el sustento de las familias frente al cambio climático.
Además, por parte de los gobiernos se apunta como importante el fortalecimiento y apoyo continuo a programas de extensión agrícola, universidades, escuelas de campo y programas técnicos agrícolas.
Este artículo se publica en el marco del proyecto CASCADA, el cual promueve la adaptación al cambio climático en comunidades vulnerables de pequeños agricultores deCosta Rica, Honduras y Guatemala, a través de la AbE. CASCADA es financiado por el Ministerio Federal de Medio Ambiente, Protección a la Naturaleza, Obras Públicas y Seguridad Nuclear de Alemania (BMUB, por sus siglas en alemán). A través del Programa de Investigación en Desarrollo, Economía y Ambiente (IDEA) y del PCCC, el CATIE, junto a CI, trabajan coordinadamente en esta iniciativa, contando con el apoyo estratégico de CIRAD.
FUENTE: iagua, 14 / 09 / 2015
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