La Cumbre del Clima que se celebrará en
diciembre en París puede conseguir acuerdos
internacionales para hacer frente al cambio climático pero
si realmente se quiere alcanzar una reducción importante de las emisiones de
los gases que -como el dióxido de carbono- están
implicados en el calentamiento global del planeta, la mejor
alternativa es poner precio a estas emisiones.
La propuesta no es nueva pero esta semana gana fuerza gracias a un
artículo publicado en la revista Nature por
los seis profesores de economía y políticas energéticas de Estados Unidos y
Suecia.
"Poner precio a la emisión de dióxido de carbono y otros gases de
efecto invernadero debe ser la pieza central de cualquier política global sobre
el cambio climático. Sabemos que funciona: la fijación de precios del carbono
crea incentivos generales para reducir las emisiones", explica en su
artículo el equipo encabezado por Gernot Wagner, economista del Environmental
Defense Fund en Boston (EE.UU.) y profesor asociado de la Columbia University
en Nueva York.
Los autores ofrecen diversos ejemplos internacionales sobre los
beneficios (no sólo en el clima sino también en la salud) de poner precio -o
imponer impuestos- sobre las emisiones contaminantes, y recuerdan que el abandono
de los combustibles fósiles es posible gracias a las alternativas que ofrecen
las energías renovables.
"Sin embargo, el precio actual de las emisiones de carbono sigue
siendo demasiado bajo en relación con el coste que supone para el medio
ambiente y la salud de las personas", indican los autores recordando que
en muchos países -entre ellos España- se mantienen importantes ayudas públicas
a sectores que provocan grandes emisiones, como es el caso del carbón.
Acceso de las renovables a las redes eléctricas
El artículo insta a los gobiernos de todo el mundo a modernizar y abrir
el accesos de les redes de transporte y distribución de energía eléctrica con
el objetivo de facilitar la producción y utilización de las energías
renovables.
Los autores también piden un mejor tratamiento fiscal para el
almacenamiento de energía (uno de los elementos que facilitaría el desarrollo
de las energías renovables) y un apoyo decidido a la investigación y el
desarrollo relacionados con las tecnologías energéticas bajas en carbono.
Los economistas e ingenieros firmantes del artículo apuntan hacia
Alemania y China como ejemplos a tener en consideración. Así recuerdan que la
Ley de Energías Renovables de Alemania garantiza 20 años de acceso a la red y
precios fijos para los productores de energía solar y de energía eólica. Por su
parte, la China se ha convertido durante los últimos años en uno de los líderes
mundiales en desarrollo y fabricación de equipos de energías renovables,
afirman los firmantes del artículo publicado en Nature.
FUENTE: La Vanguardia Natural, 3 / 09 / 2015
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